El Gobierno británico otorgará un centenar de licencias para la exploración de reservas de petróleo y de gas en el mar del Norte, para garantizar su seguridad energética y hacer «una transición pragmática» hacia el objetivo de cero emisiones netas en 2050. El primer ministro, ... Rishi Sunak, confirmó el plan en una visita al nordeste de Escocia.
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El ente que otorga las licencias ya había anunciado en octubre que había recibido 115 peticiones de licencias para explorar la existencia de yacimientos rentables. Sunak ha adelantado que espera que las primeras licencias se adjudiquen este otoño. Los partidos que forman el Ejecutivo escocés y la oposición laborista se han sumado a la crítica de esa decisión por grupos ecologistas.
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Según los datos publicados por el Ministerio de Seguridad Energética y Cero Neto, el Reino Unido importó en el primer trimestre de este año el 43,6% de sus recursos energéticos. Su dependencia del suministro exterior, especialmente de Noruega y en menor medida de Kuwait, no podrá ser eliminada en el corto plazo, porque pasan años desde la recepción de una licencia a la producción de combustible.
Sunak anunció también que el Gobierno subvencionará el desarrollo de una estructura de captura y entierro submarino de carbono en el norte de Aberdeen, capital del sector energético de Escocia. El proyecto Acorn aprovechará las plantas y tuberías construidas para la distribución del combustible extraído offshore, y el conocimiento local para la inyección de carbono en la roca.
Si el anuncio de las licencias es una confirmación –sus predecesores, Boris Johnson y Liz Truss, expresaron la misma intención–, el apoyo al proyecto Acorn repara la extraña decisión de Johnson, en octubre de 2021, de adjudicar las subvenciones a proyectos del norte de Inglaterra, cuando el escocés parece mejor equipado para esa tecnología, con resultados hasta ahora inciertos en el Reino Unido.
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Sunak se pertrechó de las críticas a las nuevas licencias señalando que el Comité del Cambio Climático que asesora al Gobierno ha calculado que importar gas licuado produce más CO2 que su extracción doméstica. Y que en 2050 el 25% del consumo energético será el gas. Uno de los fundadores del comité, Jim Skea, fue elegido la pasada semana presidente del Panel Intergubernamental (IPCC) que fija el canon científico en la ONU.
El primer ministro declara su compromiso con el cero neto en 2050, pero quienes dentro y fuera de su partido le ven más frío que pragmático sobre la existencia de una emergencia climática pueden avalarlo señalando la sigilosa decisión del Gobierno de reducir el coste de las emisiones de carbono para las grandes empresas.
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El Sistema de Comercio de Emisiones del Reino Unido se creó en 2021, tras la marcha británica de la Unión Europea. Sus reglas iban parejas con el sistema comunitario, pero desde el reciente anuncio de la ampliación de las emisiones no penalizadas, el precio de la tonelada de CO2 emitida se ha reducido con respecto al comunitario. Era de 54,84 euros frente a 88,68 este lunes.
Conservadores ecologistas, como el multimillonario Zac Goldsmith, han expresado su decepción por la distancia entre su alarma sobre el estado del planeta y la parsimonia con la que el primer ministro avanza hacia una transición que activistas y el panel intergubernamental describen como muy urgente. La gran urgencia de Sunak es ganar sus primeras elecciones.
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Iñigo Gurruchaga
Desde que la pasada semana un candidato conservador ganó una elección para diputado en un distrito periférico de Londres, Sunak se ha prodigado en mensajes electoralistas. La victoria 'tory' se achacó al rechazo de muchos votantes a la extensión, por el alcalde laborista de Londres, Sadiq Khan, de una zona de bajas emisiones que les obliga a pagar tasas por conducir o a destruir sus coches viejos.
«Yo apoyo a los automovilistas», ha afirmado el primer ministro este fin de semana. En una entrevista con el 'Sunday Telegraph', adelantó que su Gobierno revisará las decisiones de ayuntamientos para reducir el tráfico en sus calles. El anuncio de las licencias en el mar del Norte es otro choque con los laboristas de Keir Starmer, comprometidos con que no se perforen nuevos pozos.
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La cuestión climática es quizás la de más enjundia entre las que se disputan en la 'guerra cultural' que promueven partidarios del Brexit o de Donald Trump. Sunak aspira a encontrar una mena de votos enfriando la política climática presentándose como pragmático frente al supuesto radicalismo laborista. Es también, quizás, un síntoma de que puede estar ponderando unas elecciones anticipadas.
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