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M. Pérez
Viernes, 5 de julio 2024, 12:00
El ya ex primer ministro británico, Rishi Sunak, ha anunciado su dimisión como líder del Partido Conservador. «Lo siento», ha dicho en su última rueda de prensa ante su residencia gubernamental, el número 10 de Downing Street, en referencia a la debacle de los 'tories' ... en las elecciones generales. La formación ha perdido alrededor de dos tercios de sus escaños y en territorios como Gales se ha quedado sin representación.
Sunak había asumido esta misma madrugada la derrota como suya. Ha explicado que su salida dela jefatura 'tory' no será «inmediata», posiblemente en atención a su entorno directo, que le había pedido continuar en el cargo al menos hasta septiembre para facilitar la transición interna. Es de los pocos cargos principales del gabinete conservador que había logrado mantener su escaño.
El conservador llegó a la que ha sido su casa oficial durante veintiún meses desde el Palacio de Buckingham, donde había cumplido con el protocolo de comunicar al rey Carlos III su baja como primer ministro. Mientras ofrecía su última rueda de prensa en el atril más popular del Reino Unido, bajo la atenta mirada de su mujer, Akshata Murty, el nuevo 'premier', el laborista Keir Starmer, llegada a la residencia real para recibir la encomienda del monarca de dirigir el Reino Unido durante la nueva legislatura.
«Este es un día difícil pero dejo este trabajo con un sentimiento de honor», comenzó Sunak, quien extendió su agradecimiento a todas las personas con las que ha trabajado desde su llegada al poder. «Pero sobre todo me gustaría expresar mi gratitud a mi esposa Akshata y a nuestras hermosas hijas. Nunca podré agradecerles lo suficiente por los sacrificios que han hecho para que yo pudiera servir a nuestro país».
El ex primer ministro se remontó dos generaciones atrás, cuando sus abuelos llegaron a Gran Bretaña con poco dinero» e hizo una particular metáfora del sueño americano a lo british. Pese a aquellos inicios, destacó que él ha podido convertise en jefe del Gobierno y «ver a mis dos hijas pequeñas encender velas de Diwali en las escaleras de Downing Street. Debemos mantenernos fieles a esa idea de quiénes somos, esa idea de bondad, decencia y tolerancia que siempre ha sido el estilo británico».
No ha habido mención en estas palabras a los grandes tropiezos de su mandato, en especial, el último: la ley para poder enviar a Ruanda a los inmigrantes ilegales que llegan al país en petición de asilo. En las horas previas a su comparecencia ha habido estallidos aislados entre los suyos por su papel en la denominada 'Ley Ruanda'. Entre ellos, el de Liz Truss, que se ha quedado sin escaño y estudia dejar la política. Truss fue 'premier' durante menos de dos meses en uno de los episodios más turbulentos de los catorce años de gobierno conservador.
Parece evidente que la cuestión migratoria le ha pasado factura a Sunak, quien no contentó ni a muchos en la derecha y a menos entre los progresistas con su polémica norma. En enero sufrió una rebelión interna y once diputados conservadores votaron en contra de ella porque, como otros muchos miembros del ala dura del partido, entendían que era susceptible de ser impugada por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Este sector le exigió mayor dureza e incluso abandonar los designios de la Corte si fuera necesario. Mientras tanto, los laboristas de Starmer han sido muy críticos con la ley por sus efectos no solo materiales, sino «morales».
Aun así, en su despedida, el líder 'tory' se ha mostrado satisfecho de su gestión, en particular la económica. «Les dije que mi tarea más importante era devolver la estabilidad a nuestra economía. La inflación ha vuelto a su nivel objetivo, las tasas hipotecarias están cayendo y el crecimiento ha regresado», ha hecho recuento Sunak, para quien el Reino Unido ha mejorado su posición en el mundo, «reconstruyendo las relaciones con los aliados» y «convirtiéndonos en el hogar de una nueva generación de tecnologías transformadoras». También ha destacado la «descentralización restaurada en Irlanda del Norte y nuestra unión fortalecida» para concluir que el país «está «más seguro, más fuerte y más protegido» que cuando él tomó sus riendas hace menos de dos años.
