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Mercedes Gallego y J. Gómez Peña
Martes, 13 de febrero 2024, 19:02
Al inicio de la guerra, Nahla Jarwan huyó de su ciudad, Al-Maghazi, para escapar de los bombardeos israelíes. Se refugió con su familia en el sur de la Franja, en Rafah, paso fronterizo con Egipto. El final del camino. Ahora, Benjamín Netanyahu, primer ministro ... hebreo, ha planificado la invasión terrestre de este enclave. Y Nahla Jarwan, que de nuevo está bajo las bombas, ha decidido volver, como otros refugiados, a su casa, a las ruinas que de ella quedarán. A ninguna parte. «Nos vamos por miedo, aunque sé que vaya donde vaya, no hay ningún lugar seguro», lamenta. Así, sin esperanza, ni comida, ni medicamentos, están 1,4 millones de palestinos en Rafah, que de refugio ha pasado a ratonera.
Su única esperanza está al otro lado de una frontera que Egipto ya ha blindado. En la capital de este país que actúa como mediador en busca de una tregua se han reunido los máximos responsables de los servicios secretos de Israel y Estados Unidos. El presidente de EE UU, Joe Biden, dijo el lunes que trabaja a fondo para lograr un acuerdo entre Israel y Hamás. Quiere un alto el fuego de seis semanas. «El elemento clave de esta negociación está ya sobre la mesa», desveló. Busca un canje de rehenes hebreos (aún quedan 134) por presos palestinos. Biden cree, además, que parar mes y medio la guerra proporcionaría tiempo para sellar un acuerdo definitivo y poner fin a un conflicto que se acerca a los 29.000 muertos.
Netanyahu, en cambio, tiene prisa por conquistar Rafah. Argumenta que allí están los últimos batallones de Hamás, la organización que con los ataques del 7 de octubre que causaron 1.200 fallecidos en granjas hebreas ha puesto en cuestión al propio primer ministro israelí. Ese día no fue capaz de proteger a su pueblo como había prometido. Por eso, necesita acabar con Hamás. Pero en el camino han caído miles de víctimas civiles en la Franja de Gaza y la presión internacional acorrala a Israel. La ONU ya ha dicho que no participará en ninguna operación de desplazamiento masivo y forzoso de la población de Rafah. Karim Khan, fiscal jefe de la Corte Penal Internacional, ha dejado entrever que el Gobierno hebreo podría ser procesado por «crímenes de guerra».
En ese ambiente cargado por las bombas israelíes y el miedo de los habitantes de Rafah, ha comenzado una cita en El Cairo, que puede ser clave. Además de representantes de Catar y de altos funcionarios egipcios, en ese encuentro están el jefe de la CIA (Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos), William Burns, y el máximo responsable del Mossad (servicio de espionaje de Israel), David Barnea. Los dos países son viejos aliados, pero EEUU quiere que termine la sangría de civiles palestinos y urge un alto el fuego. Que Israel haya mandado a El Cairo a un personaje con el peso de Barnea puede suponer un gesto hacia la distensión. En estos cuatro meses de guerra, sólo durante una semana de noviembre hubo tregua. Entonces fueron liberados 105 rehenes israelíes.
Esta reunión llega justo después de la que mantuvieron Joe Biden y Rey Abdulá II de Jordania, que, como ellos dicen, «son buenos amigos». Aun así y pese a que los dos abogaron por la tregua y por la salvaguarda de los civiles de Gaza, cada uno puso el foco en un punto distinto. El presidente estadounidense dio prioridad al rescate de los rehenes israelíes mientras Abdulá alertó sobre la «catástrofe humanitaria» que supondría un ataque terrestre sobre Rafah. «La situación es ya insostenible para el más de millón de personas que han sido empujadas hasta la frontera. No podemos quedarnos mirando y dejar que continúe. Necesitamos un alto el fuego duradero. Esta guerra tiene que terminar», pidió. Al otro lado de la frontera egipcia, muchos como Nahla Jarwan comienzan a huir de Rafah sin saber a dónde.
«Estamos cansados de huir de una ciudad a otra», repetía, según recoge la agencia Reuters. «Espero que el mundo esté a nuestro lado y nos mire con ojos amables y misericordiosos. Estamos cansados, siempre llorando. Mártires. Bombardeos. Destrucción. Muerte. Hambre. Sed. No hay comida», clamó. Durante su última noche en Rafah también se estremeció bajo los bombardeos que, en esta ocasión, hirieron de gravedad a dos periodistas de la cadena Al Jazzera. Uno de ellos, Ismail Abu Omar, ha perdido la pierna izquierda y los médicos tratan de salvarle la derecha.
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