La UE y Latinoamérica priman la economía frente a un consenso imposible sobre Ucrania

El reto de lograr un texto que recogiera las sensibilidades de 33 países latinoamericanos y del Caribe y de los Veintisiete en torno al conflicto acaparó gran parte de las negociaciones. A su entrada a la reunión el canciller chileno «condenó» la agresión rusa, mientras que otros como Brasil y Bolivia pidieron poner fin a la «carrera armamentística». Cuba, Nicaragua y Venezuela mostraron sus reservas al lenguaje usado en el documento, que finalmente salió adelante sin el apoyo de Nicaragua.

Pese a los esfuerzos europeos, la declaración final, de cuarenta y un párrafos, incluye una única mención a la guerra en Ucrania y elude cualquier referencia a Rusia. Se limita a hacer referencia a la «profunda preocupación» de las dos regiones en torno a la guerra en Ucrania y reconoce el «inmenso sufrimiento» a nivel humano y económico que está causando el conflicto. En este sentido, apoya los esfuerzos diplomáticos para lograr «una paz duradera» y en línea con la carta de Naciones Unidas. Reafirma, ademas, la necesidad de respetar la soberanía, independencia política y integridad territorial de todas las naciones, como parte de «un sistema mundial basado en el multilateralismo, la paz y la estabilidad».

Por su parte, el presidente argentino, Alberto Fernández, quiso quitar hierro al debate y recordó que «la inmensa mayoría de los países de la CELAC» apoyaron la resolución de Naciones Unidas sobre la agresión rusa. «Este no ha sido el objetivo de esta cumbre y, sobre todo, no ha sido un tema que nos haya detenido», aseguró.

Más allá de Ucrania, la UE esperaba lograr avances en el acuerdo con Mercosur. Se trataba de una primera toma de contacto, «se discutieron las propuestas de las dos partes: la europea y la latinoamericana», apuntó la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, quien confía en lograr un pacto para final de año. El presidente francés, Emmanuel Macron, destacó que su país defiende «que se exijan los mismos estándares medioambientales a los productos importados y europeos». Para el dirigente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, las reservas de Francia responden a «intereses proteccionistas».

Tras la pandemia y a raíz de la guerra en Ucrania, Europa quiere retomar su relación –hasta ahora descuidada– con Latinoamérica y el Caribe. Para el continente europeo es de vital importancia asegurar el suministro de materias primas críticas para la producción de energías limpias, como litio y tierras raras, que le permitan desconectarse de China. Los márgenes de la cumbre sirvieron para cerrar un acuerdo con Chile –para el suministro de minerales críticos– y la firma de dos memorándums de entendimiento con Argentina y Uruguay para impulsar la producción de energía renovable.

Los países latinoamericanos lograron un «reconocimiento y el profundo arrepentimiento» de los Estados miembros sobre el sufrimiento causado por el colonialismo y la declaración de que la esclavitud y la trata de esclavos son «crímenes de lesa humanidad». Esta declaración era especialmente importante para la CELAC, cuyo presidente Ralph Gonsalves, condicionó a cualquier tipo de avance en las relaciones comerciales.

Los líderes europeos aprovecharon la cumbre para subrayar la importancia de que se celebren unas elecciones justas en Venezuela en 2024. El encuentro organizado por el presidente francés y en el que estuvieron presentes representantes del Gobierno de Venezuela y de la oposición, fue «un intento de aproximar posiciones» y la UE ofreció levantar las sanciones al país si celebra unos comicios justos. Los dirigentes de las dos regiones también destacaron su «apoyo pleno» al proceso de paz en Colombia.