mikel ayestaran
Sábado, 24 de diciembre 2022, 00:36
Itamar Ben Gvir espera que Israel retire las acreditaciones a los periodistas de Al Jazeera. El abogado ultraderechista piensa que ésta es la respuesta más razonable después de ver cómo el canal qatarí ha decidido llevar el caso de su periodista Shirin Abu Akhle, muerta ... por un disparo de un soldado en la cabeza, al Tribunal Penal Internacional. Ben Gvir (Jerusalén, 1976) sigue los pasos de su fuente de inspiración, el rabino estadounidense Meir Kahane, y no quiere testigos en unos territorios ocupados de los que pronto -como muy tarde a comienzos de 2023- será el encargado como nuevo ministro de Seguridad Nacional del gobierno de Benjamín Netanyahu. El líder de la formación radical Poder Judío se ha convertido en el principal aliado del Likud gracias a los 14 diputados logrados por la alianza de Sionismo Religioso en las últimas elecciones.
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Ben Gvir, que en las últimas semanas ha aparecido en dos ocasiones ante las cámaras pistola en mano amenazando a palestinos, hace gala de una imagen desaliñada, luce una kipá blanca torcida, rostro sudoroso, va rodeado de jóvenes que no paran de pedirle selfis, no pierde la oportunidad de posar ante cualquier cámara y si le ponen un micrófono delante vomita odio, homofobia, venganza y racismo. Sin filtros. Sus mensajes luego se hacen virales en redes sociales. Es un producto perfecto del sionismo religioso y cree en la supremacía de la ley divina y del pueblo judío.
Tras las elecciones del pasado noviembre, Israel regresa al pasado y recupera para la primera línea política el supremacismo de Kahane. El rabino estadounidense sacudió la política nacional en los años 80 con sus llamamientos a expulsar a los «perros» árabes, que le costaron la ilegalización de su partido, Kach, en 1988. Aspiraba a la pureza judía de un Estado regido por la Ley Judía (halacha), una especie de teocracia en la que todos los ciudadanos no judíos debían ser expulsados. Repudiado en la Knesset, donde le tacharon de «nazi», murió asesinado en 1990 en Nueva York tras una conferencia, víctima de los disparos de un empleado municipal de origen egipcio.
Durante años, Ben Gvir fue rechazado incluso por los sectores ultranacionalistas de Israel y eximido del servicio militar obligatorio por considerarle extremista. Descendiente de inmigrantes judíos iraquíes, el futuro ministro arrancó su carrera política con apenas 16 años, cuando se enroló en el ilegalizado Kach, en cuyas filas también figuraba Baruch Goldstein, el colono que asesinó a 29 palestinos en Hebrón en 1994. Hasta hace no mucho Ben Gvir mantuvo el retrato de Goldstein en la habitación de su casa en el asentamiento de Kiryat Arba, donde está enterrado el asesino de la Tumba de los Patriarcas y donde reside junto a su esposa y cinco hijos.
El nombre del líder de Poder Judío salió por primera vez en los medios en 1995, cuando tenía 19 años y apareció ante las cámaras de televisión con el logotipo de Cadillac del vehículo de Isaac Rabin diciendo que habían logrado llegar hasta su coche y que tarde o temprano «lo alcanzarían». Tres semanas después de esta amenaza, Rabin fue abatido a tiros por un compañero de Ben Gvir en Tel Aviv. Pagó con su vida el intento de lograr la paz con los palestinos.
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Entre 1995 y 2022, Ben Gvir combinó su activismo como colono con la defensa ante los tribunales de extremistas judíos acusados de «terrorismo». En las últimas elecciones el electorado israelí premió esta carrera radical con el 10% de los votos y se convertirá pronto en el ministro de Seguridad Nacional, una cartera que Netanyahu ha ampliado siguiendo sus exigencias. Un líder colono que apuesta abiertamente por la anexión de Cisjordania será el responsable de dar permisos para la expansión de los asentamientos.
Su programa no es secreto y aunque en sus últimas apariciones sus seguidores han 'moderado' el eslogan de «muerte a los árabes» por «muerte a los terroristas», Ben Gvir apuesta por aplicar la pena de muerte para «terroristas», la deportación de ciudadanos desleales» y la prisión para solicitantes de asilo.
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Otro de los mensajes que ha lanzado es la necesidad de hacer aún más permisivas las normas de los soldados para abrir fuego, que tengan una inmunidad total, y por eso no dudó en llamar al militar que esta semana mató en Huwarah al joven Ammar Mefleh, de 22 años, cuando estaba en el suelo desarmado. Ben Gvir le llamó «héroe» al tiempo que el Coordinador Especial de Naciones Unidas para el Proceso de Paz en Oriente Próximo, Tor Wennesland, se mostraba «horrorizado» por el vídeo en el que podía ver la actuación del soldado a plena luz del día.
Para analistas como Natasha Roth-Rowland, del portal informativo +972, «Ben Gvir no es la aberración que tantos de sus críticos quieren desesperadamente que sea, sino otro paso más en la evolución de los esfuerzos de Israel para mantener y expandir la supremacía judía a toda costa». La gran incógnita es saber si Netanyahu logrará o no controlar a su nuevo aliado en el poder.
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El kahanismo resucita en el año más sangriento de los últimos tiempos del conflicto entre israelíes y palestinos. Son 28 los israelíes muertos en los últimos ocho meses, la cifra más alta desde 2015. En el lado palestino se contabilizan 150 fallecidos, de ellos 30 menores, según los datos del ministerio de Interior en Ramala. Ben Gvir no parece el perfil más adecuado para intentar mediar entre las dos partes.
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