Newsletter 'El mundo, explicado'

La desestructuración social amenaza a Europa

La inmigración y la polarización sociopolítica de Europa provocan graves problemas en Francia y amenazan con extenderse a otros países

Miércoles, 23 de agosto 2023, 11:13

«Francia está en peligro». Algunos territorios están siendo regidos por «dogmas contrarios a la Constitución» y, por eso, el país corre el riesgo de desintegrarse. Es lo que afirmó un millar de militares franceses retirados en una polémica tribuna publicada por Valeurs Actuelles en ... abril de 2021. Arremetían contra el islam, la violencia del narcotráfico y los errores cometidos en la integración social de diferentes minorías, y la ultraderecha hizo de la tribuna su bandera.

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Dos años y medio después, Francia todavía no se ha desintegrado. Pero diferentes acontecimientos han dejado en evidencia que los problemas a los que aludían los uniformados del país vecino son tan reales como de difícil solución. Y no son pocos quienes creen que Europa corre el riesgo de que se extiendan por su territorio. Incluso los responsables del puerto de Amberes han llegado a afirmar que Bélgica se está convirtiendo en un narcoestado, y que el Gobierno ha perdido el control sobre ciertos lugares del país.

Por eso, hoy ponemos el foco internacional primero en el Viejo Continente.

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Estos son los tres temas que abordaremos.

  • Europa frente a la amenaza de la desintegración social.

  • Tailandia se encamina de nuevo hacia la democracia.

  • Los BRICS debaten abrir su club.

Guerra en Marsella

Europa frente a la amenaza de la desintegración social

En el último mes, 12 personas han sido asesinadas en Marsella, escenario de una guerra protagonizada por dos bandas rivales ligadas al narcotráfico -Yoda y DZ Mafia- que ha dejado 36 muertos en lo que llevamos de año. Y gran parte de la costa mediterránea de Francia está marcada por la violencia. Sin ir más lejos, ayer el país se despertó consternado al conocer que un niño de diez años había fallecido en un tiroteo durante la madrugada en Nimes. Una vez más, motivado aparentemente por las drogas.

La situación en la zona es crítica, parece más propia de lugares como las favelas brasileñas, y París ha reaccionado enviando a la policía de elite CRS 8 para tratar de recuperar el control de Marsella y sus aledaños. «Francia es el infierno», me decía en Irun un activista que aconseja a los migrantes que tienen el país galo en su radar que no crucen la frontera. Al otro lado, muchos acusan de la situación a la inmigración y a grupos de franceses originarios del magreb y del África subsahariana, y es evidente que hay una profunda división social y un grave problema de integración.

Disturbios en Marsella este año. AFP

No es exclusivo de Francia. Bélgica sufre una coyuntura similar en algunas zonas, y hay quienes aseguran que ya se ha convertido en un narcoestado. Incluso en Suecia, hasta no hace mucho un ejemplo de convivencia pacífica, la tensión de la población nativa con minorías de otros orígenes se ha disparado hasta el punto de que el Gobierno ha decidido modificar sus políticas migratorias para endurecer las condiciones de la agrupación familiar y del acceso a la nacionalidad. «Es un cambio de paradigma. El fraude en la inmigración laboral y los abusos deben ser combatidos», explica el Ejecutivo. «Suecia, tal y como la conocemos, está muriendo», critica InfoMigrants.

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Europa necesita inmigrantes. Nadie cuestiona que, ante el descenso de la natalidad y el envejecimiento de la población local, hace falta mano de obra y más masa demográfica. Pero las vías legales para migrar a Europa no funcionan correctamente, y la relativa facilidad con la que operan las vías ilegales, que se anuncian impunemente en redes como TikTok, provocan que predomine la migración incontrolada.

Las rutas irregulares hacia Europa siguen especialmente concurridas AFP

Lógicamente, esa es la más peligrosa. Hay que entender que llega gente con valores y estándares sociales muy diferentes a los nuestros. En parte, eso explica la sobrerrepresentación de los inmigrantes en estadísticas como las de delincuencia, incluida la más trágica de la violencia machista, o en males en auge, como el de las infecciones de transmisión sexual. Es evidente que los países deben hacer un esfuerzo extra para lograr integrarlos en la sociedad, con campañas educativas específicas.

