Estados Unidos, Arabia Saudita, Marruecos o Turquía arrastran un largo historial de asesinatos selectivos, como el de Al-Zawahiri esta semana, con aviones no tripulados que llegan a costar la mitad que un F-16
La operación de asesinato selectivo, concluida esta semana con la muerte del terrorista Ayman al-Zawahiri, líder de Al Qaeda, se coció a fuego lento en la sala de situación de la Casa Blanca. El último día, Joe Biden siguió en directo el disparo del ... misil desde un dron que acababa con la vida del hombre sentenciado por sus servicios de inteligencia meses atrás. Como sus predecesores, este tipo de ataques en suelo de otras naciones con las que teóricamente no hay una guerra, requieren de la autorización del presidente de Estados Unidos. Suelen ser misiones escondidas, 'top secret', de las que se filtran pocos datos. Barak Obama tardaba 58 días en aprobar un objetivo, según un documento filtrado por la organización 'The Intercept'. Tres años después de su elección en 2009, Obama había señalado al menos 35 'objetivos' en Afganistán, 16 en Yemen y 4 en Somalia. En cambio, Donald Trump autorizó 36 «operaciones especiales» con drones en sus primeros 45 días.
En diez años (de 2010 a 2020) Estados Unidos ha efectuado más de 14.000 ataques, que han causado la muerte de entre 9.000 y 16.000 personas, según la filtración. Sólo en un año, 2016, los «combatientes enemigos eliminados» fueron alrededor de 4.000, afirma Ian Shaw, investigador de la Universidad de Glasgow y autor de la obra 'Predator Empire' ('Imperio depredador').
No es el único país que utiliza este procedimiento para dar caza a objetivos militares. Cuatro días antes que el Pentágono matara a Al-Zawahiri, el ejército de Marruecos fulminaba a un alto mando militar del Frente Polisario, el jefe de Estado mayor Khatri Saeed Barra. Sin reconocimiento por parte de las autoridades marroquíes, un portavoz de la organización saharaui en Europa daba algunos detalles: sucedió en un lugar no especificado del desierto cuando el militar regresaba de una reunión diplomática con enviados de Naciones Unidas.
Ante su efectividad, otros ejércitos se han volcado a desarrollar sus propias tecnologías de dron. «Se trata de vehículos aéreos no tripulados, UAV por sus siglas en inglés», explica Eugenio Villar, catedrático de Ingeniería Microelectrónica de la Universidad de Cantabria y miembro del proyecto ECSEL Comp4Drones, financiado por el Ministerio de Ciencia y la Comisión Europea. «En nuestro imaginario tenemos máquinas relativamente pequeñas, con hélices y cámara. Pero los drones militares pueden tener motores a reacción, como los aviones, y su piloto estar a miles de kilómetros, con un mando desde donde ver lo mismo que si estuviera a bordo». Entre Biden y Al- Zawahiri había más de 11.000 kilómetros.
Frente a los sofisticados Reaper del ejército norteamericano, China presenta el Baihang, Rusia su 'kamikaze' KUB, Arabia Saudita el CH4 Wing Loong y Turquía los Bayraktar. El modelo turco Akinci hizo su aparición en abril en una ofensiva contra posiciones kurdas en la operación 'Claw Look' (garras cerradas). En las montañas que hacen frontera con Irak, el objetivo es aniquilar a los militantes del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), que defiende la autonomía kurda y son clasificados como terroristas por el Gobierno turco. Los ataques con drones comenzaron a una decena de kilómetros de la frontera con Turquía y prosiguió hasta 280 kilómetros dentro de territorio iraquí, denuncia la organización Community Peacemaker Teams, que apoya a «pacificadores» en zonas en conflicto.
Estos drones armados, en palabras del ministro de Defensa turco, Hulusi Akar, «alcanzaron los objetivos con total precisión». El último reporte oficial indica que «289 terroristas fueron neutralizados», contabilizaba el ministerio turco en Twitter, donde publicita cada ataque letal.
