Pueden parecer lejanos y sin duda son objeto de olvido para la mayoría de la opinión pública europea, pero lo que ocurre en Níger, Burkina Faso, Malí, Mauritania y Chad acaba teniendo consecuencias en el Viejo Continente. Lo sabe bien la italiana Emanuela Del Re, ... Representante Especial de la UE en el Sahel, una región asolada por la pobreza, los golpes de Estado y los grupos terroristas y cuyo desarrollo ofrecería una oportunidad a los Veintisiete para controlar los flujos migratorios y pararle los pies a Rusia, que trata de desestabilizar las naciones del Sahel para llevarlas a su órbita y enfrentarlas a Occidente.
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- ¿En qué situación se encuentra el Sahel tras los recientes golpes de Estado en Malí y Burkina Faso?
- La situación sin duda ha empeorado en los últimos meses. En Malí la situación es crítica tras dos golpes de Estado y la toma de decisiones que ha llevado necesariamente a la UE a cambiar su postura frente al país. Se han suspendido todas las actividades excepto la ayuda humanitaria. La relación con las autoridades de Malí es compleja, porque para nosotros resulta difícil de aceptar que sigan haciendo afirmaciones muy graves hacia los occidentales y hayan tomado decisiones con la compañía de mercenarios rusa Wagner. Eso constituye una línea roja para la UE, como le dije al presidente de Malí el año pasado, pero aún así admitió la presencia de estos mercenarios. Resulta inaceptable contratar a soldados que no respetan ninguna norma y que han creado problemas muy graves de falta de respeto a los derechos humanos.
- Usted viajó recientemente a Burkina Faso, que vivió otra asonada el pasado mes de octubre. ¿Podrá recuperarse la estabilidad pronto?
- En Burkina Faso me reuní con el nuevo presidente transitorio tras el segundo golpe de Estado. Es un país que está en una posición muy crítica, con un problema de seguridad gravísimo. El número de refugiados y desplazados va en aumento y alcanza ya los dos millones. La crisis alimentaria, además, cada vez es más grave. El país necesita ayuda. Las autoridades deben hacer una reflexión sobre qué tipos de alianzas van a establecer y qué posición adoptar respecto a los equilibrios globales. Para la UE sería inaceptable que confiaran en mercenarios rusos, porque se replicaría un modelo que ya hemos visto fracasar estrepitosamente en Malí. También he visitado Chad para transmitir el mismo mensaje de la UE: estamos siempre abiertos a dialogar y a apoyar a estos tres países, pero debemos estar seguros de que se va hacia una transición que permita la vuelta del orden constitucional y que no se replica el modelo ruso, que lleva a la explotación y no al desarrollo y resulta deletéreo para las propias naciones.
-¿Está tratando Rusia de utilizar la inestabilidad en la región para aumentar su influencia?
- Rusia en este momento está aprovechando la debilidad de estos países, que están en una gravísima crisis por el terrorismo, el crimen organizado, la circulación de armas sin control, el hambre y la crisis climática, que provoca desplazados y refugiados. Está claro que se encuentran en un estado de debilidad absoluta. Rusia está presente en el Sahel desde hace mucho tiempo, no es un actor nuevo, pero sí que es nueva su estrategia. En este momento no invierte dinero, sino que trata de explotar los recursos sin propiciar el desarrollo y desplegando una campaña de desinformación. Ha habido manifestaciones a favor de Rusia con una violencia inaceptable hacia la Embajada de Francia en Burkina Faso. Es una situación extremadamente peligrosa, aunque en mi opinión las franjas prorrusas de la población son minoritarias.
- ¿Cuál es el objetivo último de Moscú?
- Ha lanzado una campaña de desinformación que cuesta poco, pero tiene efectos políticos graves. Con una pequeña minoría consigue desestabilizar un país y poner en crisis su relación con su aliado más leal e importante, la UE, que es el primer socio de todas las naciones del Sahel. La presencia de Rusia es desestabilizadora, quiere tener controlado el proceso de decisión. Ha intentado a menudo entrar en procesos políticos en África con pocos resultados, y ahora sabe que puede controlar a los líderes locales, que chantajean a sus aliados diciendo que acudirían a Moscú si no responden a sus exigencias.
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- ¿Qué papel juegan los mercenarios de la compañía rusa Wagner en esa estrategia?
- Son una de las acciones que Rusia desempeña, pero no es la más eficaz ni la más incisiva. Forma parte de su estrategia amplia para desestabilizar. Pero no creo que para Moscú sea hoy fácil dar ayudas concretas por su implicación en la guerra de Ucrania, que también está destruyendo la posición de Rusia en el orden global. Con poco gasto, Moscú intenta poner en crisis a los gobiernos de la región plegándolos a su propia voluntad política contra Occidente, que es su enemigo declarado.
- ¿Trata Moscú de desestabilizar estos países para propiciar una oleada migratoria hacia Europa?
- La cuestión migratoria debe ser analizada en su dimensión real y teniendo en cuenta que, sobre todo, es sur-sur, es decir, los países africanos son los más afectados entre ellos por estos desplazamientos. Sólo una pequeña parte llega a nuestro continente, donde se hace de ello una cuestión ideológica, afrontándola como una emergencia, por lo que resulta difícil tomar decisiones a largo plazo. La cuestión migratoria no es la central en la acción desestabilizadora de Rusia, pero sin duda juega un papel serio.
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- ¿Qué estrategia a largo plazo habría que utilizar para responder a las corrientes migratorias desde África hacia Europa?
- Hay que centrarnos en la colaboración entre países y encontrar vías legales para la inmigración, porque en Europa hace falta mano de obra y debemos buscar alternativas. Estamos en un momento histórico en el que somos conscientes de la posibilidad de cambiar las cosas. Creo que en los próximos meses se podrán encontrar soluciones a largo plazo que lleven a vías legales y seguras. Los países de la UE deben ser capaces de acoger y ver que pueden surgir nuevas oportunidades. Debemos ayudar a las naciones del Sahel con inversiones masivas para darle la vuelta a la situación actual, para que se pase de una grave crisis a una oportunidad, e implicar a sus líderes en nuestra toma de decisiones.
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