IvÁN MATA

Matteo Zuppi, de mediador con ETA a candidato más papable

El arzobispo de Bolonia, notario del desarme de la organización terrorista, ha sido elegido nuevo líder de la Iglesia italiana, lo que acentúa su candidatura para el futuro cónclave que elegirá al sucesor del papa Francisco

PEDRO ONTOSO

Domingo, 19 de junio 2022, 00:30

En 1981, cuando el joven seminarista Matteo Zuppi fue ordenado sacerdote, ETA llevaba 13 años asesinando: 348 muertos en su nómina, de los que 319 se habían producido en democracia. El cura italiano, un hombre sencillo que conecta con la gente, estaba entonces volcado con ... los más pobres, encardinado en la parroquia de Santa María, en el barrio romano del Trastévere. El templo hace pared con el palacio de San Calixto, donde vivía el cardenal Roger Etchegaray, figura dominante en el lobby vasco en el Vaticano. A muy pocos metros se encuentra la sede de la Comunidad de San Egidio, bregada en la resolución de conflictos internacionales.

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Zuppi (Roma, 1955) había estudiado en el liceo Virgilio, un emblemático establecimiento en el que se han formado figuras del catolicismo social y político. Entre ellas, Andrea Riccardi, fundador de San Egidio y mentor del joven eclesiástico. Pudo haber tirado hacia la vida mundana, pero prefirió dedicar sus horas libres y fines de semana a los niños de los barrios marginales de la ciudad del Tíber, la que no sale en las postales. En efecto, la atención a inmigrantes, parados, ancianos, enfermos y desheredados es una de las labores de la comunidad, pero la combina con el diálogo interreligioso y otra actividad más discreta, y secreta, como es la mediación en conflictos. Se les conoce como 'la ONU del Trastévere' por su diplomacia paralela y silenciosa de la Santa Sede.

La Iglesia italiana se resiste a investigar la pederastia. Matteo Zuppi va a ser el brazo ejecutor de Francisco contra la omertá

En 1990 Zuppi y Ricardi lideraron la mediación entre el Gobierno de Mozambique, los socialistas del Frente de Liberación (Frelimo), y el partido Resistencia Nacional Mozambiqueña (Renano), que cristalizó en los Acuerdos de Paz de Roma y supuso el fin de la guerra. A partir de ahí intervinieron en otros conflictos, lo mismo en Ruanda o Burundi que en Nepal. Fue esa experiencia la que acercó a Zuppi a Euskadi, ya en 1994, para mediar entre ETA y los distintos Ejecutivos españoles. Es una persona inteligente, capaz, y muy paciente.

No lo ha debido hacer mal porque en 2012 Benedicto XVI le hizo obispo auxiliar de Roma y en 2015 Francisco le aupó al arzobispado de Bolonia, antes de nombrarle cardenal en 2019. Zuppi participó en abril de 2017 en el acto de desarme de ETA celebrado en Baiona, donde recibió la carpeta de los depósitos de armas (ocho zulos). Su presencia levantó críticas en una parte de la Iglesia vasca, al considerar que implicaba al Vaticano en una iniciativa que no contaba con el suficiente consenso. El arzobispo acudió a la capital labortana como «testigo moral y mediador en procesos de reconciliación». No representaba a la Santa Sede, pero contaba con las bendiciones de la Secretaría de Estado, al tanto de su intervención. Es una persona muy libre, sin ataduras institucionales.

Ahora acaba ser elegido por el papa Francisco nuevo presidente de la Conferencia Episcopal Italiana. Figuraba en una terna junto a otros dos monseñores, pero el pontífice argentino se decidió por un purpurado «con autoridad» y carisma, muy pegado, además, a su círculo de confianza y a su programa de pontificado. La designación no solo acentúa su liderazgo, sino que certifica el respaldo que tiene por parte de Francisco. Este movimiento, toda una señal en una figura progresista alineado con las reformas del Papa, refuerza su candidatura como papable en un futuro cónclave, pero también le expone al 'fuego amigo' en asuntos espinosos que pueden terminar quemándole.

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Supone un golpe de timón en la jerarquía italiana, que se resistía a una investigación sobre el escándalo de la pederastia. Una excepción en la Iglesia internacional. Francisco estaba por esa labor y ahora Matteo Zuppi va a ser el brazo ejecutor para certificar el final de la omertá. No lo tendrá fácil en una institución que se considera autosuficiente para iniciar un proceso sin auditorías externas. De momento, la investigación solo se va a remontar hasta el 2000, lo que ha decepcionado ya a las víctimas. Pero si a algo está acostumbrado el cardenal es a trabajar con víctimas, sean de las agresiones que sean.

Quiniela sobre el cónclave

La designación de Zuppi llega en un momento especial, cuando las quinielas sobre un futuro cónclave han salido a pasear, espoleadas, sobre todo, por las dolencias de un Papa que necesita una silla de ruedas en su vida diaria, y el anuncio de un consistorio extraordinario de cardenales, pese a que el motivo fundamental sea el de socializar la reforma del gobierno del Vaticano tras la entrada en vigor de la constitución 'Praedicate Evangelium'. Ahora habrá 132 purpurados electores (con menos de 80 años) y el 62% de ellos habrán sido designados por Francisco, lo que no garantiza que se continúe con el camino de las reformas. Muchos de los nuevos cardenales provienen del Tercer Mundo, en línea con el gusto del Papa por las periferias, y la mayoría ni siquiera se conocen.

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Sí son conocidos Luis Antonio Tagle, arzobispo emérito de Manila, prefecto (ministro) de la estratégica Congregación para la Evangelización de los Pueblos y presidente de Cáritas, y Pietro Parolín, secretario de Estado (primer ministro), ambos con muchas posibilidades. Lo que parece claro es que la carrera para 'murmurar' sobre 'il successore' ya está abierta. Matteo Zuppi, con una imagen franciscana de sacerdote de la calle (todavía se desplaza en bicicleta), una influyente red de contactos internacionales, una acreditada habilidad para el diálogo y plenamente identificado con la línea ideológica y eclesial de Francisco, aparece en la 'pole position' para suceder a Francisco.

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