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«Cumplo años pronto y estoy orgullosa de haber vivido hasta los 26». La paramédica Iryna Tsybukh colgó este escueto mensaje en X el pasado 23 de mayo. Tenía aún 25 años y solo le faltaban unos días para su aniversario. Se apuntó a una ... rotación en Járkov. Debía acompañar con su unidad médica a un grupo de soldados de refresco con la misión de reemplazar a una brigada que llevaba semanas en uno de los puntos más calientes de todo el frente. Al poco de llegar, murió en un ataque ruso. Le quedaban 48 horas para cumplir los 26.
Su caso es uno más de los miles que han llenado Ucrania de brazaletes negros y familias con los ojos perdidos. Sin embargo, ha supuesto un revulsivo para buen parte del país. Iryna dejó una carta testamental a su hermano, Yuriy, donde escribe cosas como «para tener la fuerza de ser una persona libre hay que ser valiente» o le recomienda «sé digno de las hazañas de nuestros héroes», en alusión a los ucranianos fallecidos en la guerra. Sus palabras han espoleado el ánimo de muchos de quienes tienen a un allegado en las trincheras.
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Iryna formaba parte de los Hospitallers, un destacamento de paramédicos voluntarios que viajan con el ejército a las zonas de combate. Se inscribió en esta unidad en 2015, solo un año después de que el conflicto del Donbás estallara. Tenía 17 años, la edad mínima para presentarse en una oficina militar. Poco después, de vuelta a la vida civil, se hizo periodista. Trabajo en varios medios. Uno de ellos es el 'Ukrainian Week', cuyo antiguo editor jefe, Dmytro Krapyvenko, la recuerda como una joven con «kilotones de energía, que serían suficientes para 5 o 10 personas corrientes», relata al 'Censor.Net', uno de los medios que han difundido la historia de la joven heroína ucraniana. Krapyvenko también ha cambiado la mesa de redacción por el fusil y el chaleco antibalas.
Iryna cubrió informativamente la invasión rusa. El propio presidente, Volodímir Zelenski, le otorgó una medalla al mérito por su labor en noviembre de 2023. Cuatro meses más tarde dejó las noticias y regresó a los Hospitallers. «Eras la mejor. Incluso con miedo, mirabas a la muerte con mucha confianza, Te reías en su cara», elogia la fotógrafa y ganadora del World Press Photo, Yuliya Kochetova. Su idea, al término de la guerra, era promover la ayuda a los veteranos.
Aerosmith en la trinchera
La tarde en la que escribió su carta testamental el equipo médico escoltaba a una brigada de reconocimiento. Alguien había puesto 'Dream On' de Aerosmith. «Ha habido tantas oportunidades de morir este año que podemos encontrar al menos un momento para escribir una carta póstuma», confiesa la paramédico a su hermano. Y lamenta: «Es triste que vivamos tan débiles, dependientes de la aprobación social de la vida, que sólo la muerte nos permita vivir en absoluta libertad».
Admite que el terror está presente en su vida cotidiana. «La guerra me obligó a dejar de ser esclava de los miedos, Lamentablemente no he podido liberarme por completo». No obstante, Iryna asegura que «hoy, aquí en la región de Donetsk, soy yo misma» y agradece a su familia «haberme dejado ser libre. No lamento morir, porque estoy viviendo la vida que quiero».
Reconoce que, cuando la carta llegue a su hermano, ella ya habrá fallecido. «No me gusta que estés triste. Tendrás que seguir viviendo tu vida. Éramos un gran hermano y una gran hermana. Fueron tiempos felices», dice antes de intentar reconfortarle: «Mi vida se acabó y para mí era importante pasarla con dignidad: ser una persona honesta, amable y cariñosa. Hoy trabajamos para héroes». Sobre quienes discrepen de su misión, concluye: «No me importa la opinión de nadie, estoy muerta».
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