¿Una veleta en Downing Street?
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La ministra británica de Exteriores, favorita en la carrera para suceder a Boris Johnson, es una tardía conversa al Brexit. De cumplirse los pronósticos seguiría los pasos de su admirada Margaret ThatcherSecciones
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La ministra británica de Exteriores, favorita en la carrera para suceder a Boris Johnson, es una tardía conversa al Brexit. De cumplirse los pronósticos seguiría los pasos de su admirada Margaret Thatcherlourdes gómez
Domingo, 7 de agosto 2022, 00:31
Liz Truss titubeó en la línea de salida para suceder a Boris Johnson, recuperó fuerzas hasta colocarse en cabeza de la carrera y a un mes de la meta ha dado un traspiés que bien podría costarle la victoria. Pero la ministra británica de Exteriores, ... de 47 años, lleva una ventaja de treinta puntos en los últimos sondeos sobre las primarias conservadoras y algunos anticipan su coronación como jefa de gobierno el 5 de septiembre. De confirmarse los pronósticos, seguirá los pasos de su admirada Margaret Thatcher y será la tercera mujer al mando de Downing Street.
El proceso atraviesa su fase final, con la elección del nuevo primer ministro pendiente del voto de los estimados 150.000 militantes 'tories'. Un retraso en el reparto de las papeletas, motivado por cuestiones de seguridad, ha dado un respiro al segundo candidato, el ex titular de Economía, Rishi Sunak. El jueves, el millonario diputado ganó el respaldo de dos tercios de la audiencia en un pulso con Truss televisado por Sky News, que reabrió las perspectivas de la sucesión. La favorita se obstinó en justificar su primer grave error de la campaña-la medida ya abandonada de pagar salarios más bajos a funcionarios de provincias menos prósperas- con un mantra que a casi nadie convenció. También bandeó con escaso éxito un bombardeo de preguntas sobre su notoria inconsistencia ideológica.
«¿Quién es la genuina Liz Truss? ¡Que se levante por favor!», desafió la presentadora Kay Burley. La lista de renuncias y vaivenes políticos se remonta a su etapa universitaria, cuando estudiaba en Oxford el temario típico de los aspirantes a gobernar: Políticas, Filosofía y Economía. Ella venía de una escuela estatal del norte de Inglaterra y de participar con su madre en protestas contra el armamento nuclear. Se afilió al Partido Liberal Demócrata y pidió la abolición de la monarquía en una intervención en el congreso de 1994. «Nosotros liberales demócratas creemos en oportunidades para todos. No creemos que haya gente que ha nacido para gobernar», clamó.
Cambió después de bando y escaló posiciones hasta asegurarse un escaño eminentemente conservador, en un distrito rural de Norfolk (este de Inglaterra). Ganó la plaza en 2010 y a punto estuvo de perderla dos años más tarde al desvelarse que había tenido una relación extramarital con el diputado encargado de guiarle por el laberinto parlamentario. Salvó su carrera profesional y su matrimonio con el contable Hugh O'Leary, con quien tiene dos hijas. Protegida de David Cameron, ocupó puestos ministeriales donde dejó un reguero de incertidumbre y disgustos.
Fue ministra de Justicia en 2016, el año del referendo del Brexit y de enorme tensión entre el Gobierno y la Judicatura. Se discutía si el Parlamento debía autorizar la activación del proceso de salida de la Unión Europea y el Alto Tribunal falló contra el Ejecutivo. Truss, que votó por la permanencia, ignoró la llamada de socorro de los jueces cuando el tabloide Daily Mail les acusó de ser «enemigos del pueblo» en una portada que pasó a historia por la agresividad y potencial incitación a la violencia implícita en el mensaje.
Truss se ha convertido al Brexit. Las facciones ultra euroescépticas de parlamentarios y activistas conservadores apoyan a la conversa candidata. Seis años antes describió la marcha del bloque como una «tragedia triple» que se traduciría en «más reglas, más impresos y más retrasos en el comercio con la UE». También puso de ejemplo a su familia para explicar las consecuencias de la separación: «No quiero que mis hijas crezcan en un mundo en que necesiten visado o permiso de trabajo en Europa o donde barreras al comercio y precios exorbitantes de las llamadas les impidan montar un negocio».
Johnson le confió el pasado diciembre la tortuosa puesta en práctica del Protocolo norirlandés del Acuerdo de Retirada y, tras un arranque positivo, cortó las negociaciones con la UE en un desafío legislativo que ha despertado la desconfianza de la Comisión y los líderes comunitarios. Truss dirige el proyecto de ley que echa tierra sobre compromisos sellados por el aún primer ministro en funciones sobre el control de mercancías en esta provincia de soberanía británica y con acceso garantizado a los mercados internos de Reino Unido y la UE.
La jefa de la diplomacia defiende sus virajes ideológicos como un proceso natural. De la rebeldía juvenil a la madurez sin apartarse del credo 'thatcherista' de «libertad, impuestos bajos y Estado reducido». Emula a su héroe en imágenes simbólicas calcadas del pasado, ya sea subida a un tanque o paseando por la plaza Roja de Moscú con abrigo largo y sombrero de piel. Sus críticos la consideran una veleta que se mueve según las tendencias predominantes.
En el especial de Sky, sugirió que se puede evitar la recesión económica que el Banco de Inglaterra acababa de proyectar para finales de año. «Es extremadamente preocupante, pero no es inevitable. Podemos alterar el resultado y facilitar que la economía crezca», alegó. El recetario Truss contra la galopante inflación se centra en reducir la carga fiscal, a un coste de unos 35.000 millones de euros, y abolir la 'tasa verde' de los recibos de gas y electricidad. Es una fórmula populista que agrada a la militancia tory, pero puede causar la derrota del partido en las elecciones de 2024. «Truss está ganando la carrera apelando a la derecha de su partido», observa en The Times el profesor John Curtice, al tiempo que predice dificultades para recuperar el «crucial terreno central» donde se deciden las generales.
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