Un guardia y un responsable las elecciones transportan una urna para los comicios en la isla Inishbofin, en Irlanda. REUTERS

Irlanda vota sacudida por la rabia

El Sinn Féin no gobernará, pero su popularidad entre los jóvenes puede fracturar el bipartidismo tradicional de la república

IÑIGO GURRUCHAGA

Corresponsal. Londres

Viernes, 7 de febrero 2020, 21:34

La economía de Irlanda podría causar envidia en los demás países de la Unión Europea. El Producto Interior Bruto habría crecido más del 4% en 2019 y el desempleo, que hace una década afectó al 15% de la población activa, se estima en un 4. ... 5%. Pero, en las elecciones que se celebran este sábado, se espera un amplio rechazo al sistema bipartidista de la república.

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El caso irlandés no es en ese sentido original. Lo que es único es que en los dos últimos sondeos publicados el 25% de los electores expresa su intención de votar por el Sinn Féin, asociado históricamente al IRA. No obtendrá suficientes diputados para gobernar y los dos principales partidos desde la creación de la república, en 1937, no quieren coaligarse con ellos.

ÚLTIMOS SONDEOS:

  • 25% de los electores expresan su intención de apoyar a la formación históricamente asociada al IRA. Puede ser la primera fuerza, pero tendrá difícil alcanzar el poder.

Leo Varadkar, el primer ministro, ha intentado rentabilizar en la campaña su gestión de la amenaza del Brexit abrupto a la economía irlandesa. Logró la lealtad de los negociadores comunitarios y selló con Boris Johnson un pacto que permitió a Londres consumar la marcha de la UE, sacrificando su compromiso con los unionistas norirlandeses de no crear controles fronterizos entre la provincia del Norte y el resto de Reino Unido.

La herencia de la monumental crisis financiera en 2008 es pesada en la economía familiar (deuda de 120% de la renta anual disponible), también en la hacienda pública(43.000 euros por cada habitante), pero la extraordinaria austeridad impuesta tras el colapso de gran parte de su sistema bancario ha amainado. El próximo Gobierno heredará un pequeño superávit en las cuentas y 11.000 millones para invertir.

Éxitos diplomáticos y una clara mejoría en la economía no han evitado la extensión también en Irlanda de una rabia contra el sistema de gobernación. En la campaña electoral, las prioridades de los votantes no han sido abstracciones económicas o asuntos de Estado, sino dos áreas que afectan a la calidad de vida.

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Ningún país de la UE alcanza el 19% del gasto público en el sistema de salud, pero el tiempo de espera para ser recibido por un especialista y el caos de los servicios de urgencia desnudan las carencias de una estructura dual, pública y privada, que paga cantidades exorbitantes por medicamentos a las multinacionales asentadas en Irlanda para beneficiarse de su fiscalidad (12.5%) sobre los beneficios de las empresas.

La gran paradoja del otro malestar entre los irlandeses es que sea precisamente la falta de viviendas asequibles, tras padecer una década de austeridad por la excesiva construcción en el boom inmobiliario que provocó la crisis financiera. Ambos asuntos señalan a deficiencias en la gobernación y explicarían el malestar con respecto a los dos grandes partidos.

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In memoriam

El Fianna Fáil, que ha gobernado más tiempo que ningún otro partido, se ha recuperado del desprestigio que sufrió durante la crisis, que desveló una gran corrupción en las relaciones entre políticos, bancos y grandes empresas constructoras. Si los sondeos son acertados, el sistema electoral le dará el mayor número de diputados.

Su líder, Micheál Martin, ha sostenido al Gobierno de Varadkar en un pacto parlamentario durante cuatro años. El desgaste del primer ministro de Fine Gael, habitual segundo en las elecciones irlandesas y catapultado al poder tras la crisis, se debe en parte a su percibida arrogancia. El médico, hijo de médico, pertenecería a esa élite metropolitana y cosmopolita acusada ahora en medio mundo de vivir en una burbuja.

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Que el beneficiado de ese malestar sea el Sinn Féin de este sábado, vinculado al IRA Provisional que causó más muertos que ninguna otra fuerza en su guerra terrorista del Norte, causa consternación. Dan O'Brien escribía esta semana en el diario 'Independent' que «Sinn Féin es, tras la disolución de ETA en el País Vasco, el único partido de Europea Occidental con un ejército privado».

El proceso de paz en Irlanda del Norte no concluyó con la disolución del IRA, que prometió permanecer inactivo. Pero comentaristas irlandeses afirman que una especie de politburó en la sombra marca directrices a los electos del Sinn Féin, ahora liderado por una mujer dublinesa de clase media, Mary Lou McDonald.

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Su campaña ha sido afectada en los últimos días por la denuncia de la madre de Paul Quinn. Tenía 21 años cuando, como consecuencia de una disputa con miembros de un comando local del IRA en la frontera irlandesa, fue conducido a una granja donde varios hombres le golpearon hasta matarlo. Nadie ha sido procesado por su asesinato.

El consejero de Finanzas del Ejecutivo compartido de Belfast, Connor Murphy, vecino del mismo condado fronterizo, calificó a Quinn de delincuente tras su asesinato. Ha pedido disculpas tras la intervención nítida de McDonald condenando el crimen, a petición de la madre. Pero los votantes jóvenes del Sinn Féin no acarrean el fardo del pasado que define los principios de sus mayores.

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