'Kumbh Mela', el mayor espectáculo del mundo
45 días que sacuden India. ·
Prayagraj se convierte cada doce años en el vórtice religioso del planeta. Sólo en su inauguración, los baños reunieron a 35 millones de devotosSecciones
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45 días que sacuden India. ·
Prayagraj se convierte cada doce años en el vórtice religioso del planeta. Sólo en su inauguración, los baños reunieron a 35 millones de devotosPese al anuncio de buen tiempo, se ha adueñado de Prayagraj, en el estado indio de Uttar Pradesh, un cielo encapotado, bajo y sucio no tanto por la luz gris del amanecer como por las fogatas que arden a orillas del río y el polvo ... que levantan miles de peregrinos que se acercan al Sangam embozados en sus mantas, los ojos inyectados por una mezcla de devoción y cansancio. Llegan de todo el país: de Maharastra, de Bihar, de Tamil Nadu, de Bengala, sabedores de que la conjunción astrológica del sol, la luna y Júpiter en este arranque de 2025 abre una ventana de oportunidad para romper el ciclo de las reencarnaciones, purificar los pecados y cultivar el conocimiento de uno mismo. Quieren sumergirse en la confluencia de los ríos Ganges, Yamuna y el mitológico Sarasvati, los conocidos como 'shahi snan', baños reales, que liberan el alma y protegen a las siguientes 88 generaciones. Un espectáculo instalado en la desmesura, la mayor concentración humana del planeta: si el último Maha Kumbh Mela celebrado allá por 2013 superó los 100 millones de asistentes, el de este año se espera que alcance los 450 -la población de Estados Unidos y Canadá-, según estimaciones del Estado de Uttar Pradesh. Sólo el primer día, los baños recibieron la visita de 35 millones de devotos.
El geolocalizador del móvil señala que nuestro campamento está literalmente sobre el cauce del río; las tiendas se levantan sobre un lecho arenoso que es zona inundable y que emerge solo en época de sequía. Forma parte del Sector 25 que se levantó al término del Monzón, lo que supone un plazo de apenas cuatro meses para construir una ciudad de la nada y alojar a esa muchedumbre que se derrama a un ritmo incesante. Hablamos de 100 kilómetros cuadrados, la superficie de Zaragoza, que empezará a desmontarse con la misma celeridad el próximo 26 de febrero, cuando los fastos hayan concluido y las aguas, por así decirlo, vuelvan a su cauce.
Quinientos kilómetros de caminos sobre planchas de metal, 160.000 alojamientos temporales -algunos, no todos, equipados con agua corriente, red de fecales, tendido eléctrico-, cerca de 50.000 agentes para garantizar la seguridad, 7.000 autobuses desplegados por orden de las autoridades locales, 150.000 aseos portátiles... El presupuesto ronda los 1.000 millones de dólares, una inversión que las autoridades locales están seguros de que recuperarán con creces.
100 kilómetros cuadrados
ocupa la ciudad provisional que acoge la oleada de peregrinos, la superficie de Zaragoza.
Nada es suficiente para una cita que atrae todas las miradas y que agotó hace ya semanas las plazas para viajar desde Delhi, Bombay, Calcuta o Chennay. Los peregrinos llegan en coche, en autobús o camello, a pie o en rickshaw, esas tartanas montadas alrededor de una moto, atestadas y renqueantes, con su petardeo tuberculoso que son ya parte del paisaje de India. «Llegan exhaustos, pero sostenidos por una fe y una creencia inquebrantable», escribió Mark Twain cuando visitó el lugar a finales del siglo XIX. Como sucede ahora, por muchos cambios que se hayan producido. Hay cámaras por todas partes -2.700, según las autoridades- y drones, que se sirven de la IA para controlar aglomeraciones y anticiparse a avalanchas como la que en la edición de 2013 se cobró la vida de 36 personas; también para identificar a gente que se ha perdido o está desaparecida.