Todo eso no excluye, sin embargo, la parte sombría de esta jornada postelectoral. Sunak ha asumido en carne propia el «veredicto del pueblo», al que considera «la verdadera fuente de todos nuestros logros, nuestra fortaleza y nuestra grandeza». Ya en las horas previas había comentado con sus colaboradores que ha sido un resultado «aleccionador» del que es necesario extraer consecuencias. La decisión de los votantes ha sido aplastante.
En ese sentido, Sunak ha dejado claro que, «tras este resultado dimitiré como líder del partido», aunque ha precisado que no será «inmediatamente, sino una vez que se hayan establecido los acuerdos formales para elegir a mi sucesor». El todavía líder 'tory' considera importante que, tras una larga estancia en el poder durante catorce años, su partido «se reconstruya».
No ha aclarado si sus palabras son una aceptación de quienes apuntan como aceleradores de la brutal derrota electoral a los vicios internos después de tanto tiempo al mando de las instituciones y a una progresiva pérdida del norte, que en los últimos años se había convertido en una sucesión de escándalos, polémicas internas y frecuentes cambios de gobernantes. Ahora, Sunak pide al partido que «asuma su papel crucial en la oposición de manera profesional y eficaz».
El debate que ahora se abre en la formación es la deisgnación de un sucesor adecuado para Sunak. El reto es importante: no solo se trata de hacer una oposición eficaz al nuevo gabinete laborista, sino también de mantener unido a un partido que parece no haber sabido vivir sin tsunamis internos y convencer al electorado de que los 'tories' pueden ser de nuevo una apuesta de futuro. Se trata de un objetivo muy complejo desde el ostracismo politico en el que acaban de sumergirse.
El ministro saliente e Interior, James Clevely, es uno de los altos cargos del exgabinete que se ha postulado en privado como posible aspirante. Otro es Robert Jenrick, quien dirigió el departamento de Inmigración hy tampoco ha perdido el tiempo a la hora de tantear apoyos. Se dice que puede atraer a la futura generación de derechas y a los centristas. Ha acudido a los actos organizados por Liz Truss y en medios internos afirman que se está trabajando el perfil de modernidad y eficacia que requieren ahora mismo los 'tories'.
También Pritti Patel, la que ha ejercido como secretaria de Interior, podría aparecer en las encuestas. Ha cogido brillo al lado de Sunak, al que ha prestado todo su apoyo después de habérselo dado anteriormente a Boris Johnason. Parece ser que le pierden algo sus actitudes duras, pero en el partido se cree que es un activo importante para mantener unidas a todas las sensibilidades.
Suella Braverman, también procedente de Interior, está ya en los puestos de salida. Al menos, por proclamación propia. En la noche electoral ha sido quien primero asumió la derrota, cuando todavía no se habían cerrado las urnas, y llamó a los suyos a aprender «la lección». Hoy tampoco h perdido el tiempo. Mientras su jefe estaba en Buckingham Palace, se ha ofrecido a «reconstruir la confianza».
Y quien también es nombrada con muchas posibilidades de competir por el liderazgo resulta ser una mujer que ha hecho más proclamas relacionadas con la salud y el sistema médico británico que manifestaciones ideológicas: Victoria Atkins. Descendiente de una familia con profunda raigambre en la política 'torie', cuenta entre sus padrinazgos con el de John Major y ha sido activa gestora en dos áreas de gobierno fundamentales en cualquier gabinete: Economía y Sanidad. Está considerada como una política no muy conocida, pero si tiene la reputación de valor en alza a nivel interno. Cuenta además con el apoyo de Theresa May. Sus partidarios dicen que es la mejor apuesta para un conservadurismo de nueva generación, más moderno y centrista. Sus detractores, en cambio, opinan que su mayor desventaja es que está en el centro-izquierda del partido.
El líder del partido populista Reforma, Nigel Farage, que consiguió un escaño en su octava candidatura electoral, prometió este viernes un «movimiento masivo» para transformar la política nacional en un discurso tan triunfalista como accidentado después de que su aparato de seguridad tuviera que desalojar a varios activistas de la ONG Stand Up to Racism (Levantémonos contra el Racismo), que intentaron interrumpir el acto entre gritos de «racista». Farage fue felicitado por Donald Trump por su éxito electoral.
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