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El abogado anticorrupción y principal adversario político del Kremlin, Alexéi Navalni, en prisión, olvidado y sometido a presiones insoportables que rayan la tortura por parte del personal penitenciario, ha adquirido de nuevo notoriedad pública gracias al Oscar que le ha concedido al documental que lleva ... su nombre la Academia de Hollywood hace una semana. Se trata de una cinta sobre su vida, su familia, su actividad política, su encarcelamiento y, más que nada, sobre el envenenamiento con la sustancia de uso militar «Novichok» que sufrió en agosto de 2020 mientras hacía campaña electoral en Siberia.
Producida por HBO Max y CNN Films, se estrenó el 25 de enero de 2022 en el Festival de Cine de Sundance. El film ya obtuvo el premio al mejor documental en los británicos Bafta. Ha sido dirigido por el canadiense Daniel Roher, quien dijo al recibir la estatuilla que «hay alguien que no pudo estar con nosotros esta noche, el líder de la oposición rusa, Alexéi Navalni, permanece en régimen de aislamiento por lo que llama, quiero asegurarme de citar sus palabras correctamente, 'la injusta guerra de agresión contra Ucrania de Vladimir Putin'», reclamado ahora por el Tribunal Penal Internacional de La Haya por «crímenes de guerra».
Mientras y por enésima vez, Navalni, de 46 años de edad, ha sido confinado en una celda de castigo, de aislamiento total, teniendo que permanecer en un espacio muy reducido entre una y dos semanas. Según él mismo ha denunciado, se le limitan las visitas de sus familiares y los contactos privados con sus abogados, se le niega la asistencia médica y hasta le ha sido imposible conseguir calzado de invierno.
Y todo porque sigue criticando a Putin y porque ha vaticinado que perderá la guerra con Ucrania. Unos 500 médicos rusos firmaron una petición solicitando a Putin que cesen contra Navalni, enfermo y muy delgado para su constitución corporal habitual, los «malos tratos» y posibilite su curación.
El líder opositor fue condenado en marzo del año pasado por «estafa y desacato» a una pena de nueve años de cárcel y al pago de una multa de 1,2 millones de rublos, entonces unos 20.000 euros) por delitos de los que se considera inocente y en un proceso que calificó de «amañado». Cumple la condena en una penal de régimen severo en la localidad de Meléjovo, situada a unos 250 kilómetros al este de Moscú, en la región de Vladímir. El Consejo de Europa ha vuelto a exigir a principios de mes su liberación «inmediata».
El pasado miércoles, agradeció la concesión del Oscar a su largometraje. «Dedico toda mi contribución a esta película a las personas honestas y valientes de todo el mundo que día tras día encuentran la fuerza para enfrentarse al monstruo de la dictadura y a su constante compañera, la guerra», declaró Navalni a través de Twitter.
Su esposa, Julia Navalni, subrayó tras el anuncio del premio que «mi esposo está preso simplemente porque dice la verdad, porque defiende la democracia». Pero, para el Kremlin, el premio está «politizado». «Aunque no he visto el documental, supongo que hay un elemento de politización del asunto», afirmó el portavoz de la Presidencia rusa, Dmitri Peskov, tras saber que le habían otorgado el Oscar. A su juicio, «el propio Hollywood no se avergüenza a veces de proceder a la politización de sus obras».
El Comité de Ministros del Consejo de Europa se encuentra en fase de estudio de las ocho causas abiertas hasta ahora contra Navalni, que considera «un patrón de persecución» claro, recordando que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) falló a su favor considerando las condenas de cárcel «motivadas por razones políticas», ya que sus acciones, lejos de ser delito, «no se distinguen de actividades comerciales habituales». Rusia fue expulsada del Consejo de Europa en marzo de 2022 tras la invasión de Ucrania, pero sigue obligada a cumplir las sentencias del TEDH adoptadas con anterioridad.
Sin embargo, nada está impidiendo que la Justicia rusa se siga cebando con él. En octubre del año pasado, el Comité de Instrucción de Rusia (SK en sus siglas en ruso) inició una nueva causa penal. Su abogado, Vadim Kóbzev, aseguró entonces que «Navalni ha sido acusado ahora de diversos delitos, incluido el de incitación al extremismo y terrorismo, difundir propaganda vinculada al terrorismo, financiar actividades extremistas y hacer apología del nazismo». Todo eso estando entre rejas.
Ya a principios de 2022, cuando el dirigente opositor llevaba un año en prisión, se le acusó de dirigir «una organización extremista cuyo objetivo pretendía desacreditar a las autoridades del Estado y sus políticas (…) y promover un traspaso de poder por la vía violenta», lo que augura más condenas de reclusión en el futuro.
Tras recuperarse en Alemania del envenenamiento sufrido en agosto de 2020 en Omsk (Siberia), Navalni regresó a Moscú el 17 de enero de 2021 y fue detenido nada más poner el pie en el aeropuerto. Resulta que él y su hermano fueron reconocidos culpables en 2014 de «estafa y blanqueo de capitales» en un caso relacionado con la firma francesa Yves Rocher. Fueron condenados a tres años y medio de cárcel.
Aquella pena quedó en suspenso, pero, en febrero de 2021 un juzgado de Moscú decidió levantar la suspensión y enviar a Navalni a la cárcel.
El rival más pertinaz del máximo dirigente ruso fue condenado también a pagar una multa de 850.000 rublos (casi 10.000 euros) por difamación» contra un veterano de la II Guerra Mundial de 95 años, al que recriminó por participar en un anuncio en apoyo de las reformas constitucional que Putin promovió en 2020 para continuar dos mandatos más al frente de Rusia.
Navalni, que fue galardonado en 2021 con el Premio Sájarov, empezó a darse a conocer en 2008 como activista anticorrupción a través de su blog. Más adelante crearía su principal plataforma para llevar a cabo su cruzada contra la podredumbre en las altas esferas, la Fundación para la Lucha contra la Corrupción (FBK en sus siglas en ruso), organización ahora fuera de la ley y catalogada por la Justicia rusa como «extremista».
Navalni adquirió mucha popularidad en diciembre de 2011, cuando lideró las mayores movilizaciones acaecidas en Rusia desde los años 90 para denunciar el fraude electoral perpetrado en las elecciones legislativas que dieron entonces la victoria al partido del Kremlin, «Rusia Unida».
Putin nunca ha pronunciado su nombre. Se refiere a él como «ciudadano» cuando tiene que responder a preguntas de los periodistas. En septiembre de 2013, Navalni obtuvo el segundo puesto, con más del 27,5% de los votos, en los comicios para alcalde de Moscú. Fue el mejor resultado conseguido por un político extraparlamentario en décadas. Después fue inhabilitado para impedir que pudiera enfrentarse a Putin en unas presidenciales. Nunca dejó de encabezar manifestaciones mientras mantuvo la salud y la libertad.
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