Otra Asamblea General de la ONU. La segunda desde que Rusia invadiese Ucrania en plena reunión del Consejo de Seguridad. Han pasado 600 días, Kiev sigue luchando por su supervivencia mientras «los terroristas rusos» siguen teniendo un lugar en Naciones Unidas, dijo este martes el ... presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, antes de entrar a su segunda intervención ante la Asamblea como mandatario en guerra. La fatiga bélica se ha apoderado del mundo. Ya no solo tiene que convencer de que se le arrebate a Moscú del derecho a veto que impide actuar al Consejo de Seguridad, también de que no se le dé un pedazo del país invadido para acabar con el conflicto. ¿Cuál sería el verdadero precio?
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Este martes, Zelenski advirtió del peligro del miedo a «la guerra final», dijo. «La guerra después de la cual nadie volvería a reunirse nuca más en la sala de la Asamblea General». Se refería a la nuclear, porque cualquier otra desata menos temor, cuando en realidad es ese miedo el que paraliza a la comunidad internacional y permite que los niños en Ucrania sigan muriendo y siendo secuestrados por Rusia, en lo que calificó de «un claro genocidio», indicó. «Seguimos intentando recuperarlos, pero el tiempo pasa, ¿y qué ocurrirá con ellos? Les están enseñando a odiar a Ucrania», recordó.
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Mercedes Gallego
El líder ucraniano cree que las armas nucleares que el mundo le obligó acceder a Moscú en los años 90 no son el peligro al que más hay que temer, porque «mientras los misiles nucleares siguen en pie, la destrucción masiva gana presencia. El agresor ha convertido en armas muchas otras cosas que usa no solo contra nuestro país, sino también contra el vuestro». Los alimentos, por ejemplo, retenidos en puertos que el Kremlin ha bloqueado y ataca con misiles y drones. El precio sigue subiendo a medida que avanza la escasez. «Desde Argelia A España, de Indonesia a China, más de 45 naciones ha visto lo importante que es tener disponibles alimentos ucranianos en los mercados».
Otro ejemplo, la energía. Y no solo su escasez, sino también «convertir a las plantas nucleares en bombas sucias» con fugas radiactivas, para las que la arquitectura global no ofrece protección. «Y gracias a Dios que el clima no se puede convertir en arma», sugirió inquietante. «Cada guerra ahora puede ser la última».
Era el preámbulo de la fórmula de paz que presentará este miércoles ante el Consejo de Seguridad, para la que necesita de la cooperación de la comunidad internacional, que no debe de pensar que esta guerra puede acabar con entregarle a Rusia una parte de Ucrania para calmar sus instintos imperialistas, como el mundo hiciera tras la agresión de Hitler a Polonia, sino entender que su país es la cara de una agresión global para la que no hay más salida que castigar al agresor.
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En esa tarea tiene a su homólogo estadounidense, Joe Biden, como su principal aliado. «Si permitimos que se despedace a Ucrania, ¿está asegurada la independencia de cualquier nación? La respuesta es no», se autocontestó el mandatario durante su intervención. Estados Unidos ha dado ya más de 75.000 millones de dólares a Kiev, 43.000 de los cuales en asistencia militar directa. La Casa Blanca intenta convencer al Congreso de que apruebe otros 24.000 millones, pero la guerra se ha hecho vieja, la inflación duele y el populismo electoral se ha apoderado de los legisladores. Zelenski intentará reconquistarlos uno a uno en las reuniones personales que sostendrán con los líderes del Congreso durante la visita a Washington, que seguirá el jueves a su intervención de este miércoles en el Consejo en la ONU.
Por segundo año consecutivo, el conflicto ucraniano acapara la atención de la cita anual más importante de la comunidad internacional, que reúne a más de 140 jefes de Estado en Nueva York. «Una reunión dedicada a la resolución pacífica de conflictos, oscurecida por la sombra de una guerra ilegal de conquista que Rusia llevó a cabo contra su vecino sin provocación alguna», recordó el anfitrión estadounidense. «Al igual que todas las naciones del mundo, EEUU quiere terminar esta guerra», dijo. Eso sí, si el precio de la paz es «la capitulación de Ucrania», Washington no la apoyará, porque teme que sirva de precedente para otros actores internacionales con instintos similares. Notablemente, China, cuyo presidente Xi Jinping, también estaba ausente de esta cumbre de alto nivel, pero no del discurso de Biden. Para el mandatario estadounidense, «solo Rusia tiene el poder de acabar con la guerra». Otro punto en el que discrepa con China, dispuesta a hacer de mediadora siempre y cuando Ucrania esté preparada para hacer concesiones.
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El presidente estadounidense dice estar dispuesto a trabajar con el gigante asiático para gestionar las reglas del comercio con China «de forma responsable», sin que la competencia entre ambos países se convierta en un conflicto. «Buscamos reducir riesgos, no desacoplarnos», matizó. Xi no estaba entre su audiencia. Esta es la primera vez en mucho tiempo que Estados Unidos se queda solo en el escenario de la Asamblea General como el único miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU en mandar a su jefe de Estado a la cumbre de alto nivel. El mandatario estadounidense busca en esta cumbre apoyos para dotar de mayor relevancia a las instituciones políticas y económicas de la comunidad internacional, empezando por el Consejo de Seguridad de la ONU, donde propugna su ampliación para diluir el poder de los cinco miembros permanentes con derecho a veto que han paralizado a la organización.
Otro de los países que espera respuesta del máximo órgano de la ONU es Haití, donde la violencia rampante y el poder de las bandas lo ha convertido en un infierno sin amo. Nadie quiere otra intervención colonialista de Estados Unidos o Canadá. Por eso la comunidad del Caribe está liderando el diálogo, que propugnan enviar una misión de apoyo y de seguridad con el sello de la ONU. «Hago un llamado al Consejo de Seguridad para que autorice esa misión de inmediato», ordenó Biden. «El pueblo de Haití no puede esperar mucho más».
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También el secretario general de la ONU, António Guterres, urgió a reformar el Consejo de Seguridad «de acuerdo con el mundo de hoy», dijo en su intervención. «No tengo ilusiones. Las reformas son una cuestión de poder», reconoció, «pero la alternativa es reforma o ruptura», advirtió. Cada guerra y cada Asamblea puede ser la última.
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