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Después de los 20 camiones del sábado, la ayuda humanitaria volvió a entrar este domingo en Gaza desde Egipto por el paso de Rafah. Si el primer convoy ya era pequeño, el segundo fue todavía menor: solo 17 vehículos y sin certeza a última hora ... de la noche de que hubieran podido llegar a sus destinos y repartir la ayuda que transportaban. En cualquier caso, no son más que gotas en el desierto porque los dos millones de personas que viven en Gaza, cerrada por Israel desde el sangriento ataque de Hamás hace dos semanas, necesitan con urgencia la llegada de al menos cien camiones diarios.
Por la tarde empezaron a entrar por el paso de Rafah seis camiones cisterna, los primeros que transportan combustible desde el estallido de la guerra el 7 de octubre. Su destino eran dos hospitales de Gaza para alimentar sus generadores eléctricos, según informó la agencia de noticias France Presse. Poco después pasaron otros 11 camiones más con medicamentos, suministros sanitarios y alimentos, según anunció la Media Luna Roja Egipcia.
Pero la televisión de Dubái Al Arabiya informó de que se había escuchado cerca de Rafah una explosión, seguida de sirenas de ambulancia, después de que entrara el convoy. Aunque no se sabe si tiene relación con este incidente, el Ejército israelí se disculpó poco después porque uno de sus tanques había disparado «accidentalmente» contra una posición egipcia cerca de otro paso fronterizo, el de Kherem Shalom, hiriendo a dos soldados egipcios.
Ya sea por las bombas de Israel o por el riesgo de robo por parte de Hamás, la llegada de la ayuda humanitaria a Gaza está siendo muy lenta y compleja. A estos peligros se suman los daños en las carreteras de acceso al paso de Rafah, la desorganización que reina por estos lares y las comprobaciones de seguridad para que los convoyes lleguen a quien realmente los necesita y no acaben en manos de los grupos islamistas.
Aunque esta es la única frontera de Gaza no controlada por Israel, exige a la ONU un sistema de verificación y rastreo de la ayuda repartida. «Lo que necesitamos es crear un sistema de inspección más ligero, eficiente y preferiblemente aleatorio que no demore tanto las cosas», explicó el sábado en la conferencia de paz de El Cairo el jefe de la ayuda humanitaria de la ONU, Martin Griffiths, según informó la agencia Reuters. Como ejemplo, puso el mecanismo que se usó durante el terremoto de Turquía en febrero pasado para enviar ayuda humanitaria a Siria sin que se perdiera por el camino. A tenor de la presión ejercida por todos los países que participaron en la conferencia del sábado, Griffiths confió en que «para mediados de la semana haya una operación de ayuda de la que pueda depender la gente de Gaza».
Sin combustible tampoco pueden funcionar las plantas desalinizadoras ni sus bombas, por lo que los gazatíes corren también el riesgo de quedarse sin agua. Pero las necesidades más apremiantes están en los hospitales, ya que el Comité Internacional de la Cruz Roja ha advertido de que pueden convertirse en morgues sin electricidad si persisten las carencias. Intentando sacar petróleo debajo de las piedras, es decir, gasolina de entre los cascotes y coches despanzurrados por los obuses, por Gaza circula un llamamiento a donar a los centros médicos todo el combustible que se encuentre.
Aunque Israel había prometido no restaurar la electricidad hasta la liberación de los más de 200 rehenes que Hamás tiene en su poder, la presión de la cumbre de paz de El Cairo está logrando estos pequeños avances, todavía mínimos.
Allanando el terreno para su anunciada invasión terrestre, el Ejército israelí continúo este domingo los bombardeos sobre Gaza y volvieron a repetirse las mismas imágenes de edificios destruidos, ambulancias a la carrera y muertos, muchos muertos. Entre ellos, varios niños y bebés a las puertas de un hospital.
Tal y como informó sobre el terreno uno de los reporteros locales de la BBC en árabe, en el hospital de los Mártires de la Mezquita de Al Aqsa se han quedado sin sudarios para envolver al modo musulmán los cuerpos, muchos de los cuales llegan totalmente despedazados e imposibles de identificar.
Mientras en Gaza se acumulan los cadáveres, al otro lado del paso de Rafah, en Egipto esperan para entrar 200 camiones con 3.000 toneladas de ayuda humanitaria.
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