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Iñigo Gurruchaga
Londres
Jueves, 2 de febrero 2023, 20:10
El primer ministro británico, Rishi Sunak, cumple cien días en el número 10 de Downing Street empeñado en alcanzar cinco objetivos: reducir la inflación, la deuda y las listas de espera en el Servicio Nacional de Salud, acabar con el tráfico de personas en el ... Canal de la Mancha y fomentar el crecimiento de la economía. Pero el objetivo de ganar las próximas elecciones parece aún más complejo.
El Banco de Inglaterra aumentó este jueves a 4% sus tipos de interés. La decisión del Comité de Política Monetaria ayuda al Gobierno en su afán de rechazar las demandas de sus diputados para que reduzca impuestos o aumente el gasto público. El banco central pronostica una inflación del 4% en el final de este año y recuperar su compromiso institucional de reducirla al 2% en 2024, año electoral.
En una reunión del Gabinete que convocó en la residencia campestre de Chequers el pasado jueves, Sunak insistió ante sus ministros en que la prioridad ha de ser el cumplimiento de este programa de cinco puntos. El estilo calmado, el respeto a los procedimientos y la laboriosidad han devuelto a la política británica un sentimiento de estabilidad. En 2022 hubo tres primeros ministros en 90 días.
Pero el acento de Sunak en las políticas contribuye a su retrato como un buen administrador sin gracias carismáticas. Despidió al presidente del Partido Conservador, Nadhim Zahawi, siguiendo el protocolo, pero sus críticos echan de menos una decisión rápida, el poder del líder. Su ministro de Justicia y viceprimer ministro, Dominic Raab, ha sido denunciado como un 'bully' (matón) por 24 funcionarios. No lo despide. Espera a que concluya la investigación.
La ola de huelgas que sacude a los servicios públicos desde el otoño no recibe réplica súbita del primer ministro. Persiste en una pasividad basada en que ceder a las peticiones de ferroviarios, enfermeras o maestros aumentaría la inflación. Espera el desgaste de los sindicatos mientras emite vagas promesas de aumentos salariales a través de la comisión asesora que recomienda la paga de los empleados públicos.
Del incesante carrusel en torno a las peripecias personales del primer ministro durante el mandato de Boris Johnson y el breve frenesí de la efímera Liz Truss, el Reino Unido ha pasado a una aburrida recuperación del orden en la Gobernación. Pero el caos político está a la vuelta de la esquina desde que en 2016 la mayoría, y el propio Sunak, votaron por el Brexit.
La reputación del Gabinete sufre por la presencia de Raab y por la simpatía de la población hacia huelguistas que han perdido más del 15% de su poder adquisitivo en la última década y se enfrentan ahora a la inflación. La mayor fuente de desorden puede ser el grupo parlamentario, con diputados resignados a la derrota y acostumbrados en los últimos años al derrocamiento de sus líderes.
En estos cien días, Sunak ha transformado el tono de la negociación con la Unión Europea sobre el Protocolo que regula la pertenencia simultánea de Irlanda del Norte al mercado común y al británico. La perspectiva es ahora que habrá un acuerdo que facilite el comercio del resto del país con la provincia, aunque no sea suficiente para que los unionistas probritánicos renuncien a su boicot de la autonomía.
Comentaristas en los medios británicos creen que el acuerdo podría soliviantar a los 'brexiters' radicales en el grupo parlamentario. La supuesta rebelión, que buscaría también el regreso de Johnson, se produciría en un contexto en el que dos tercios de la población, según una encuesta reciente, cree que las próximas elecciones, antes del final de 2024, serán de cambio.
Los laboristas mantienen en los últimos sondeos una ventaja de más de veinte puntos en intención del voto. Sunak es el jefe de Gobierno reciente con un saldo más negativo en sus cien días como líder nacional, -18. Según 'Britain Elects', que agrega resultados de encuestas, si las elecciones se celebrasen en este aniversario, los laborista obtendrían 484 escaños y los conservadores 67.
Parece seguro que el partido de Gobierno aumentará el número de sus votantes si el grupo parlamentario no causa otra debacle, pero el horizonte de Sunak podría ser el de un buen administrador de una situación crítica que no logra su objetivo final.
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