Repetición y guiñol en el último debate entre Sunak y Starmer

El debate tuvo lugar en una sala de la Universidad de Nottingham Trent con el telón de fondo de las voces de una protesta. Los líderes tenían que responder a preguntas de una audiencia escogida por una firma de encuestas. La primera pregunta fue sobre la restauración de la confianza en la política, herida en los últimos días por el descubrimiento de que candidatos y miembros del Partido Conservador habían apostado por una elección en la fecha seleccionada por Sunak.

Starmer respondió alegando que la confianza es una cuestión de liderazgo. Él ha despedido a un candidato que hizo una apuesta en la que se beneficiaba si ganaba su rival conservador, en una circunscripción en la que no tenía ninguna posibilidad de obtener el escaño. Sunak insistió en la línea ya conocida de que su rival ha cambiado de opinión a menudo y que oculta los aumentos de impuestos que introducirá si llega al Gobierno.

Otras inquietudes de la audiencia hicieron referencia a las políticas que aplicarían para incorporar a la vida laboral al gran número de personas que se han apartado del mercado del trabajo tras la pandemia, por posibles reducciones a los subsidios a gente con discapacidades, o por qué los gobiernos no consiguen controlar las fronteras de una isla.

Esto llevó al conservador a pedir a la audiencia que no entregue las fronteras a los laboristas. Starmer le recordó que el número de inmigrantes en botes ha aumentado con respecto al año pasado. El laborista insiste en que el Gobierno no ha sostenido un procedimiento para procesar a los inmigrantes, dejando a miles en hoteles. Sunak le preguntó si iba a negociar su deportación con los ayatolás de Irán.

En el primer debate de la campaña, Sunak se mostró más agresivo que Starmer, criticado por no haber reaccionado a las acusaciones del primer ministro. En esta ocasión, el líder conservador pareció ocasionalmente alicaído y Starmer más seguro en el escenario. Pero la constante en estos debates es que Sunak conoce con más detalle que su rival los detalles de las diferentes políticas. Pero no fue un debate interesante sino un guiñol entre dos políticos intelectualmente dotados.

En los últimos suspiros de una campaña desangelada, Sunak usa ahora ataques a su predecesora, Liz Truss. Starmer le respondió afirmando que la catastrófica primera ministra sigue siendo candidata del Partido Conservador en estas elecciones. Starmer despidió a su predecesor, el laborista radical Jeremy Corbyn, y el actual partido batalla contra él por el escaño en el norte de Londres.

Un miembro de la audiencia hizo la pregunta más ácida. Se dirigió a Sunak diciéndole que había sido un buen ministro del Tesoro pero un mediocre primer ministro, y a Starmer que sus movimientos están regidos por miembros del Partido Laborista (implícitamente de la era de Tony Blair). «¿Son ustedes los mejores que tenemos para gobernar nuestro gran país?», remató.

Siguieron preguntas sobre el Brexit, sobre las leyes y las cuestiones de género e identidades, y la última fue de una joven estudiante cuya generación no espera tener un buen trabajo o una casa, y se está marchando a Australia o Dubai. Starmer prometió más viviendas. Sunak quiere facilitar la hipoteca de los primeros compradores y eliminar un impuesto de la compraventa.