La teoría de la conspiración sobre la muerte de Lady Di

Todas las muertes violentas, o no explicadas, de británicos en el extranjero son analizadas en una investigación judicial pública. En 2007, diez años después del accidente en el túnel de Almá, la investigación concluyó con un veredicto del jurado señalando la culpabilidad del conductor, chófer del hotel Ritz, propiedad de Mohamed Al Fayed. Superaba por mucho los límites legales de alcohol en su sangre.

El magnate invitó a Diana y a sus dos hijos a pasar unas vacaciones con su familia en St. Tropez y luego su hijo Dodi se sumó al grupo. Renunció públicamente a insistir en que habían sido asesinados por el servicio de inteligencia, el MI6, cumpliendo órdenes del fallecido marido de la reina, Felipe, duque de Edimburgo. En 2017 escribió a una admiradora de Diana diciéndole que un día se conocerá la verdad.

El juez Scott Baker afirmó en su resumen del caso, antes de la deliberación del jurado, que no existía ninguna evidencia de que fuesen asesinados. Afirmar que Reino Unido era gobernado por el duque de Edimburgo y el MI6 está, dijo el juez, «fuera de lugar». Pero Diana sentía temor de ser víctima de un accidente de automóvil, provocado para despejar el camino al trono de su exmarido, Carlos.

Un caso judicial más arriesgado para la familia real fue el del mayordomo de Diana, Paul Burrell, acusado de robar multitud de objetos en el apartamento del palacio de Kensington, tras su muerte. Cuando los abogados de su defensa iban a llamar a Carlos para testificar, la familia informó al fiscal de que la reina había recordado que dio permiso a Burrell para guardar cosas con el fin de preservarlas.

Nada habría ocurrido si el secretario de Diana hubiese hecho caso a Carlos, cuando le pidió, en la madrugada del 31 de agosto, que sellase el acceso al apartamento. El secretario se negó a hacerlo, porque creyó que era inhumano privar a los sirvientes de Diana de un lugar en el que pasar su duelo.