A diferencia de los misiles que disparan los Reaper norteamericanos, que no tienen explosivos y sí unas largas cuchillas, los artefactos turcos lanzan bombas, como sucedió en el aldea Totakli iraquí en la que el gobierno turco anunció la muerte de tres oficiales y seis soldados del PKK. Los drones son usados también por milicias, como la proiraní Saraya Ababil. El medio local Al Mayadeen reportó ataques con drones Murad 6 «suicidas» contra la base militar turca Siri y el campamento Barukhi, aunque no se notificaron víctimas.
El riesgo de atentados existe en todos los países. En España, por ejemplo, aunque no se han reportado ataques selectivos dentro del territorio nacional, existen dispositivos de seguridad desplegados sobre ciudades enteras, como Madrid, en infraestructuras críticas como aeropuertos y hospitales, y en eventos específicos, como la Copa del Rey de vela de esta semana, donde participó el rey y se interceptaron tres drones en un solo día.
Se trata de entramados de antenas y sistemas portátiles que pueden cubrir un radio de 12 kilómetros. «Por medio de dispositivos de inteligencia artificial, el sistema de radiofrecuencia pueden captar la ubicación exacta tanto del dron como del piloto», explica Rafael Pedroza, subinspector del Servicio de Medios Aéreos de Baleares de la Policía Nacional. «Al detectarlos, se inhibe la señal, lo que hace que el dron regrese al lugar de despegue, y agentes de paisano llegan hasta el piloto».
Ofensiva comercial
Las milicias, guerrillas y ejércitos del mundo, sin embargo, no han inundado los cielos con estas sofisticadas y secretas armas debido a su alto precio. No se tratan de aparatos de cientos de euros, como los que se pueden comprar en cualquier tienda de electrónica. A pesar de que los drones domésticos pueden adaptarse para arrojar bombas y granadas, como se ha visto en la defensa de Ucrania frente a la invasión rusa, los que se usan en el asesinato selectivo pueden alcanzar los 30 millones de euros por unidad, como el MQ-9 Reaper, «la mitad de los 55 millones estimados para un F-16», escribe Zachary Morris, mayor del ejército de Estados Unidos.
Cambiar la flota de «viejos» Predator, con una vida útil de hasta 15 años, por los nuevos Reaper requiere una inversión de 2.100 millones de euros. Pero el «verdadero gasto», dice el experto, está en su mantenimiento: unos 160 millones de euros anuales para la escuadra. En total, operar con el escuadrón de 7.500 drones de diferente tamaño y funcionalidad requiero al Pentágono una partida anual de 10.000 millones de euros.
China, uno de los grandes fabricantes de ese tipo de armamento, ha vendido drones armados del tipo 'Blowfish A2' a Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Pakistán, según denunció el secretario de Defensa de los Estados Unidos, Mark Esper. Esos drones, vendidos en «cantidades significativas» desde 2019, llevan mortíferos proyectiles de 60 milímetros y lanzagranadas de 40.
Además, «eliminar» a objetivos tan específicos como altos mandos enemigos, como exige el protocolo que firmó Obama y se saltó Trump, exige una enorme logística previa por parte de los espías. En el asesinato de Al-Zawahiri demoraron casi ocho meses, el promedio para atentar también en otros territorios, como Somalia.
Arabia Saudí sigue este ejemplo en Yemen; mientras que en Libia, el gobierno reconocido por la ONU usó STM Kargu-2 para perseguir a la facción opositora Khalifa Haftar, según la publicación 'Bulletin of the Atomic Scientists'. Pero la información de otros países no se ha filtrado como sucede con la de Estados Unidos, donde los archivos de Snowden abrieron una brecha para que la opinión pública conociera algunos de los secretos del exterminio con naves no tripuladas.
Su empleo es constante. Israel, que el pasado junio perdió uno de estos artefactos en la Franja de Gaza, volvía el viernes a reforzar su despliegue en la zona, que incluye el envío de drones para interceptar a milicianos palestinos en una de las fronteras
ELIMINADOS DESDE EL AIRE
Siria, julio de 2022
Maher al Agal
Era uno de los cinco «líderes supremos» del Estado Islámico. El 12 de julio de este año, cuando Al-Aqal conducía una motocicleta en Khaltan, un pueblo sirio del distrito de Jindires, fue asesinado con el disparo de un dron, junto a uno de sus lugartenientes. En el lugar no había rastros de explosión y sólo despojos pequeños de la máquina y los cuepos.
