Un miembro de un equipo de rescate examina unas ruinas en Járkov. Efe

Las siete guerras de Járkov

Al menos tres personas mueren y cuarenta resultan heridas en un ataque ruso a la ciudad ucraniana, que revive en esta invasión las cuatro grandes batallas que sufrió entre los soviéticos y los nazis

Sábado, 25 de mayo 2024, 22:10

Járkov, la ciudad siete veces en guerra, regresó ayer al infierno de su peor pasado. Dos misiles rusos impactaron sucesivamente contra un hipermercado y provocaron al menos tres muertos y 40 heridos. Anoche se buscaba a 15 desaparecidos, pero no se descartaba que hubiera un ... número más alto ya que en el momento de las explosiones había 200 clientes en su interior, según explicó el propio presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski.

Publicidad

Los hechos ocurrieron sobre las cuatro de la tarde en un establecimiento de la cadena de bricolaje Epicenter K. La empresa ya ha perdido otros cinco centros en Mariupol, Chernihiv, Bucha, Jersón y Nikopol, todos ellos destruidos en bombardeos. La alarma antiaérea sonó y los empleados iniciaron la evacuación del edificio. No dio tiempo a desalojar a todos. La propia empresa confirmó que dos de los fallecidos eran trabajadores suyos y que once no habían sido localizados.

Los equipos de rescate tenían por delante anoche la ingente labor de remover miles de toneladas de escombros. El inmueble quedó arrasado y una enorme columna de humo se hizo visible durante horas en toda la ciudad. Ardieron 15.000 metros cuadrados.

Zelenski, que mañana viajará a Madrid para reunirse con el Rey Felipe VI y firmar un convenio de seguridad con el Gobierno español, condenó el ataque «terrorista» de Rusia, a la que acusó de «asestar otro golpe brutal en nuestra ciudad de Járkov». El mismo calificativo empleó el gobernador de la región, Oleg Sinegubov, quien llamó la atención de que los dos misiles incorporaban un sistema de teleguía por lo que cabe pensar que se trató de un acción «premeditada, terrorismo puro», en vez de un error balístico.

El ataque culmina, por desgracia sólo momentáneamente, dos semanas de salvaje asedio. Sin contar las víctimas de ayer, 35 civiles han perdido la vida y 135 resultado heridos por todo tipo de misiles y munición de artillería. Centenares de personas viven en sotanos a oscuras. La mayoría de los ciudadanos que no se han ido son mayores de 60 años. «Unos no tenemos dónde ir y otros no le ven sentido a marcharse porque todos los sitios son peligrosos», explica Oleg Palisa, un septuagenario cuyo hijo, Valery, se halla en algún punto del frente. «No sé cuál, les mueven constantemente. Lleva más de un año así que vivir o morir es una lotería», lamenta.

Publicidad

Mil tanques reventados

El Estado Mayor ruso anunció ayer que han conquistado cuarenta aldeas mientras los ucranianos han debido acorazarse en fortificaciones velozmente construidas para frenar el asedio. Kiev anunció el viernes que intentaba evitar «muertes» para preservar un ejército menguante: los combates han diezmado sus efectivos en un momento en que Ucrania sufre una alarmante crisis de alistamientos y le faltan armas y municiones. Conscientes de estas dificultades, los rusos les han forzado a estirar la línea del frente, lo que, a su vez, redunda en una mayor debilidad.

Járkov es la más reciente víctima del Apocalipsis. Tiene memoria de esta muerte, Durante la Segunda Guerra Mundial, padeció cuatro grandes batallas que enfrentaron a los soviéticos y los alemanes por su propiedad. Entonces, en 1941, tenía 800.000 habitantes. Al final de la contienda, alrededor de 600.000 habían muerto o huido. Quedó aplastada. Todas las casas, todas las calles, todos los servicios públicos tuvieron que reconstruirse a partir de 1945.

Publicidad

La paz le ha durado 77 años. Situada a menos de 50 kilómetros de la frontera, los rusos se fijaron en Kiev y en esta región en los primeros compases de la invasión del 22 de febrero de 2022. Medio millar de civiles murieron bajo las bombas en los dos primeros meses. Decenas de miles huyeron. Unos 400.000 se refugiaron en el metro. Lo convirtieron en su hogar. Desde entonces ha habido otras dos batallas por el territorio. Así que el actual es el tercer asedio, Comenzó el 10 de mayo. Los estrategas aseguran que de esta manera Moscú busca concentrar a los ucranianos en su defensa y descompensar el resto del frente.

Las tropas del Kremlin siguen en ello. «Hay que poner punto y final. Está teniendo un impacto aterrador», sostiene la ONU. El centro histórico vuelve a ser, ocho décadas después, una montaña de escombros.

Publicidad

Es la ciudad de las siete guerras. Prácticamente no hay otra en el mundo que haya sido demolida en tantas ocasiones con tanta crueldad Y, sin embargo, «se le ha dado muy poco relieve como ciudad martir –dice el historiador Serhiy Klumenko–. En ninguna parte se acumula una memoria tan densa y llena de episodios dramáticos, de lo peor que ha surgido de la naturaleza humana».

Hay una razón que lo explica todo: su condición de punto neurálgico en la arquitectura territorial y económica de Ucrania. La argumentación obliga a remontarse a 1941. El III Reich y el propio Hitler confiaban en que derrotarían al poderoso ejército rojo si tomaban este enclave, centro entonces de una enorme industria pesada reconvertida por efecto de la economía de guerra en una gran cadena de producción de tanques T-34, blindados y munición.

Publicidad

Moscú siempre ha tenido una gran capacidad para metamorfosear sus factorías en tiempos de balas y sangre: hoy gran parte de su industria fabrica carros de combate y misiles que se usan contra lugares como el hipermercado Epicenter K y siembran el mundo de crespones negros. En Járkov había 70 fábricas. Los soviéticos las desmantelaron y trasladaron más allá de los Urales. Se las llevaron en 320 trenes.

Fractura emocional

Entre el 24 de octubre de 1941 y abril de 1943, Járkov se sembró de huesos que hoy se entremezclan con nuevos restos óseos de quienes resultan volatilizados en las explosiones y de los cadáveres que se pudren al aire libre ante la imposibilidad de recogerlos en mitad de los combates. Fueron luchas encarnizadas. La más cruenta, mayo del 42, causó la muerte de 240.000 soldados rusos y la destrucción de un millar de tanques, acribillados por la Luttwaffe.

Noticia Patrocinada

Hoy todo recuerda a aquel pasado, incluso los carros de combate reventados en los campos. En esta ocasión se han fracturado también los afectos. La mitad de las familias que residen en esta provincia tienen parientes cercanos al otro lado de la frontera. «Cuando mi madre mencionaba a mi hermano, yo gritaba que lo odio y deseo que los 140 millones de rusos mueran», relata a la AFP Kira, una mujer de 57 años residente en Járkov, cuyo hermano vive en Bélgorod y apoya a Putin.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

¡Oferta 136 Aniversario!

Publicidad