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Mikel Ayestaran
Jerusalén
Martes, 12 de noviembre 2019, 13:47
La violencia volvió a Gaza después de meses de relativa calma en los que se había respetado el último acuerdo de alto el fuego alcanzado con la mediación de Egipto. El Ejército de Israel retomó lo que denomina asesinatos selectivos y su objetivo fue ... Baha Abu al-Ata, líder del brazo militar de Yihad Islámica, facción palestina próxima a Irán. El comandante, de 42 años, y su esposa, Alma, de 39, fallecieron en un ataque contra su vivienda en la ciudad de Gaza. Y de este modo comenzó una jornada en la que el grupo palestino clamó venganza y lanzó más de 160 cohetes, algunos de los cuales alcanzaron Tel Aviv.
Al menos otros cinco palestinos, dos de ellos milicianos de Yihad Islámica, murieron en las tres oleadas de bombardeos de respuesta de los israelíes por tierra y aire a lo largo del día. Según portavoces militares, los blancos alcanzados fueron instalaciones subterráneas, almacenes y campos de entrenamiento del brazo armado de esta facción palestina.
El golpe contra el grupo armado próximo a Teherán fue doble, porque al mismo tiempo que Israel anunciaba su operación en Gaza la agencia oficial Sana informó del ataque sufrido por Akram al-Jouri, alto mando de Yihad Islámica refugiado en Siria, donde la organización tiene su cuartel general. Tres misiles impactaron en su vivienda en Damasco, situada en el barrio de Mezze, pero el dirigente logró salir con vida. No tuvieron la misma fortuna uno de sus hijos y otro civil, según apuntó Sana.
Abu al-Ata era considerado «una bomba de relojería», según la definición ofrecida este martes por Benyamin Netanyahu, que alertó a sus ciudadanos de que la inestabilidad provocada por esta operación «puede durar tiempo». El primer ministro en funciones insistió en que Israel no busca «una escalada, pero haremos lo que sea necesario para defendernos». En 2012, el asesinato de Ahmed Yabari, líder del ala militar de Hamás, marcó el inicio de la operación 'Pilar Defensivo'. Netanyahu ofreció una rueda de prensa conjunta con el jefe del Ejército, teniente general Aviv Kochavi, y el del Shin Bet, Nadav Argaman, en la que señaló que «los terroristas se creen que pueden atacar a civiles y esconderse detrás de civiles».
Israel responsabilizó a Abu al-Ata «de varios ataques terroristas y de disparos de cohetes contra el Estado de Israel», según Netanyahu, y en los medios israelíes le señalaron como el culpable de que no se consolide un alto el fuego estable con Hamás. Kochavi aseguró además que «en los últimos días estaba trabajando para perpetrar nuevos ataques». El político ultranacionalista Naftalí Bennet estrenó su cargo de ministro de Defensa con esta crisis, ante la que decidió decretar el estado de «zona especial» por 48 horas para el área dentro del perímetro de 80 kilómetros de la Franja.
Yihad Islámica es un grupo independiente de Hamás y aunque ambas facciones han marchado de la mano en las últimas ofensivas de Israel, sus estrategias son diferentes y, sobre todo, sus responsabilidades, ya que en el caso de Hamás sus miembros son los encargados de gobernar en una Franja donde no se han curado aún las heridas de las tres guerras libradas con los israelíes desde 2008. En las horas posteriores al asesinato del comandante Al-Ata, fue Yihad Islámica la que lanzó cohetes y anoche seguía en el aire la decisión final de Hamás de unirse a la respuesta a la ofensiva de Israel o no.
El portavoz de Yihad Islámica, Musab al-Brain, clamó venganza y, ante las informaciones que apuntaban a que Egipto estaba tratando de mediar contrarreloj para evitar una mayor escalada de violencia, declaró que «es prematuro hablar de mediación antes de que se haya secado la sangre de nuestros mártires». Khaled al-Batsh, alto mando del grupo en Gaza, calificó el asesinato de su comandante de «declaración de guerra» y adelantó que «no permitiremos que Israel cambie las normas de enfrentamiento, Netanyahu pagará el precio y volverá a fallar».
Al-Batsh recordó que Yihad Islámica dispone de combatientes y cohetes suficientes para continuar con la lucha y «defender los objetivos de la resistencia». Una forma de sacar músculo ante el enemigo y ante los gazatíes, acostumbrados a que sea Hamás quien esté al frente de las grandes operaciones contra Israel. El asesinato de Abu al-Ata pilló a todos por sorpresa e Ismael Haniya, ex primer ministro palestino y dirigente de Hamás, acusó a los israelíes de «intentar crear confusión» para romper «la unidad» entre palestinos en la Franja.
Desde mediados de 2018 son diez los picos de violencia entre las facciones palestinas de Gaza e Isra, incluido el de este martes. Los repuntes anteriores se lograron contener con frágiles treguas con la mediación de Catar, Naciones Unidas y Egipto.
El repunte de la violencia, que hasta anoche no había ocasionado desgracias personales en Israel, dejó este martes imágenes de residentes en comunidades israelíes colindantes con la Franja de Gaza que buscaban apresudaramente cobijo en las calles o en medio de las carreteras cuando las alarmas antiaéreas comenzaban a sonar por la llegada de cohetes. Los lanzamientos hicieron que se activaran las alertas incluso en zonas alejadas de la frontera, como el área metropolitana de Tel Aviv y la ciudad de Modiin. Ante el repunte de la tensión, el Ejército israelí decidió movilizar a un centenar de reservistas.
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