Afganistán, julio de 2022
Ayman Al-Zawahiri
Un misil sin explosivos, sólo con la fuerza de su caída y el filo de sus cuchillas, alcanzó al líder del ISIS, responsable de los atentados del 11S, cuando se asomaba a un balcón en una residencia que le servía de escondite en el centro de Kabul. Vivía con su esposa e hija, que no sufrieron lesiones. El arma fue un misil Hellfire, lanzado por el dron Reaper MQ9 de última tecnología.
Sáhara Occidental, julio de 2022
Khatri Saeed Barra
El jefe de Estado Mayor del cuarto distrito militar del Frente Polisario fue asesinado por el ejército marroquí, según acusan los portavoces de la organización saharaui separatista, que mantienen que volvía de una reunión con emisarios de Naciones Unidas. Fue alcanzado por el bombardeo efectuado desde un dron el 27 de julio de este año.
Siria, marzo de 2017
Abu Khayr al-Masri
Otro de los responsables del ataque contra las Torres Gemelas. Fue liquidado en Idlib, Siria, con un dron del Pentágono. El misil Hellfire dejó un limpio hueco en el techo del vehículo del hombre de confianza de Al-Zawahiri en la dirección de Al Qaeda. Fue el primer objetivo importante de la era que inauguró Donald Trump.
Irak, enero de 2020
Qassim Suleimani
El general iraní, uno de los brazos fuertes del gobierno de Ali Jamenei, fue asesinado por un dron. La operación fue ordenada por Donald Trump. El exdirector de la Fuerza Quds de la Guardia Revolucionaria Islámica iba en un convoy por los alrededores del aeropuerto de Bagdad cuando le alcanzó la carga de un Reaper, que en esa ocasión sí causó una fuerte explosión.
Yemen, enero de 2019
Jamal al-Badawi
El ejército norteamericano asesinó al autor intelectual del atentado suicida contra el destructor USS Cole con un «ataque de precisión». Había sido condenado y escapado dos veces de prisión en Yemen. Finalmente, le dieron caza en la gobernación yemení de Marib. Las fuerzas estadounidenses se trasladaron al lugar para corroborar la identidad del objetivo, que sólo entonces fue divulgada por el gobierno.
Somalia, enero de 2012
Bilal al-Berjawi
Era ciudadano británico pero a partir de 2007 se adiestró con el ISIS en Somalia. Volvió a Londres después de ser arrestado en Kenia. Allí recaudaba fondos para la célula terrorista de Al-Shabab. Regresó a África después de que le quitaran la ciudadanía inglesa en 2010. Un avión no tripulado lo mató en enero de 2012, aunque los medios no informaron de su deceso hasta un año más tarde.
Víctimas civiles y ejecuciones extrajudiciales en la mira
n la aldea de Tutaqal, en la frontera iraquí, Aram Haji Kaka Khan, de 43 años, e Ismaeel Ibraheem, de 50, escucharon un ataque aéreo en la madrugada del 17 de abril de este año. Varias horas después, los cuñados se acercaron al lugar y subieron a las personas heridas a su coche, que voló en pedazos, cuando un dron TAF del ejército de Turquía les alcanzó con un misil. Fueron las primeras víctimas civiles de la operación 'Claw Lock', asegura la organización Community Peacemaker Teams.
Esta semana, cuando el Pentágono asesinó a Al-Zahawiri, se preocupó por subrayar que no hubo víctimas civiles. En un programa de asesinatos por control remoto, caracterizada por la falta de precisión, ésa era la verdadera noticia. Una filtración de datos del ejército de Estados Unidos permitió calcular que entre 2010 y 2020 habían muerto entre 910 y 2.200 civiles en unas 14.000 «operaciones especiales», de las que medio millar podrían ser menores de edad, indica The Bureau of Investigative Journalism, que procesó los documentos.
Hay, en todo caso, «falta de transparencia», indica Amnistía Internacional (AI). Estos asesinatos selectivos y las víctimas civiles que implica «viola la prohibición de privación arbitraria de la vida», sentencia AI. En el derecho internacional se consideran «ejecuciones extrajudiciales» si no se intenta «arrestar a los presuntos delincuentes», si no ofrecen «resistencia armada», si no «representaban una amenaza inminente» o no reciben «advertencia previa».
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