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El acuchillamiento de once niñas –tres de ellas fallecidas– y de dos mujeres el pasado 29 de julio en la localidad inglesa de Southport derivó en una cadena de disturbios callejeros que han puesto a prueba la competencia del Gobierno británico y de las fuerzas de seguridad. El primer ministro, Keir Starmer, pide que se mantenga «un alto nivel de alerta», aunque la percepción general es que el episodio de violencia ya ha terminado.
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El rey Carlos III, a través de un portavoz, emitió el viernes el contenido de una conversación telefónica con Starmer y responsables policiales. El monarca expresó su agradecimiento a las fuerzas del orden y servicios de emergencia y su «gran ánimo por los ejemplos de espíritu comunitario que han opuesto la compasión y resiliencia de muchos a la agresión y criminalidad de pocos».
El contexto de lo ocurrido en Southport tras el horrendo crimen refleja la visión del rey. Los vecinos de la ciudad expresaron su dolor y simpatía hacia las familias, y su mutuo apoyo ante el trauma, en concentraciones y ofrendas florales. Y fueron muchos también los que se movilizaron el martes para reparar los daños causados por la ola de violencia.
Los responsables de la convocatoria de los brutales ataques a una mezquita y a los agentes que la protegían han sido identificados con el paso de los días. La Policía regional de Merseyside señaló inicialmente a la Liga de Defensa Inglesa, una organización de extrema derecha que se disolvió en 2013 y dirigía su violencia hacia los musulmanes.
En el vacío creado por la obligación de mantener oculta la identidad de presuntos delincuentes menores de edad –el asesino cumplió 18 años días después de la masacre–, Channel 3 Now, una página de internet que publica desde lugares variados del planeta un torrente de noticias a menudo falsas, dio el titular que encendió la mecha de la violencia.
Ali Al-Shakati, de 17 años, era el detenido por los acuchillamientos. Habría sido investigado por el servicio de Inteligencia británico, MI6, y llegó al Reino Unido de manera ilegal en bote. Esa página con sedes en Pakistán, Canadá, Estados Unidos… compró su nombre de un canal ruso de YouTube, según la investigación de la BBC. Cuentas de ese país en Telegram multiplicaron la distribución de su noticia.
Daniel Thomas, encarcelado por un intento de secuestro de un rival en un asunto de drogas con arma blanca, se hace llamar 'Danny Tommo' en las redes y es responsable de seguridad de Tommy Robinson, fundador de la Liga de Defensa Inglesa. En un vídeo ahora borrado de su canal de YouTube en el que tiene cerca de 70.000 seguidores alentó a un motín el primer día de los disturbios, según la revista antifascista 'Searchlight', que guarda una copia de las imágenes. «Cada ciudad tiene que arder. Estad preparados. Tenemos que hacerlo. Tiene que explotar en diferentes ciudades. Tenemos que mostrarles que no aguantamos más».
My number one priority is to make sure our communities are safe.
— Keir Starmer (@Keir_Starmer) August 9, 2024
Thanks to our police forces, those who participate in violence online and offline will face the full force of the law. pic.twitter.com/hIaZ8pAzrY
El líder del Brexit, Nigel Farage, publicó un vídeo en el que ponía en cuestión la honestidad de la Policía por ocultar vínculos con el terrorismo del autor de los crímenes, que resultó ser un galés hijo de una familia cristiana de origen ruandés que llegó al Reino Unido de forma legal y está integrada en la sociedad británica. La fuente de Farage fue Andrew Tate, un 'influencer' acusado de graves delitos sexuales y tráfico de mujeres en Rumanía.
Paul Jackson, historiador de la extrema derecha británica, afirma en 'Pride in Prejudice' (Orgullo en el Prejuicio) que hay «muchos pequeños grupos y organizaciones» en este movimiento. Uno de ellos es la Alianza Democrática de Muchachos del Fútbol, que sería la formación más próxima a la Liga de Defensa Inglesa. Miembros de otra, Alternativa Patriótica, fueron identificados en los disturbios de Southport.
La violencia se extendió en especial por ciudades industriales en decadencia. El pasado fin de semana fue el momento álgido. En Rotherham, ciudad marcada por el escandaloso caso de abusos sexuales y violaciones de 1.400 niñas y adolescentes entre 1997 y 2013 por hombres paquistaníes, ante la pasividad del Ayuntamiento y de la Policía para evitar tensiones comunitarias, una turba intentó quemar un hotel reconvertido en residencia de inmigrantes.
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El pasado miércoles, una convocatoria publicada en internet para atacar en diferentes puntos del país despachos de abogados y agencias de asistencia a extranjeros generó el pánico que buscaban sus autores. Pero no hubo altercados. El despliegue de la Policía y la masiva movilización de personas y organizaciones opuestas a la violencia contra los inmigrantes pusieron aparentemente punto final a los desórdenes.
La galería de responsables y participantes en la ola de violencia que desfila estos días por los juzgados para ser condenados es variada. Abundan los hombres de entre 40 y 60 años, la misma franja de edad que copó una gran concentración –en general pacífica– convocada por Robinson y otros. «Devolvedme mi país» era un eslogan frecuente. Cuando el 'hooligan' del fútbol y la política preguntó a la masa a quién había votado en las elecciones de julio, los manifestantes se declararon fieles a Farage.
El historiador Jackson diferencia a la extrema derecha –violenta, simpatizante del nazismo y del fascismo– y a la radical, la de Farage, que acepta las reglas de la democracia. No ha querido nunca vincularse a grupúsculos extremistas, pero prometió cambios sorprendentes en la política británica tras obtener al fin un escaño.
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