Fotoilustración: Noelia Martínez

Maia Saindu,el 'David' moldavo

Perfil ·

La recién reelegida presidenta del país oriental se enfrenta a grandes retos geopolíticos y económicos

Domingo, 10 de noviembre 2024, 00:12

Los moldavos siguen el compás de su presidenta. No es una metáfora de su poder, sino una realidad flagrante. La jefa el Ejecutivo en este pequeño país europeo creó en 2015 una plataforma electoral que se denominaba 'Sigue el ritmo de Maia Sandu'. Gozó de ... tanto éxito que se convirtió en el embrión del Partido de Acción y Solidaridad, la formación gubernamental y mayoritaria en el Parlamento. Esa capacidad de seducción se ha manifestado de nuevo en las elecciones celebradas hace una semana, que volvió a ganar, aunque de manera ajustada. La antigua república soviética prosigue su camino hacia Europa, aunque Bruselas aún queda lejos.

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La diplomacia es una condición sine qua non para sobrevivir en la dirección de Moldavia, con una superficie similar a la de Cataluña y 2,5 millones de habitantes, tantos como los vecinos de Castilla-León. En 1972, cuando nació, su patria dependía de Moscú y hoy es independiente, aunque sometida a grandes tensiones y fuerzas centrífugas. Al este, el territorio situado entre el río Dniéster y la frontera con Ucrania se desgajó y forma la república de Transnistria, no reconocida por la comunidad internacional. Al oeste, la división se vuelve canto de sirena. Rumanía, con quien mantiene intensas conexiones culturales, ejerce una gran atracción para el 40% de la población, deseosa de la unión política. La propia presidenta, que tiene doble pasaporte, se ha mostrado partidaria de renunciar a la soberanía en un hipotético referéndum al respecto.

El trabajo público ha sido la tónica de Sandu desde que se licenció en las academias de Estudios Económicos y Administración Pública de Chisinau, la capital moldava. Su músculo como gestora se forjó en el ministerio de Economía, donde ejerció diversos cargos, y en la oficina local del Banco Mundial. En 2010 marchó a Estados Unidos para estudiar en la Universidad de Harvard y durante dos años asesoró al Director Ejecutivo de la anterior institución financiera.

El posterior regreso a su país la situó ya en el primer plano político. En 2012 asumió la cartera de Educación y emprendió la renovación del sistema de enseñanza. También tuvo encomiendas aún más peliagudas. Sandu hubo de dirigir la investigación que demostró que el primer ministro Chiril Gaburici había falsificado sus documentos académicos y que provocó su dimisión. Esta circunstancia la llevó a convertirse en candidata del partido gobernante de centro derecha, liberal y europeísta, pero sus desavenencias con la dirección la llevaron a impulsar su propio proyecto político y, desde entonces, a imponer el tempo.

La victoria electoral de 2020 le proporcionó la ocasión de plantear su estrategia, encaminada a lograr los estándares necesarios para solicitar la inclusión en la Unión Europea. La reforma judicial era el caballo de batalla, pero todo se ha complicado con la guerra en la vecina Ucrania. El país mantiene un conflicto interior similar al padecido por el régimen de Kiev y la sombra bélica también se cierne en el norte separatista. Además, Moldavia acoge a más de 100.000 refugiados.

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Despoblación y corrupción

La presidenta ha intentado contemporizar con el Kremlin manteniendo su postura prooccidental, un difícil encaje de bolillos sobre todo por la existencia de una fuerte oposición prorrusa. La polarización resultó evidente en los últimos comicios en los que Alexandre Stoionaglo, su principal contrincante y ex fiscal general, venció en Transnistria, Gagauzia, otra región que ansía la segregación, y en Balti, la segunda ciudad.

El triunfo de Sandu se pergeñó fuera de Moldavia. Los votos de la diáspora permitieron que conservara el poder ejecutivo. Se habilitaron urnas en 37 países, y es que el 44% de sus ciudadanos vive más allá de sus fronteras, prueba de las graves dificultades económicas que experimenta este país, el más pobre del continente. Desde su independencia en 1991 ha perdido más del 17% de su población y el 41% de la que permanece en su hogar subsiste bajo el umbral de la pobreza. En este panorama, la esperanza de progreso de su juventud radica en la emigración.

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La corrupción es otro gran problema, con el desfalco de 1.000 millones de euros como mayor escándalo. Aún se desconoce la identidad de los inductores de la operación que permitió adquirir los tres principales bancos y sustraer depósitos por esta cantidad. El principal sospechoso es el oligarca y político Ilan Sor, vinculado a Rusia.

Las disensiones entre europeístas y nostálgicos de la Unión Soviética pueden hacer descarrilar el plan de modernización

La nueva andadura de la presidenta se antoja difícil por la alianza de rivales internos y grandes enemigos exteriores. Bruselas alienta su espíritu liberal y honesto, pero Putin no ha reconocido el resultado de las elecciones y la priva de legitimidad. Aunque Moldavia goza de ayuda financiera directa de la Unión, en el plano militar su declarada neutralidad la hace vulnerable.

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Las disensiones entre lo europeístas y los nostálgicos de la Unión Soviética pueden hacer descarrilar el proceso de modernización. Hace dos años se produjeron manifestaciones contra la occidentalización, promovidas por los socialistas prorrusos. Maia Sandu ha de enfrentarse al reto de fomentar el desarrollo en una atmósfera adversa. Esta economista, soltera y sin grandes recursos personales, se antoja David frente a un gigante Goliath.

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