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Suecia, el país perfecto, alto y rubio, y con un estado del bienestar que todos envidiaban, empieza a despertar de su sueño y a pisar los charcos de la realidad internacional. Escucha al otro lado de la pared las bombas de la guerra entre Ucrania ... y Rusia, tiene en sus calles niños soldado empleados por las bandas del narcotráfico, asiste al crecimiento de la ultraderecha y la inmigración ilegal... Lo último, que no es ni de lejos tan grave, es un síntoma: se empieza cuestionar y a eliminar la tradicional pausa en el trabajo para tomar un café. Este rito tiene allí hasta nombre: 'Fika'. Las empresas, públicas y privadas, sufren las crisis económica. Tras décadas de prosperidad, en 2024 la previsión de déficit para las regiones y los municipios es de 2.710 millones de euros. Insólito. Y, claro, hay que aumentar el ahorro y la productividad. Nada de parar para echar un café.
Y eso es un drama en Suecia. Algo que va contra la tradición. El 'Fika' es mucho más que un rato sorbiendo una taza. Los suecos suelen hacer dos paradas en su jornada laboral, una por la mañana y otra sobre las 14.30. En algunas empresas es algo espontáneo. En otras, forma parte de calendario. Los viernes, el 'Fika' suele alargarse un rato más, con pasteles y galletas incluidos. Es un rato de descompresión. Una burbuja. Sin teléfonos móviles ni papeles del trabajo. Sólo charla. Socialización. Parecía una costumbre sagrada, pero no...
Desde el inicio de este año, el 'Fika' está en cuestión. Lanzó la alerta una publicación elaborada por trabajadores municipales. Al parecer, la pausa para el café ya no es un derecho de todos. Hay diferencias entre categorías profesionales. Y a la hora de firmar contrataciones se le pregunta al futuro empleado si le gusta el café. Si la respuesta es afirmativa, se le reduce su salario mensual en unos pocos euros. Suecia está cambiando. Antes de las pasadas fiestas navideñas, los trabajadores sanitarios se quedaron sin las cestas de frutas que hasta ahora siempre habían tenido de forma gratuita. El departamento de Salud ya no considera «esenciales» ni la fruta ni el café, según publicó el diario 'Dagens Nyheter'.
Tachar la pausa para el café supone un mal despertar para Suecia, el tercer país del mundo más cafetero tras Finlandia y Países Bajos. Hubo un tiempo, en 1756, en que este producto estuvo prohibido en el país porque, según las autoridades, estaba tan extendido que había puesto en peligro el consumo de la bebida nacional, la cerveza. Incluso, por orden del rey Gustavo III, se hizo un estudio sobre los perjuicios que causaba en la salud. Se obligó a un preso a beber tres jarras al día bajo vigilancia de un médico. El galeno murió, ya viejo, mucho antes que el reo.
El café ganó la batalla legal y se impuso entre los suecos. Hoy hay toda una cultura en torno a esta bebida. Suecia convirtió la práctica del 'Fika' en un sello de identidad y forma parte de la jornada laboral. Es un ritual social que sirve para mejorar el estado de ánimo, según sus defensores. «Todo lo bueno pasa en torno a una taza», aseguran. Pese a que el café es un excitante, tomarlo entre horas de trabajo permite reducir la velocidad del estrés laboral. Supone un respiro y una oportunidad para conocer mejor a los que te rodean. El 'Fika' funciona como una pieza de ese bienestar sueco que ahora ya no lo es tanto. El café es testigo del cambio.
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