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A más de 4.000 metros de profundidad, el Mediterráneo esconde la que se presume como una de sus mayores tragedias migratorias. En ese lecho marino ubicado a 87 kilómetros de la costa jónica de Silos yace hundido el 'Adriana', el pesquero que naufragó la ... madrugada del miércoles. Según los testimonios de las 104 personas que pudieron ser rescatadas por la guardia costera griega, en su interior viajaban entre 500 y 750 ocupantes que se dirigían a Italia, procedentes de Libia. Hasta este jueves, sin embargo, solo habían podido ser recuperados los cuerpos de 79. El resto del pasaje, afirman los supervivientes, eran mujeres y más de un centenar de niños que iban en la bodega y quedaron atrapados cuando ocurrió la tragedia.
El mismo refugio en el que los más vulnerables se protegían de las inclemencias del tiempo a lo largo de cinco días de travesía se convirtió en la ratonera desde la que fueron arrastrados hasta una de las zonas más profundas del Mediterráneo cuando a las 2.00 de la madrugada el barco volcó por causas que están siendo investigadas. La abismal distancia que separa el barco de la superficie es, según informaron miembros de la guardia costera a medios helenos, el principal motivo por el que es prácticamente imposible recuperar el 'Adriana'.
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En cualquier caso, las labores de búsqueda prosiguieron este jueves por segundo día consecutivo, aunque sin arrojar resultados. En las últimas 24 horas, los dos barcos patrulleros, tres helicópteros y otros nueve buques que participan en el operativo no consiguieron recuperar ningún otro cuerpo. Esta particularidad, y el hecho de que solo haya sido hallado el cadáver de una mujer, da credibilidad a la teoría ofrecida por los rescatados, en su mayoría hombres de 16 a 49 años originarios de Siria, Egipto y Pakistán.
En el marco de las pesquisas, las autoridades detuvieron este jueves a nueve supuestos traficantes de seres humanos, según desveló una fuente gubernamental al diario 'Kathimerini'. Entre los detenidos, todos ciudadanos de Egipto, se arrestó también al capitán del pesquero, que había zarpado vacío de este país norteafricano rumbo a la localidad libia de Tobruk, donde aguardaban los migrantes.
Treinta de los supervivientes proseguían este jueves ingresados en el hospital de Kalamata, la segunda ciudad más poblada de la región sureña del Peloponeso. Los otros 49 continuaban alojados en el refugio temporal habilitado en los antiguos almacenes del puerto de la localidad. «Estamos tratando de comunicarnos con ellos a través de una aplicación móvil porque solo hablan árabe. Gracias a este sistema les preguntamos si tienen dolor o dificultad para respirar», relatan los sanitarios mientras miembros del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (Acnur) describen la «muy mala situación psicológica» en la que se encuentran tras la traumática experiencia vivida.
El testimonio de los rescatados ha despertado paralelamente la polémica al desmentir la versión de la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas (Frontex), que aseguró que éstos se negaron a recibir ayuda tras ser detectados la tarde del martes. Los migrantes lo niegan y aseguran que quedaron desamparados. A merced de su suerte después de que el capitán huyera en un bote pequeño horas antes del naufragio. Sin conocimientos para dirigir el pesquero a Italia y sin agua ni comida, algunos aseguran que en el barco se produjo un altercado que hizo que el peso de la atestada embarcación se desplazara hacia un lado y volcara.
Alarma Phone, que opera una red transeuropea dedicada a apoyar las operaciones de rescate, suscribió este jueves el relato de los supervivientes al asegurar que la noche del martes recibió una alerta sobre una embarcación en peligro y avisó a la guardia costera helena. «Grecia y otras autoridades europeas eran muy conscientes de la presencia de este buque», aseguró la organización en su cuenta de Twitter.
Los trabajos de identificación avanzan entretanto con lentitud en Kalamata con la toma de muestras de ADN a los fallecidos. Lo que sí se ha multiplicado a un ritmo acelerado es el envío de fotografías y las llamadas de familias de Oriente Medio que, sumidas en la desesperación ante la falta de noticias, preguntan por sus seres queridos.
El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, y el Papa Francisco reconocieron este jueves sentirse «horrorizados» por la magnitud de la tragedia migratoria ocurrida frente a las costas de Grecia, donde se han declarado tres días de luto nacional. Según la ONU, y a falta de que se concrete el balance final de fallecidos, en lo que va de año al menos 1.118 migrantes han muerto ahogados en el Mediterráneo.
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