El Kumbh Mela se basa en el mito hindú del 'batido del océano de leche', que remite a un tiempo lejano en el que los dioses (devas) y los demonios (asuras) batallaron por un cántaro de néctar que otorgaba la inmortalidad. La lucha se prolongó durante 12 años y en su transcurso se derramaron cuatro gotas de esa poción sobre otras tantas ciudades hindúes, todas a la orilla de un río:Haridwar, Nasik, Ujjain y Prayagraj, localidad esta última de 1,5 millones de habitantes a orillas del sagrado Ganges que estos días multiplica su población por 30 al acoger el Maha Kumbh Mela, el mayor de todos. Esa epopeya armada alredor de una amalgama de deidades y demonios es el eje troncal de la cultura del país más habitado del planeta; también el que más contrastes ofrece, capaz de registrar los índices de pobreza más altos y, al mismo tiempo, de orbitar satélites, construir la bomba atómica y condicionar la economía mundial.
Prayagraj se convierte así en un auténtico polo magnético de la espiritualidad y en su calidad de tal atrae a cientos de sectas, de cofradías y de personajes cuya manera de conducirse puede hacernos dudar sobre su salud mental, pero que por estas latitudes son auténticos referentes depositarios de la verdad suprema. Las muchedumbres no dan tregua. La madrugada del día 13, centenares de miles desembarcan en la ciudad en rickshaw, en bici, en coche, a pie... «¿Ha visto alguna vez algo tan bello?», nos interpela Swami Avdhesanand Giri, máxima autoridad entre los gurús que reinan sobre las órdenes monásticas (akharas), al frente del gigantesco desfile que se dirige al extremo sur del Sangam para inaugurar el baño. Aquí es posible ver desde hijras (transexuales) dedicadas al cultivo de las artes, hasta naga sadhus que pasean su desnudez cubiertos de cenizas, los cuerpos expuestos a pruebas de dureza extrema como las mutilaciones genitales, aunque eso no impida verlos tirar de iPhones de última generación, gafas Rayban y suficientes reservas de cannabis como para tumbar a un búfalo de agua.
Son estos, con diferencia, los personajes más emblemáticos del Kumbh Mela. Dejan atrás sus posesiones más preciosas y se consagran a la búsqueda de la espiritualidad, aunque ello signifique convertirse en seres errantes, expuestos al calor sofocante, las lluvias torrenciales, el hambre y la mugre. «Su renuncia -explica Agustin Pániker, editor, escritor y especialista en India- es en aras de la búsqueda de sí mismos, y tiene por meta liberarse del egoísmo, el deseo y la ilusión».
450 millones
de personas pasarán por Prayagraj hasta el 26 de febrero, en total 45 días de festival.
Representan el cliché más sobado de Occidente, igual que las cobras que bailan al son del bansuri, las películas de Bollywood o el sistema de castas (que, pese a prohibir la Constitución, todavía fuerza a muchas parejas a huir a las grandes ciudades ante el repudio familiar). Muchos han dejado atrás familias y empleos. Como Uttam Giri, 55 años, natural de Ujjain y, en otra vida, gerente de desarrollo de negocios. Habitual del Raja Ghat de Benarés, Uttam cuenta las horas para sumergirse en el Sangam. Su aspecto pordiosero puede llevar a engaño, ya que el sadhu es un hombre santo, respetado y venerado, pero también temido; lo mismo se comporta como un mago que como un brujo y conviene estar a buenas con él.
Además de los naga, un rápido vistazo permite identificar a personajes de todo pelaje y condición, como los urdhwavahurs, que someten el cuerpo a severas austeridades y penitencias; o los parivajakas, que han hecho voto de silencio; o los kalpvasis, que no se apartan del río y dedican su tiempo a meditar y a bañarse continuamente. También sadhvis, mujeres santas que representan el 10% de los 5 millones de sadhus repartidos por el país. Aunque quizá nadie como Amar Bharati, antiguo trabajador de banca, casado y con dos hijos, que lleva 51 años con el brazo derecho levantado y que es ya incapaz de articularlo. Al igual que los que han decidido pasar toda su vida de pie, cuenta ya con un nutrido grupo de imitadores.
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