El nuevo frente que se le ha abierto al Kremlin en las regiones de Kursk y Bélgorod y los esfuerzos para seguir avanzando en la región ucraniana de Donbás han puesto sobre la mesa la necesidad de aumentar los efectivos del ejército ruso ante la ... enorme extensión que han adquirido las zonas de combate. Así lo exigen los diputados, alto mandos militares en la reserva, analistas y los presentadores estrella de las televisiones públicas en sus programas, quienes consideran «inevitable» acometer antes de que acabe el año una movilización general que incorpore a filas a todos los varones de entre 18 y 60 años, medida que, hasta ahora, las autoridades han tratado de evitar por su potencial carácter desestabilizador.
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El presidente Vladímir Putin decretó la «movilización parcial de reservistas» el 21 de septiembre de 2022 con el objetivo de reclutar 300.000 soldados, tarea que, según el ministro de Defensa de entonces, Serguéi Shoigú, se culminó en octubre. Entonces, Shoigú le aseguró al presidente ruso: «No se prevén acciones adicionales».
Pero el número de militares profesionales bajo contrato resultó insuficiente y se tuvo que recurrir a movilizar mercenarios –en primer lugar los pertenecientes al Grupo Wagner– y proponer a los presos de las cárceles la exoneración de sus penas a cambio de seis meses en el frente. Se reclutaron también extranjeros procedentes de países centroasiáticos, africanos y de Bangladesh e India. A los inmigrantes, especialmente tayikos, kirguises y uzbekos, se les ofreció la nacionalidad rusa a cambio de alistarse y luchar en Ucrania.
En septiembre del año pasado, el expresidente ruso y actual número dos del Consejo de Seguridad, Dmitri Medvédev, dijo que, además de los 300.000 movilizados inicialmente, se reclutaron otros 280.000 por contrato, cifra que Putin corrigió a la baja en 270.000. Pero al ser preguntado sobre si esa cantidad es suficiente y no hace falta una movilización general, respondió negativamente, ya que, según sus informaciones, «entre 1.000 y 1.500 rusos firman cada día contratos voluntarios para unirse al ejército».
La última vez que Medvédev aportó nuevos datos fue a principios del mes pasado, señalando que, en lo que va de 2024, «alrededor de 190.000 ciudadanos de la Federación Rusa han firmado contratos. El ritmo medio diario de reclutamiento se mantiene estable y asciende a unas mil personas», cifra que, según el Ministerio de Defensa del Reino Unido, es la misma aproximadamente que las bajas que sufre Rusia cada día en el frente. De manera que el número total de movilizados desde 2022 ascendería a unos 760.000.
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En una entrevista publicada el pasado 29 de marzo por la agencia oficial ucraniana, Ukrinform, el comandante en jefe del ejército de Kiev, Oleksandr Sirski, reconocía que «las tropas rusas tienen ventaja numérica y no dan importancia al número de bajas. Continúan empleando la táctica de los ataques masivos». El servicio estadístico ruso Rosstat no facilita cifras de los efectivos muertos en la guerra. Pero la Inteligencia británica aseguró en junio que «el número total de bajas rusas, muertos y heridos, desde el inicio de la guerra en febrero de 2022 ha llegado probablemente a las 500.000». Un poco más de esa cifra es la que Kiev asigna sólamente a los muertos. Y la web independiente rusa Mediazona calcula las bajas mortales rusas en algo más de 55.000, si bien destaca que el número más probable de fallecidos ronda los 85.000.
En cualquier caso, hay otros factores que también merman la capacidad de Moscú de dotarse del número de militares necesarios: las deserciones, cuya cifra exacta también es un misterio, y el éxodo de rusos al extranjero para evitar ser movilizados. La Dirección General de Inteligencia ucraniana estima en 18.000 el número de militares rusos que han desertado desde el comienzo de la guerra, según datos de finales de mayo. Y, de acuerdo con el diario ruso 'Novie Izvestia', en el mismo periodo el número de rusos que salieron del país oscila entre 800.000 y un millón de personas. Huyeron principalmente a países vecinos de Rusia, como Georgia, Armenia o Kazajistán. También a Turquía, Emiratos Árabes, Israel o Tailandia.
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Un procedimiento que se está contemplando para engrosar las filas está en preparación, según las agencias rusas. La iniciativa parte del Tribunal Supremo mediante un proyecto de ley que permitirá a quienes acepten ir al frente a luchar quedar exentos de responsabilidad penal antes de que finalicen sus juicios y se dicte sentencia; es decir, en la misma fase de investigación y no como ahora, que la exoneración se aplica únicamente a quienes han sido sentenciados y cumplen condena.
Sea como fuere, aunque el Kremlin ha repetido hasta la saciedad que no enviaría a la guerra a reclutas que cumplen el servicio militar obligatorio, lo cierto es que ya ha empezado a echar mano de ellos. Y el pretexto está siendo la incursión ucraniana en Kursk. Los propagandistas de los medios oficiales recuerdan que a Afganistán enviaron a luchar a jóvenes de reemplazo y también a Chechenia. Qué menos que emplearlos ahora para defender territorio ruso en Kursk y Bélgorod.
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Pese a las draconianas medidas represivas aplicadas contra las madres, esposas e hijas de movilizados rusos enviados a luchar en Ucrania, declaradas «agentes extranjeros» y muchas de ellas arrestadas, ahora las que protestan son las familias de los reclutas de reemplazo enviados a Kursk. Al menos tres de ellos han perecido recientemente en los enfrentamientos con las tropas ucranianas. Dos de ellos, según la publicación '161.ru,', tenían 22 años y el tercero no pasaba de los 18, señala 'Astra' en Instagram.
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