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Rusia condecorará a los dos pilotos que esta semana inutilizaron un dron estadounidense sobre el mar Negro. Los dos aviadores rociaron al aparato con combustibles y uno de ellos colisionó ligeramente con su caza contra una hélice del MQ-9 Reaper, lo que obligó al ... Pentágono a dejarlo caer en el agua al perder el control sobre su rumbo.
El Ministerio de Defensa ha anunciado esta mañana que los dos militares han sido propuestos por el ministro Serguéi Shoigú para la «adjudicación de premios estatales» al considerar que con su acción evitaron que el dron «violara los límites del área de operaciones especiales»; en otras palabras, el teatro de operaciones de la guerra de Ucrania. Washington señaló tras el incidente que su aeronave volaba sobre aguas internacionales. El argumento que ahora esgrime el Kremlin asume solapadamente esta aseveración, pero enmarca la causa de la maniobra de sus SU-27 en el objetivo de que el dron no cruzara «las fronteras del área del régimen temporal para el uso del espacio aéreo». El Ministerio de Defensa reitera que sus cazas no utilizaron armas contra el MQ-9 ni entraron en contacto con él, aunque del vídeo difundido por el Pentágono con las últimas imágenes recogidas por el aparato se desprende que pudo ser tocado por uno de los aviones.
De hecho, las últimas imágenes del MQ-9 Reaper estadounidense hundido en aguas del mar Negro revelan cómo fue atacado por una pareja de cazas rusos, que derraman sobre él cientos de litros de combustible tras situarse en su misma trayectoria. El vídeo ha sido difundido por el Comando Europeo de EE UU, dura 42 segundos y muestra la forma en que los dos SU-27, monoplazas de combate diseñados por la Unión Soviética para competir con la fuerza aérea americana, 'acosan' al avión no tripulado, lo rocían con combustible y, finalmente, lo inutilizan.
Toda la secuencia es grabada con la cámara trasera del MQ-9, que se apaga en cuanto recibe el chorro de combustible, lo que indica que fue atacado desde la retaguardia. El dron parece recibir un fuerte zarandeo e inmediatamente la imagen se pixela, lo que fuentes militares interpretan como el momento en que uno de los cazas impactó físicamente contra su hélice. El Pentágono procedió inmediatamente después a dejar caer el aparato en el mar debido a la pérdida de control de su rumbo.
La secuencia es rápida, pero esclarecedora. La lente capta uno de los Su-27 aproximándose. A los cinco segundos, abre los depósitos de combustible y suelta cientos de litros mientras cruza la estela del dron, que sin embargo escapa a la rociada. Diecisiete segundos más tarde, un segundo caza realiza la misma operación, pero esta vez el líquido si cae sobre el avión no tripulado.
La aeronave de combate pasa muy cerca del MQ-9 Reaper. Tanto que golpea una de las palas de su hélice mientras la cámara se apaga. Cuando la grabación se reanuda en el segundo 39, la hélice presenta daños visibles. El dron ya «no es volable», según el Comando Europeo, que decide hundirlo en el mar Negro, aunque el vídeo hecho público este jueves no recoge ese instante. El Pentágono ha acusado a los pilotos de los cazas rusos de realizar una «intercepción insegura y poco profesional» sobre aguas internacionales.
A unos 1.500 metros de profundidad en el Mar Negro se encuentran los restos del MQ-9 Reaper que los gobiernos de Rusia y Estados Unidos buscan con anhelo, aunque este último sostiene que «cualquier información de valor que tuviera, ya no está». Su derribo el martes pudo haber desencadenado la III Guerra Mundial si el presidente Joe Biden no estuviera decidido a impedirla. «Lo único peor que una guerra es una guerra inintencionada», ha dicho varias veces.
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Por eso está dispuesto a hacer oídos sordos de lo que muchos expertos consideran como una provocación o, como mínimo, un aviso. Desde que comenzó la guerra de Ucrania los drones estadounidenses han sobrevolado la zona y proporcionado a Ucrania valiosa inteligencia que le ha permitido dar la batalla a Rusia durante más de un año. El martes Rusia se cansó de esta guerra triangulada y mandó sus cazas a interceptar el MQ-9 Reaper que sobrevolaba el Mar Negro, pilotado remotamente por dos operarios de las fuerzas armadas estadounidenses. «¿Fue un acto de guerra?», preguntaron este miércoles los periodistas.
«No voy a entrar en eso», se evadió el jefe del Estado Mayor estadounidense, el general Mark Miller. «Los incidentes ocurren». EE UU no tiene interés en escalar el conflicto, particularmente en un momento en que la oposición cuestiona el interés de esta guerra para su seguridad nacional. «Claramente no buscamos un conflicto armado con Rusia. Creemos que en este punto debemos investigar el incidente y pasar página». Eso sí, con una advertencia: «Continuaremos ejerciendo nuestros derechos en el espacio aéreo internacional».
