Joana Serra
Berlín
Jueves, 22 de agosto 2024, 19:26
La campaña electoral del ultraderechista FPÖ austríaco no deja lugar a dudas sobre sus intenciones si llega al poder en las elecciones nacionales del próximo septiembre: impulsar la «remigración» o expulsión de ciudadanos de origen extranjero, así como poner fin a los subsidios para los ... no austríacos. El objetivo del partido, que según los sondeos es la primera fuerza en intención de voto, es hacer de Austria un «bastión». Para ello reclama una eficiente protección de las fronteras exteriores de la Unión Europea (UE) y la deportación de los migrantes irregulares que se encuentran ya en su territorio.
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Olatz Hernández
El líder del partido y candidato a la cancillería, Herbet Kickl, presentó este jueves en Viena su proyecto, que ocupa más de cien páginas. A algo más de un mes de las elecciones generales, que tendrán lugar el 29 de septiembre, el FPÖ considera prioritario lograr una «homogeneidad» nacional, un concepto que incluye en su apartado social la exclusión de los no austríacos del sistema de subsidios.
Aplicará mano dura en materia de asilo, ya que el objetivo es que no lleguen al país más solicitantes. «Precisamos la remigración», aseguró Kickl, en referencia a un término que, en la vecina Alemania, levanta ampollas, porque remite a tiempos del nacionalsocialismo y a sus doctrinas racistas. Implica la intención de expulsar del país a personas de origen extranjero. Rechaza categóricamente la política migratoria de la UE, especialmente en lo que se refiere a la reubicación de migrantes irregulares que entraron en territorio comunitario por otros países del bloque. «Austria deber ser soberana y no una receptora de órdenes de la UE, de la OMC (Organización Mundial del Comercio) o de tribunales internacionales», sostiene.
El término «remigración» causó un notable revuelo al salir a relucir en la reunión entre identitarios austríacos y neonazis germanos, con participación de representantes de Alternativa para Alemania (AfD), que tuvo lugar el pasado noviembre en Potsdam, ciudad vecina a Berlín. Ahí se habló de deportar a «millones de extranjeros», incluidos ciudadanos ya con la nacionalidad alemana (o, en este caso, austriaca), pero con raíces en otros países.
El partido de Kickl rechaza, además, la posibilidad del reagrupamiento familiar, por el que se permite la acogida de parientes directos de refugiados. Con esta fórmula, sostiene, se evitará un «efecto llamada» hacia Austria de migrantes irregulares procedentes de otros países de la UE.
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Las propuestas de estos radicales derechistas se orientan también hacia un concepto de la familia en su sentido tradicional. Es decir, formado por un matrimonio entre hombre y mujer. No reconoce más que dos sexos -masculino y femenino- y propugna medidas para incrementar la tasa de natalidad, de las más bajas de Europa. Asimismo promete subsidios de ayuda a la familia, a la que tendrían acceso los austríacos. Ya en el orden financiero, el FPÖ sostiene que, con ellos en el poder, no habrá subidas de impuestos.
El partido ultra que durante 14 años lideró el carismático y populista Jörg Haider formó parte en el pasado de sucesivos gobiernos del país alpino, pero siempre como socio menor y a menudo envuelto en aparatos escándalos. La última sacudida, en 2019, fue el llamado 'asunto Ibiza'. E entonces jefe de la formación, Heinz Christian Strache, aparecía en un video grabado en una villa de esa isla balear, reunido con una supuesta multimillonaria rusa que le ofrecía dinero para su campaña. A esta polémica le siguió el hundimiento de la coalición entre conservadores y FPÖ, liderada por Sebastian Kurz.
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La formación, sin embargo, ha logrado revitalizarse hasta el punto de encabezar los sondeos para las elecciones nacionales del próximo septiembre. Logró ya la primera posición en las pasadas europeas. Tras esos comicios, se integró en el nuevo grupo parlamentario de la Eurocámara impulsado por el líder húngaro Viktor Orbán y en el que están también la francesa Agrupación Nacional de Marine Le Pen y el español Vox de Santiago Abascal.
Se le pronostica un 29% o un 30% de los votos, mientras que conservadores y socialdemócratas están cuatro puntos por debajo. Supuestamente será el fin de la coalición actual del canciller conservador, Karl Nehammer, y los verdes. La primera posición no le garantiza, sin embargo, que llegue a encabezar el siguiente gobierno, dadas las posibilidades de otras alianzas.
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