Indultos, cierre de fronteras y petróleo: así comenzará el mandado de Trump
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El nuevo presidente prepara una batería de medidas efectistas y de cumplimiento inmediato para sus primeras horas en el cargoEn un país inexorablemente dividido y polarizado, hay un punto de coincidencia tan inquietante para unos como esperanzador para otros. Cuando Donald Trump sea investido presidente por segunda vez el próximo lunes 20, no se producirá un simple cambio de gobierno, sino que habrá un ... antes y un después en la historia de Estados Unidos. Como prueba, un telón de fondo cargado de tensiones políticas y expectativas desbordadas, que el magnate piensa seguir impulsando.
Desde su entrada en la política en 2015 con un descenso teatral por la escalera mecánica de la Trump Tower, hasta su uso del 'Air Force One' como telón de fondo para sus mítines con banda sonora de 'Odisea del Espacio 2001', el nuevo presidente ha demostrado ser un maestro en los golpes de efecto y tener una habilidad única para transformar los momentos ordinarios de la política en símbolos visuales de poder y acción. Tras su juramento, el primer día de su mandato será su oportunidad para escenificar el cumplimiento inmediato de sus promesas más emblemáticas y enviar un mensaje contundente a sus seguidores y detractores: Trump ha vuelto. Y va en serio.
Durante la campaña ha utilizado hasta la saciedad la fórmula de prometer cambios visibles desde el «primer día». Acciones inmediatas que solucionen de un plumazo problemas complejos, como muestra de su eficacia frente a la parálisis de un gobierno corrupto. En un repaso a dos años de mítines, Axios ha encontrado 59 promesas para ese primer día, en el que los think tank de ultraderecha America First Policy Institute, Conservative Partnership y Heritage Foundation han propuesto 200 órdenes ejecutivas con las que hacerlas realidad. «No voy a esperar para ponerme a trabajar», ha prometido Trump. En uno de sus mítines llegó a bromear con poner «un pequeño escritorio» en los escalones del Capitolio donde será investido para firmar sobre la marcha las primeras «tres o cuatro» órdenes, de las 25 que se esperan. Sus asesores han dejado claro que el tema prioritario será el central de su campaña: cerrar la frontera y poner en marcha «la mayor deportación masiva de la historia de Estados Unidos».
«Tomará medidas decisivas sobre la seguridad fronteriza, frenando la inmigración ilegal, restaurando la ley y el orden y reforzando nuestra seguridad nacional, a la luz de los recientes ataques terroristas», ha anticipado su jefa de prensa, Karoline Leavitt, de 27 años, que se prepara para acompañarle hasta la Casa Blanca como la más joven portavoz de la historia. Se sentirá cómoda. Su tarjeta de presentación como candidata a diputada era 'Tolerancia CERO con la inmigración ilegal'.
La parte más fácil será la que propone su asesor más radical en cuestión de inmigración, Stephen Miller, quien ha adelantado que el presidente «cerrará inmediatamente la frontera», reinstaurando las medidas de su primer mandato. Ahí es donde empieza a colisionar la realidad paralela de Trump con la que dictan los datos, porque la frontera de Estados Unidos solo estuvo cerrada al turismo y viajeros no esenciales durante el primer año de la pandemia. De hecho, en 2019, el último de la presidencia del magnate antes del covid, las patrullas fronterizas registraron en la frontera sur 851.000 encuentros y expulsiones con inmigrantes indocumentados. Muchos menos que los dos millones del año pasado, pero mucho más que los 340.000 de Obama en 2011, según datos oficiales de Aduanas y Protección Fronteriza de EE.UU. (CBP, por sus siglas en inglés).
Una de sus decisiones más controvertidas y polémicas podría consistir en una orden ejecutiva destinada a anular el derecho a la ciudadanía de los hijos de inmigrantes nacidos en Estados Unidos. Trump ha dicho que dirigirá a las agencias pertinentes a «interpretar correctamente» la 14ª enmienda constitucional, que no puede ser más clara: «Todas las personas nacidas o naturalizadas en Estados Unidos, y por tanto sujetas a su jurisdicción, son ciudadanos de Estados Unidos».