Para eso dice el secretario de Defensa, Lloyd Austin, que cogió este miércoles el teléfono al llamar a su homólogo ruso, el ministro Sergey Shoygu, con objeto de «enfatizar» que Estados Unidos continuará volando y operando «donde quiera que las aguas internacionales se lo permitan».
1.5000 metros
es la profundidad a la que, calculan los expertos, se encuentran los restos del dron.
Esa es una de las partes más cuestionadas del «incidente». ¿Volaba el dron en aguas rusas o internacionales? La mera duda explica por qué es tan importante consensuar las fronteras de un país, en lugar de establecerlas unilateralmente de forma «temporal». Desde que Rusia lanzó su «operación militar especial» para invadir Ucrania se ha apropiado de esa zona del Mar Negro cercana a la península de Crimea, que se anexionó en 2014, sin que la ONU ni los organismos internacionales la hayan reconocido. Se desconoce el punto exacto en el que se produjo el encontronazo de los dos cazas rusos SU-27 con el MQ-9 estadounidense, porque ninguna de las dos partes han querido hacerla pública.
El Pentágono dice que los vídeos demuestran que los aviones rusos descargaron combustible sobre su aparato y le destrozaron la hélice trasera, forzando su derribo al quedar inoperable. «Creemos que los aviones rusos también sufrieron daños», dijo el jefe del Pentágono, aunque no quiso dar detalles de dónde aterrizaron «sanos y salvos», ha dicho Moscú.
Dimitry Peskov, portavoz del presidente Vladímir Putin, advirtió este miércoles de que las relaciones entre ambos países pasan por su momento más bajo. Pese a lo que algunos interpretaron como un cierre de los canales de comunicación, que Biden insiste en dejar abiertos, Shoygu aceptó la llamada de su contraparte norteamericana. Austin tenía un mensaje más importante que el derecho al pataleo. «Es clave mantener abiertas las líneas de comunicación para que podamos levantar el teléfono y hablar entre nosotros -le pidió-. Eso ayudará a prevenir fallos de cálculo en adelante».
El Pentágono dice estar acostumbrado a tropezarse con cazas rusos en distintas partes del mundo, desde Siria hasta Alaska. «Operamos en proximidad los unos de los otros y desde ese punto de vista esto no es particularmente inusual», explicó Miller. «Siempre intentamos establecer canales para desescalar los conflictos y asegurarnos de que nuestras fuerzas están físicamente separadas, sin que ocurran incidentes como este». Sin embargo, los militares estadounidenses creen que ahora hay lo que el jefe del Estado Mayor calificó como «un patrón de conducta reciente», con acciones «un poco más agresivas por parte de los rusos».
Miller dice que aún no han terminado de analizar el episodio, que podría haber involucrado también a los británicos «y a otras naciones». ¿Está Rusia buscando una provocación para forzar al mundo a tomar posiciones abiertamente en esta guerra, en lugar de enfrentarse por sí sola a los miembros de la OTAN en una guerra proxy? El ucraniano Oleksiy Danilov, Secretario del Consejo de Defensa y Seguridad Nacional de su país, cree que sí. «Este incidente es la forma que tiene Putin de señalar que está listo para expandir el conflicto e involucrar a otras partes -declaró-. Está subiendo la apuesta con la táctica de todos adentro».
Rusia anunció este miércoles el inicio de unas maniobras navales conjuntas con China e Irán, dos de sus socios principales en la oposición frente a Occidente, en aguas del mar Arábigo. La operación «trilateral» comenzó en el golfo de Adén, en Yemen, y contempla la ejecución de diversos ejercicios de entrenamiento, según informó el Ministerio de Defensa ruso a través de Telegram. Las maniobras concluirán el domingo.
El plan que se desarrolla por ahora cerca del puerto iraní de Chabahar cuenta con la implicación de efectivos de los tres países. La Marina rusa se encuentra presente con un destacamento de su Flota del Norte, incluida la nave 'Almirante Gorshkov', y un petrolero, China participa con el destructor 'Nanjing' e Irán aporta las fragatas 'Sakhand' y 'Jamaran' y la corbeta 'Bayandor'. El objetivo común es realizar «maniobras conjuntas y fuego de artillería de día y de noche», así como entrenarse en la «liberación de un buque capturado» o la «asistencia» a otros que se hallen «en peligro».
No es la primera vez que Rusia lleva a cabo este tipo de ejercicios militares con otros países afines desde el inicio de la guerra en Ucrania. Antes lo hizo, por ejemplo, con Bielorrusia, Sudáfrica y también China.
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