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Uno de los pocos ámbitos militares en los que Estados Unidos no lleva la delantera es el de los misiles hipersónicos, que están cobrando cada vez más importancia debido a su irrupción en la invasión de Ucrania. No en vano, Kiev aseguró a mediados de febrero que Rusia había utilizado el primer 3M22 'Zircón' para atacar su territorio. Y, desde entonces, ha vuelto a echar mano de él -y del modelo Kh-47M2 'Kinzhal'- en varias ocasiones.
El Zircón es un proyectil capaz de viajar a nueve veces la velocidad del sonido -según los militares rusos- y que apenas tarda cinco minutos en recorrer los más de 600 kilómetros que separan a la capital ucraniana de la península ocupada de Crimea, desde donde son disparados. Esta velocidad hace que sea prácticamente imposible de derribar, a lo que se suma la 'nube de plasma' que lo rodea en vuelo, absorbiendo las frecuencias de radio y dificultando la detección por radar. Del Zircón Vladímir Putin dijo que «no tiene competencia en el mundo» y que «es un arma tan potente que proteje a Rusia de amenazas externas».
No hay duda de que los misiles hipersónicos otorgan una ventaja que los convierte en una de las grandes bazas de la guerra convencional moderna. Por eso, Rusia se ha volcado en desarrollar los más rápidos y los que cuentan con la mayor autonomía. No obstante, lo que realmente preocupa en Washington es lo que está haciendo China en este campo. «Va por delante de Rusia tanto en infraestructura de apoyo como en número de sistemas. En las dos últimas décadas, China ha avanzado enormemente en el despliegue tanto de misiles hipersónicos convencionales como nucleares», afirmó el año pasado Paul Freisthler, científico jefe de la Agencia de Inteligencia de Defensa de Estados Unidos, un país que había prestado hasta ahora poca atención a esta tecnología.
Todo cambió cuando las alarmas saltaron en julio de 2021: China había probado un misil 'Dongfeng' DF-41 que logró dar la vuelta al mundo, provocando lo que algunos militares estadounidenses han equiparado con el inicio de la carrera aeroespacial de la década de 1950. Fue el 'momento Sputnik' de este armamento. «China y Rusia han logrado desarrollar misiles hipersónicos capaces de entrar en una órbita terrestre baja. Responder a esta nueva amenaza llevará tiempo y será caro para Estados Unidos», advirtió un año después Larry M. Wortzel, coronel retirado de Estados Unidos.
Aparentemente, merece la pena hacer el esfuerzo, porque el pasado día 17 un vetusto bombardero B-52 realizó la primera prueba de un misil hipersónico americano en el Océano Pacífico. Según la información oficial publicada por Washington, el test de este AGM-183A Air-launched Rapid Response Weapon fue un éxito, aunque no han trascendido más datos sobre lo sucedido. Una cosa está clara: la prueba tenía como objetivo lanzar un mensaje claro a China. En Pekín, no obstante, saben que Estados Unidos no tendrá un sistema de defensa de misiles hipersónicos al menos hasta 2034. Esta vez, los chinos y los rusos parten con ventaja.
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Alfonso Torices (texto) | Madrid y Clara Privé (gráficos) | Santander
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Sara I. Belled, Clara Privé y Lourdes Pérez
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