Limitar el número de refugiados, reinstaurar políticas aceleradas para expulsar a los interceptados, resucitar la de 'Permanecer en Mexico' hasta que se dirima la solicitud de asilo, reiniciar la construcción del muro e incluso bloquear las ayudas federales a las ciudades santuario serán relativamente fáciles para este primer día en el que todas las cámaras estarán pendientes de su pluma. Cualquiera de ellas cumpliría el objetivo, sin suponer un impacto mayor para los once millones de inmigrantes indocumentados que se estiman en el país, ya que incluso las deportaciones por la comisión de delitos suponen menos del 0,5% en los tribunales (42 personas). Las asociaciones de ayuda a los inmigrantes se preparan para salir al rescate de los damnificados y los grupos civiles de oposición preparan manifestaciones.
En lo que también tiene la ley en su mano es en la absolución y conmutación de las penas impuestas a los 1.500 individuos enjuiciados por su participación en la insurrección del 6 de enero de 2021. Trump considera que muchos de estos «patriotas» fueron acusados «injustamente», por lo que les ha prometido clemencia «en la primera hora» de su mandato. Los juristas coinciden en que se trata de un derecho absoluto del presidente sin restricciones. Solo falta ver si incluirá a los 169 individuos imputados por infringir serios daños físicos a los agentes que defendieron el Capitolio de ese asalto, dado que las fuerzas del orden de todo el país han apoyado a Trump desde el principio por su inclinación a permitir la mano dura.
Solo hay dos cosas para las que el nuevo presidente ha prometido convertirse en «un dictador» el primer día: cerrar la frontera y perforar. De acuerdo a esta última, hay que esperar que restituya la licencia para el oleoducto canadiense Keystone XL, expanda la polémica técnica del 'fracking' en tierras federales, acabe con las subvenciones para coches eléctricos y cancele la introducción de biocombustibles en el Pentágono, entre otras medidas contra la llamada 'Green New Deal', que durante la campaña llamaba «Green New Scam» (Estafa Verde). El paquete destinado a reducir las emisiones y combatir el cambio climático nunca fue del gusto de sus bases, al haberse convertido en un cabeza de turco de la inflación. Su promesa de reducir los costes energéticos «a la mitad» es, a juicio de los expertos, tan imposible como la de expulsar a los más de once millones de indocumentados que viven en el país. El precio actual del galón de gasolina en Estados Unidos es, según AAA, de 3.69 dólares por casi cuatro litros. Reducirlo a la mitad lo haría económicamente inviable para la industria.
A la inmigración y las políticas contra el cambio climático se le unen los transexuales en la diana del republicano. Es de esperar que en su primer día firme medidas que anulen las protecciones que les ha garantizado el Gobierno de Biden. Será otro sector sacrificado para satisfacer a las masas.
La promesa en la que Trump parece estar dando marcha atrás es la de acabar con la guerra de Ucrania «en menos de 24 horas». Tras ganar las elecciones parece haber recapacitado sobre la complejidad de este conflicto, que ahora considera «más difícil que lo de Oriente Medio». Según dijo en diciembre en conferencia de prensa, «no será fácil». Ni Hollywood conseguiría una paz efectista en un solo día, pero si quiere dar credibilidad a su política exterior tendrá que ofrecer algo en poco tiempo. Puede que la OTAN sea una alternativa como cabeza de turco potencial.
El presidente ucraniano Volodimir Zelenski ha destacado la imprevisibilidad de Trump. «Solo espero que afecte también a Rusia», deseó. Ese factor sorpresa es el que mantendrá al mundo en ascuas y dará esperanzas tanto a quienes anhelan el cambio como a quienes lo temen.
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