La UE restringe pero no prohíbe los visados a los turistas rusos

La medida, adoptada en el encuentro que celebraron este miércoles en Praga los ministros de Exteriores de los Veintisiete, ha conseguido aplacar las divisiones en el club comunitario. No en vano, mientras los países bálticos así como Polonia y República Checa se alineaban con las demandas del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, al exigir un veto general a los turistas rusos, otros Estados miembro como Alemana, España, Francia e Italia abogaban por ser más selectivos.

Borrell explicó que con este paso resultará «más difícil y llevará más tiempo» a los ciudadanos rusos conseguir visados y se verá reducido el número de permisos que se emitan. «Los Estados miembro consideran que no pueden seguir las cosas como si nada. Hemos acordado políticamente que se tiene que hacer algo», subrayó.

Respecto a los controles en la frontera que ya aplican algunos países de la UE como Estonia para frenar la llegada de ciudadanos rusos a suelo comunitario, el jefe de la diplomacia europea explicó que los Veintisiete pueden adoptar un amplio abanico de medidas en el marco del Código Schengen. De este modo, dio su beneplácito para que cada Estado miembro pueda tomar a nivel nacional las medidas sobre visados y controles fronterizos que considere oportunas, según la situación que enfrenten.

En opinión de Borrell, se ha convertido en una «cuestión de seguridad» la llegada por carretera de miles de turistas rusos a los países de la UE limítrofes «como si no hubiera guerra en Ucrania». Con la suspensión del acuerdo de facilitación de visados se prevé que la situación cambie radicalmente, ya que se daría margen a los Estados miembro para ser más o menos restrictivos y los fronterizos con Rusia son precisamente los que abogaban por vetar la entrada, con lo cual el acceso al espacio Schengen por vía terrestre sería casi imposible.

Estos viajes por carretera a los países fronterizos con Rusia se habían multiplicado en los últimos meses al servir de trampolín para luego veranear en otros países de la UE. No en vano, al tener prohibido las aerolíneas rusas de sobrevolar el territorio comunitario, muchos turistas optaban por dejar sus coches en Estados como Finlandia o Estonia para a continuación tomar un vuelo con destino a otras capitales europeas.

El ministro de Exteriores español, José Manuel Albares, celebró el consenso alcanzado por los Veintisiete. No obstante, defendió que se tiene que seguir permitiendo llegar a Europa a «aquellos sectores de la sociedad rusa que no están de acuerdo con lo que está ocurriendo», especialmente a quienes «son perseguidos por el régimen de Vladímir Putin y necesitan nuestra protección». Por esa razón incidió en que cada Estado deberá analizar «solicitud por solicitud para ver exactamente frente a quién estamos».

En una declaración conjunta, Polonia, Estonia, Letonia y Lituania, todos fronterizos con Rusia, mostraron su sintonía con la tesis de Albares. No en vano, aunque consideraron necesario «restringir la entrada a los ciudadanos rusos», también señalaron que habrá excepciones para «disidentes y otros casos humanitarios».