Bagdad recupera la «isla de los bandidos»

Veinte años después de la invasión ordenada por George Bush, la isla recupera el esplendor y en las jornadas festivas más de 20.000 personas se acercan para disfrutar de uno de los pocos espacios verdes que quedan en la capital. Los jardines son enormes, se puede navegar en su lago artificial, hay un parque acuático y decenas de atracciones al estilo de cualquier parque de atracciones del mundo.

«Nosotros accedimos al lugar en 2011 y había escombros y desperfectos causados por la maquinaria pesada que emplearon los americanos. Limpiamos todo y pusimos en marcha un plan de rehabilitación que no ha terminado. Este lugar es muy necesario para las familias de la capital», explica con orgullo Adnan Al Sari, vicedirector del grupo a quien han concedido la explotación de la Isla de Bagdad por un plazo de 38 años.

Largas colas colapsan las taquillas. Hay precios especiales para familias numerosas y aquí la gente llega con carros de comida para pasar el día y hacer barbacoas. Un gran número de kurdos de la capital se acercan para celebrar Newroz, el año nuevo del calendario persa y la llegada de la primavera. Masoud Mohamed es uno de ellos y piensa que «es especial saber que este lugar estuvo ocupado por los americanos y ahora es libre. Para nosotros este día es símbolo de libertad y del final de la dictadura». Mohamed está al frente de la parrilla donde prepara un masgouf, una especie de carpa de gran tamaño que es el plato nacional iraquí.

Estados Unidos llegó a desplegar en Irak a 170.000 hombres en 2007, fue el momento de mayor presencia militar y coincidió con la guerra sectaria entre suníes y chiíes. Los norteamericanos contaban con más de 500 bases y puestos avanzados en todo el país hasta que en 2011 Barack Obama ordenó la retirada. En la actualidad apenas cuentan con 2.500 hombres en el marco de una operación de entrenamiento de las fuerzas locales para hacer frente al grupo yihadista Estado Islámico (EI) y la mayoría se encuentran en bases conjuntas con el Ejército iraquí en el centro y norte del país.

La presencia de uniformados estadounidenses es polémica y los partidos y milicias chiíes más próximos al régimen de Teherán los quieren fuera, sobre todo tras el asesinato en 2020 por medio de un dron del jefe de la Fuerza Quds de la Guardia Revolucionaria iraní, el general Qasem Soleimani, y un alto comandante de las milicias chiíes en el aeropuerto. El nuevo primer ministro, Mohammed Shia Al Sudani, quiere zanjar la discusión y asegura que la presencia norteamericana sigue siendo necesaria para preparar a sus tropas.

El pasado como base militar parece muy lejano en la Isla de Bagdad. Este lugar abrió sus puertas por primera vez en 1983 y fue un proyecto que el antiguo régimen encargó a dos compañías finesas para acondicionar 2 millones de metros cuadrados en esta isla del Tigris. La parte central del parque es una torre de observación de 50 metros de altura y el lago artificial. En su momento fue el mayor parque de atracciones de Oriente Medio y los hijos de Sadam Husein tenían su propia villa en el interior.

Las sucesivas guerras y la transformación en base militar estadounidense robaron a los iraquíes la posibilidad de disfrutar de este lugar, «pero ahora ya no hay marcha atrás, se terminó la violencia, vuelve la seguridad y la isla es para pasar buenos ratos con la familia», opina Haneen, estudiante de 22 años que celebra su fiesta de diplomatura de Enfermería. Ya no hay «bandidos» a la vista.