Guyana y la maldición del petróleo
El maná del oro negro ·
El descubrimiento de 11.200 millones de barriles de crudo dispara el PIB del pequeño país latinoamericano. Pero,¿se convertirá en una nueva Noruega o solo se beneficiarán los corruptos?El maná del oro negro ·
El descubrimiento de 11.200 millones de barriles de crudo dispara el PIB del pequeño país latinoamericano. Pero,¿se convertirá en una nueva Noruega o solo se beneficiarán los corruptos?La gráfica del crecimiento económico de Guyana dibuja este siglo una planicie que acaba en un altísimo pico. Es un Everest que arranca en 2019 y que refleja uno de los procesos de enriquecimiento más rápidos de la historia. Porque este pequeño país del norte ... de Sudamérica ha pasado de ser el segundo más pobre de la región a convertirse en el que más crece del mundo los últimos cinco años. Y todo apunta a que 2024 seguirá liderando el ranking más ansiado, porque en el primer semestre su PIB se expandió un 49,7%.
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Pero este 'boom' tiene truco: se debe a la explotación de las ingentes reservas de petróleo descubiertas en 2015 por la multinacional estadounidense ExxonMobil frente a las costas del pequeño país latinoamericano. El Banco Mundial las cifra en más de 11.200 millones de barriles, lo que equivale a 14.000 barriles de crudo por cada uno de sus 800.000 habitantes. Por si fuese poco, el de Guyana es un petróleo ligero de la máxima calidad.
Sin duda, el país está en una situación privilegiada. Tanto que hace un lustro, cuando el petróleo comenzó a fluir y la pandemia era todavía algo inimaginable, la BBC se hizo una pregunta: ¿se convertirá Guyana en el país más rico del mundo? El embajador de Estados Unidos, Perry Holloway, vaticinó que para 2025 el PIB se multiplicaría hasta por diez. Pero el 'New York Times' planteó unaduda: ¿es el petróleo de Guyana una bendición o una maldición? Y señalaba a la vecina Venezuela como ejemplo de todo lo que puede ir mal cuando se descubren recursos naturales en abundancia. La gran incógnita es, en realidad, cómo se utilizará esa lluvia de millones: ¿acabará siendo la Noruega de América o concentrarán unos pocos toda la riqueza?
14.000 barriles
de petróleo por habitante guardan las reservas halladas en Guyana
«El fenómeno es todavía demasiado reciente para poder responder a esa pregunta», señala Gonzalo Escribano, director del Programa de Energía y Cambio Climático del Real Instituto Elcano. «El resultado dependerá de cómo se gestiona la situación, para evitar tanto 'la enfermedad holandesa' -como se conoce a los problemas que provoca un súbito aumento de los ingresos del país, entre ellos la caída de la competitividad- como 'la maldición de los recursos' -que hace referencia a cómo los países con muchos recursos naturales tienden a desarrollarse peor que otros-. Para la primera hay remedio, pero para la segunda no», apunta Escribano.
«Guyana puede aspirar a ser como Noruega, pero le resultará difícil porque en el país escandinavo partían de un sistema institucional fuerte. Lo que está claro es que Venezuela no quieren ser, porque son conscientes de los riesgos que ello comporta y no han caído en el error de crear una compañía petrolífera pública, y tampoco buscan copiar el modelo de los emiratos, en el que la población local está ociosa viviendo de las rentas mientras los trabajadores son inmigrantes», analiza Escribano.
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De momento, la economía ha crecido a una media cercana al 50% anual, lo cual ha disparado la renta per cápita de 6.500 dólares a más de 20.000, muy cerca de Grecia y por delante ya de Hungría. Además, la extracción de crudo continúa creciendo: entre 2020 y 2023 se multiplicó por cuatro. Sin embargo, no todos disfrutan de esa bonanza por igual. Lógico, teniendo en cuenta que el país aparece en el puesto 85 del ranking que Transparency International realiza para clasificar el mundo según el grado de corrupción.
«Guyana tiene la base adecuada para llevar a cabo una buena gestión económica. Otra cosa diferente es la gestión política. Y su sistema es complicado y excluyente, porque quien gana las elecciones tiene un control abrumador», señala Escribano, subrayando también la importancia de la división étnica existente entre la población de origen hindú -que representa en torno al 25%- y la que profesa el cristianismo. «El país tiene que asegurar políticas inclusivas y un sistema justo de distribución de la riqueza. Y es vital evitar la lacra de la corrupción», señala.
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De momento, se están dando pasos en la dirección correcta. El país ha creado un fondo para gestionar los ingresos procedentes del petróleo y está sorprendiendo la transparencia con la que opera, ya que el comité que lo supervisa está compuesto por representantes de todos los estamentos sociales. Los primeros efectos positivos ya se notan: el Banco Mundial señala que la tasa de pobreza se redujo del 60,9% en 2006 al 48,4% en 2019, pero también advierte de que el descubrimiento del petróleo no se ha traducido en una aceleración de esa tendencia. Al revés, un tercio de la población continúa ganando menos de 5 euros al día y una cuarta parte de los jóvenes está en el paro. Casi el 10% de los niños menores de cinco años sufre malnutrición.
Para evitar que la riqueza se concentre en unos pocos bolsillos o salga directamente al exterior, las autoridades aprobaron una ley que impone cuotas de trabajadores locales a las petroleras extranjeras, algo que ha abierto una carrera para lograr la nacionalidad entre la nutrida diáspora guyanesa. Un 40% de la población nacida en su territorio ha emigrado y, ahora, una parte relevante intenta regresar para aprovechar este resurgir.
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20.000 dólares
es la renta per capita de Guyana, una cifra que supera ya a la de Hungría.
Eso también ha provocado que el sector inmobiliario haya disparado sus precios. Tanto de la vivienda construida como del suelo, ya que el país se ha convertido en el que más construye per cápita del mundo. Algunos expatriados pagan 6.000 dólares al mes por el alquiler de un apartamento. Y el problema es que aún no hay suficiente energía para abastecer la demanda, por lo que la obra más crucial es la del gasoducto destinado a convertir en electricidad el gas natural que se produce en la extracción del petróleo.
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, no esconde su intención de hacerse con el control de El Esequibo, un territorio que cubre dos tercios de la superficie de Guyana. De hecho, en abril aprobó una ley para anexionar esta zona en disputa, que sobre tierra no vale gran cosa pero que esconde en su costa grandes cantidades de petróleo, y provocó preocupación ante una posible operación militar. «El deterioro de Venezuela y el incremento de la producción en El Esequibo son un aliciente para Maduro, pero no creo que vaya a lanzar una operación así ahora», avanza Gonzalo Escribano, del Real Instituto Elcano. «Tiene capacidad militar para ocupar esa zona, pero el rechazo internacional sería enorme», analiza.
«Construir infraestructuras como carreteras, hospitales o redes eléctricas, es indispensable. Pero hay que asegurarse de que estén bien diseñadas y de que se construyan con calma. Hay que huir de macroproyectos a mayor gloria del dirigente de turno», advierte Escribano. Y en un país con tan poca población, otro de los grandes problemas suele residir en un funcionariado escaso y poco formado incapaz de gestionar la avalancha de trabajo en el sector publico. «Hay que hacer hincapie en desarrollar la función pública», incide el analista del Real Instituto Elcano, recalcando que, si bien empresas e instituciones extranjeras pueden ayudar puntualmente, «el control debe estar siempre en la población local».
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