enrique vázquez
Miércoles, 18 de marzo 2015, 08:53
En realidad, nadie sabe muy bien quién ha ganado realmente la elección legislativa de ayer en Israel, aunque haya vencedores convencionales, es decir, partidos que obtienen más escaños que otros incapaces todos ellos de formar ya un gobierno estable.
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El resultado final se aproximó menos ... de lo habitual a los reputados sondeos israelíes a pie de urna y, así, el Likud de Benjamin Netanyahu, nacionalistas de derecha, y la Unión Sionista, laboristas clásicos más centristas bajo el liderazgo compartido de Isaac Herzog y Tzipi Livni ha sido las formaciones más votadas, con 29 y 24 diputados en un parlamento de 120...
Este total y en ese parlamento, con otros ocho partidos representados en el nuevo legislativo, ahorra comentarios sobre lo que le espera al público antes de que se forme una coalición estable de gobierno. La negociación puede tomar varias semanas algo a lo que están habituados en Israel.
Partidos, espontáneos, combinaciones y minorías
La vieja dicotomía laboristas (socialdemócratas) y derecha (Herut-Likud) murió hace mucho tiempo y la atomización del parlamento ha dominado el escenario con la vieja izquierda-izquierda del Meretz superviviendo a duras penas (cuatro escaños ayer) y la aparición de muchos partidos generalmente ideados por alguien con nombre y apellidos: Yesh Atid, centro, del periodista de TV Yair Lapid, con 11 diputados; Hogar Judío, del multimillonario israelo-norteamericano Naftalí Bennet, derecha ultranacionalista, bajando de 12 a ocho, un hecho notable; la nueva estrella, el partido Kulanu (Todos nosotros, centro) del diputado Moshe Khalon, un ex- ministro de Netanyahu, con 10 escaños.
Están también los añadidos puramente confesionales: el Shas, partido de los religiosos sefardíes (siete escaños), los religiosos azkenazíes del Judaísmo Unificado de la Torá (siete escaños) y un partido ultranacionalista de los israelíes de origen ruso y aledaños, Israel-Nuestra Casa, de Avigdor Lieberman, con seis. Y, en fin, una novedad considerable: las formaciones de los israelíes árabes, antes dispersas, por fin unidas bajo una sola sigla, se hacen llamar, sencillamente, Lista Común Arabe-Judía y logran 14 diputados, un tesoro.
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El público está acostumbrado a excéntricas y sobrevenidas combinaciones y Reuven Rivlin, presidente del Estado (así se llama porque, legalmente, Israel no es una República ni tiene Constitución escrita) tiene poderes para designar al formador de gobierno que entienda con más posibilidades de reunir un ejecutivo estable. Pero hacerlo va para largoSolo ha dicho, ritualmente, que él espera un gobierno de unión nacional, el educado y ritual desiderátumantes de llamar, según se prevé, a Benjamin Netanyahu para que lo intente.
El inmediato porvenir
Con estos resultados en la mano, hay probablemente hasta cuatro posibles combinaciones de gobierno y comprar las voluntades de las formaciones menores pero que pueden ayudar a obtener la suma mágica de 61 diputados será la tarea central de los hacedores de ejecutivos. Se trata en varios casos de verdaderos partidos de alquiler, que en el caso del Shas llega al escándalo simpático de recibir las ofertas, en metálico incluido, para subastar sus escaños.
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Lo seguro es que Netanyahu o Herzog pueden formar un gabinete y no solo porque ellos son los más votados, sino porque, de un modo u otro terminarán por obtener, comprar o recibir en préstamo la cooperación indispensable. Yesh Atid, Meretz, Kulanu están más por Herzog; los religiosos, Naftalí Bennett y Lieberman, por repetir con Bibi.
Queda la gran novedad del escenario: el moderado y social Kulanu (Todos Nosotros), de un centrismo social poco definido con diez escaños, es el más deseado, un eventual hacedor de reyes. Ha empezado la carrera para, casi literalmente, comprar su cooperación
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La gran novedad, los suculentos 14 diputados de la Lista Árabe, un éxito debido en buena parte a la revelación política del momento, Ayman Odeh, ya han hecho saber que harán lo imposible por impedir el retorno de Netanyahu.
¿La vuelta del proceso de paz?
Ni que decir tiene que los árabes exigirán la aplicación del plan de paz con los palestinos universalmente aceptado y homologado por la ONU: dos Estados contiguos desde las líneas de junio del 67, con Jerusalén-este como capital del Estado palestino ¿Está preparado Herzog para asumir ese compromiso, por no hablar de Tzipi Livni, co-líder de la coalición, criada a los pechos del general Sharon y que aceptó ser encargada de la negociación con los palestinos en el penúltimo gobierno Netanyahu?.
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Sería un exceso de optimismo decir que Sí. Herzog, ha sido algo más que vago sobre el particular, ha optado por hacer campaña sobre los asuntos económicos y sociales y tocado el asunto de pasada con una vaga promesa de restablecer, mirando a Obama, el sedicente proceso de paz, más muerto que vivo.
Es una especie de orgullo de la clase política israelí pretender que su autonomía como gobierno responsable no depende del humor palestino ni, por descontado, de la creciente, imparable censura que el mundo casi al completo aplica a su conducta con los palestinos. En este sentido, es notable lo sucedido: 14 diputados árabe-israelíes pueden resolver una crisis institucional. Vivir para ver. Una situación inédita.
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