ÏÑIGO GURRUCHAGA
CORRESPONSAL. LONDRES
Domingo, 1 de enero 2023
La última vez que hubo tres primeros ministros británicos en el mismo año fue en 1868. El conde de Derby era considerado el jefe de Gobierno más rico en la historia hasta la elección de Rishi Sunak. Terrateniente y propietario de minas en el norte ... de Inglaterra, se retiró por enfermedad a los 70 años. Es el político británico que más tiempo, veintidós años, ha sido líder de su partido, en su caso el Conservador.
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Le sustituyó Benjamin Disraeli, adorado junto a Winston Churchill por Boris Johnson. Derby había formado tres gabinetes minoritarios. Disraeli lideró dos. Tras sustituir al conde en febrero, perdió ante William Ewart Gladstone las elecciones en noviembre. En aquel año hubo también los últimos ahorcamientos públicos y se instalaron los primeros semáforos del mundo en la plaza del Parlamento.
Quién iba a decir en diciembre de 2021 a los autores de artículos que pronostican qué ocurrirá en el nuevo año que habría tres primeros ministros sin elecciones generales. Mencionaban, por supuesto, la inminencia de las celebraciones del Jubileo de Platino de la reina Isabel II, que, según el analista de 'The Economist', confirmaría a la monarquía británica como «íntima, intocable y universal».
El autor ya advertía desde su titular que la celebración de febrero «resaltaría el pasado», pero que el país se enfrentaba a «un incierto futuro». Entre las incertidumbres contaba la longevidad de una reina ya achacosa a sus 96 años. Falleció en septiembre y las investigaciones periodísticas sugieren que el majestuoso duelo fue una de las causas de la descomposición política.
No tuvo la fallecida reina ningún papel conocido en la dimisión de Johnson en julio. Ocurrió que las falsedades que contó para ocultar su dejadez cuando le informaron de los acosos sexuales de un diputado gay fueron pronto desveladas por el más alto funcionario del Ministerio de Exteriores; mientas ministros del Gabinete y parlamentarios de su partido expresaban su hartazgo con dimisiones.
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Tras dos meses de campaña electoral para convencer a diputados y afiliados del Partido Conservador, éstos eligieron a Liz Truss. La nueva primera ministra fue nombrada por la reina el 6 de septiembre y el 8 presentaba en el Parlamento su plan de ayudas para amortiguar el alza de los precios de la energía cuando un ministro le pasó un papel en el que le informaba del fallecimiento de la monarca.
Medios británicos han indagado en lo que ocurrió entre esa fecha y la caída de Truss, 44 días después. Funcionarios, asesores y colegas coinciden en que la primera ministra evolucionó hacia un frenesí durante la suspensión del Parlamento y de la actividad rutinaria del Gabinete por el duelo. Añadió medidas radicales a las que había anunciado sin consultar a nadie, salvo a su íntimo amigo y ministro de Economía, Kwasi Kwarteng.
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El gobernador del Banco Central se encargó esta vez de poner fin al mandato de Truss, negándose a comprar bonos para suavizar el desaguisado financiero que había provocado con sus planes fiscales. La victoria del 'establishment' ha permitido que el país disfrute del «dividendo de lo aburrido», una idea acuñada por amigos del nuevo primer ministro.
Los conservadores han adquirido «el hábito de la rebeldía», decía el analista de 'The Economist' en 2021. Ya se ha creado un grupo, avalado por un financiero de la City y donante del partido, que quiere dar primacía a los miembros. Quieren anular el 'golpe' que habrían dado los diputados para elegir a Sunak sin el voto de los afiliados y, aunque no lo declaran aún, persiguen el regreso de Johnson.
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Las huelgas en los servicios públicos, la permanente crisis del sistema de asilo y las entradas de inmigrantes en botes que cruzan el Canal de la Mancha y la negociación del Protocolo sobre Irlanda del Norte pactado con la UE son asuntos apremiantes para el primer ministro, que se describe a sí mismo como «un radical con buenas maneras».
El papel de los tres gobiernos, y en especial de Johnson, ante la invasión de Ucrania ha sido este año el motivo de orgullo más compartido sobre la política del país. Ha proyectado al Reino Unido también como componente esencial para la defensa europea y suaviza las tensiones sobre un Brexit aún no consumado.
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El diccionario de Oxford ha aceptado la expresión 'goblin mode' (modo monstruo), como el neologismo más significativo de este año. Expresa una actitud de abandono y de indiferencia ante las expectativas sociales. La política británica no podrá entrar en 2023 enarbolando esa actitud, que, según los lexicógrafos, marca una época.
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