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Porque, de lo contrario, lo que se consigue no es la multiculturalidad sino la creación de guetos en los que estos ciudadanos de segunda clase acabarán reventando, como ha sucedido en la propia Francia tras el asesinato de Nahel Merzouk a manos de un agente de policía. No es sencillo: ni siquiera países nacidos de la inmigración, como Estados Unidos, han solucionado este problema.

París, campo de batalla AFP

Lo que sucede, además, divide a la sociedad y la aboca al extremismo. Hasta el punto que parece que solo existen dos posturas posibles: el 'buenismo' de la izquierda, que impide un análisis racional de la situación con la mordaza de 'todo es racismo', y el 'fascismo' de la derecha, que generaliza a la hora de atribuir todos los males a la inmigración y solo propone el uso del palo. Son populismos de signo opuesto que, en vez de aportar soluciones, agravan el problema.

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Los países deben protegerse, y para ello cuentan con la ley y el monopolio de la violencia. Pero también deben ser respestuosos con los derechos humanos y entender, como demuestran países muy endogámicos como Japón o China, que la homogeneidad social acarrea otros problemas de no más fácil solución.

Nuevo primer ministro con polémica

Tailandia vuelve a poner rumbo a la democracia

No ha sido fácil para Tailandia dejar atrás el último golpe de Estado que los militares dieron en 2014. Lo logró, en teoría, ayer. Las cámaras legislativas del país otorgaron la mayoría absoluta al segundo candidato que se presentaba al puesto del primer ministro, después de la descalificación de quien había logrado el mayor número de votos en las elecciones, el rupturista líder del partido Move Forward. El cargo lo ostentará el magnate inmobiliario Srettha Thavisin, un populista seguidor del político tailandés más polémico: Thaksin Shinawatra, al que los militares también se quitaron de en medio hace dos décadas.

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El nuevo primer ministro de Tailandia, Srettha Thavisin. Reuters

Lo más curioso de todo esto es que la votación se produjo ayer en Bangkok solo unas horas después de que el propio Shinawatra decidiese acabar con ocho años en el exilio para volver a pisar suelo tailandés. Inmediatamente fue arrestado y enviado a prisión para cumplir con los ocho años de condena que tenía pendientes. ¿Y dónde está el truco? Pues en que el exprimer ministro cuenta con que un gobierno amigo le consiga el perdón del rey y que así su encarcelamiento sea breve. Por eso, nada más llegar, se postró frente al retrato de los reyes en el aeropuerto y dejó a sus pies una corona de flores en la perfecta representación de lo que es 'hacer la pelota'.

Thaksin Shinawatra, a su llegada a Bangkok ayer EP

Si bien este proceso devuelve las formalidades de una democracia al 'reino de las sonrisas', el cambalache acaba con las esperanzas de un cambio real que albergaba una parte importante de la población, sobre todo la más joven. Move Forward proponía reformas de calado que salpicaban incluso a la monarquía y fue un soplo de brisa fresca frente al conservadurismo corrupto que representa Shinawatra, que demuestra con este movimiento el gran poder que aún detenta.

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El auge de los países en vías de desarrollo

Los BRICS debaten abrir las puertas de su club

Hace tiempo que los países emergentes demandan un mayor protagonismo en el tablero geopolítico mundial. Por eso, los de mayor peso específico decidieron unir sus fuerzas y, a pesar de que muchos de sus intereses están enfrentados, crearon los BRICS: o sea, Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Los jefes de Estado de este particular G5, que aglutina al 40% de la población mundial y un 25% del PIB, se reúnen desde ayer y hasta mañana en Johanesburgo con un tema peliagudo sobre la mesa: abrir las puertas del club a otros países.

El presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, impone una medalla a su homólogo chino, Xi Jinping Reuters

Cuarenta han mostrado interés por acceder a él. Desde Irán, hasta Gabón, pasando por Indonesia, Argentina o Egipto. Todos pertenecen al creciente bloque de países que buscan un mayor papel del multilateralismo en el planeta y que son más cercanos en ideología al eje sinorruso que a la de Occidente. Básicamente, exigen que el orden mundial cambie ya para que refleje mejor la composición demográfica y económica del mundo.

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Buen ejemplo de ello es la propuesta de Bolivia para desdolarizar el comercio internacional y darle más protagonismo al yuan chino. Otros, como Argelia, buscan participar en el New Development Bank, conocido como el BRICS Bank, y apuesta por un mayor control de los países en vías de desarrollo sobre sus materias primas y recursos energéticos para ganar peso a nivel global. Al fin y al cabo, sabe que el mundo desarrollado no lo sería sin ellos.

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