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PABLO M. DÍEZ
CORRESPONSAL EN ASIA
Viernes, 30 de diciembre 2022, 15:47
Horas después de un nuevo bombardeo masivo de Rusia sobre Ucrania, su presidente, Vladímir Putin, volvía a exhibir este viernes su alianza con su homólogo chino, Xi Jinping, en una cumbre por videoconferencia, como ya es tradición entre ellos al finalizar el año. En los ... primeros minutos de su reunión virtual, emitidos por la televisión rusa y recogidos por las agencias internacionales, Putin no solo alardeó de sus buenas relaciones bilaterales, sino que hasta invitó a Xi a visitar Moscú en primavera.
«Le estamos esperando, señor presidente. Querido amigo, le esperamos la próxima primavera para una visita de Estado a Moscú», anunció públicamente Putin, para quien este viaje «demostraría al mundo la proximidad de las relaciones entre Rusia y China». Según informa Reuters, el presidente ruso aseguró que estas «son las mejores en la historia y aguantan todas las pruebas». En pleno enfrentamiento con Occidente por la invasión de Ucrania, y con Rusia condenada por la comunidad internacional como se vio en la última cumbre del G-20 en Bali, Putin le recordó a Xi Jinping que «compartimos las mismas opiniones sobre las causas, el curso y la lógica de la actual transformación del escenario geopolítico global».
En una respuesta mucho más corta que la larga introducción de Putin, Xi le respondió que, «en un escenario internacional cambiante y turbulento, es importante que China y Rusia permanezcan fieles a la aspiración original de su cooperación, mantengan focos estratégicos, mejoren su coordinación y sigan siendo oportunidades mutuas de desarrollo y socios globales, para traer así más beneficios a los pueblos de ambos países y con el interés de la estabilidad en el mundo».
Al final del resumen de la charla difundido por el Ministerio de Exteriores chino, un párrafo con tres frases hace mención a la «crisis de Ucrania», como la define Pekín para evitar la palabra «guerra». Aunque es bastante breve, supone la parte más jugosa e interesante, ya que Xi Jinping le prometió a Putin «seguir trabajando para construir sinergias en la comunidad internacional y jugar un papel constructivo para la resolución pacífica de la crisis de Ucrania». En su opinión, «el camino de la paz no será sencillo pero, mientras ambas partes no renuncien, siempre habrá posibilidad para la paz».
A tenor de dicho comunicado, Xi enfatizó que «el mundo ha llegado ahora a otra encrucijada histórica». Como suele ser habitual en los mensajes del régimen, el presidente chino lanzó una advertencia velada a Estados Unidos al reclamar «revertir la mentalidad de la Guerra Fría y la confrontación entre bloques», alertando también de que «la contención y la supresión son impopulares y las sanciones e interferencias están condenadas a fracasar». Reforzando su alianza con Putin, Xi insistió en que «China está preparada para unirse a Rusia y las fuerzas progresistas del mundo que se oponen a la hegemonía y las políticas del poder y rechazan todo unilateralismo, proteccionismo y hostigamiento, salvaguardan firmemente la soberanía, seguridad e intereses de los dos países y defienden la justicia internacional».
Por su parte, Putin destacó que «aspiramos a fortalecer la cooperación entre las fuerzas armadas de Rusia y China», pero la declaración de Pekín obvia esa parte para evitarse problemas con Occidente por las sanciones contra Moscú. Intentando proyectar una imagen de unidad con Xi para mitigar su aislamiento internacional, Putin apoyó la reivindicación china sobre la isla democrática e independiente de Taiwán y saludó sus esfuerzos conjuntos por contrarrestar «la presión y las provocaciones sin precedentes de Occidente».
Antes de la invasión rusa de Ucrania, cuando ambos se reunieron en la inauguración de los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín, Xi Jinping celebró la «amistad sin límites» con Rusia, en clara oposición ideológica a las democracias de Occidente. Pero el fracaso militar del Kremlin, que ha desnudado la supuesta potencia del Ejército ruso y expuesto sus graves problemas y fallos, ha debilitado a Putin y marginado a Moscú, agrietando su alianza con China por el impacto mundial de la guerra. En su último encuentro en persona, durante la cumbre de la Organización de Seguridad de Shanghái celebrada en Uzbekistán en septiembre, Putin admitió las «preguntas y preocupaciones» de Pekín sobre la guerra.
Desde su estallido hace ya diez meses, el régimen chino ha apoyado implícitamente a Moscú, culpando de la situación a EE UU y la OTAN en su clara pugna con Occidente. Pero Xi Jinping puede verse obligado a moderar su alianza con Putin por su intento de volver al escenario internacional tras pasarse casi tres años encerrado en su país por la pandemia. Aunque Xi no ha llegado a los extremos del primer ministro indio Narendra Modi, quien le espetó a Putin en Samarcanda que «no es el momento para la guerra», durante la cumbre del G20 se reunió con todos los líderes occidentales, que buscan su mediación con Rusia para lograr la paz. De todos esos encuentros, el más largo y esperado fue el que tuvo con el presidente de EE.UU., Joe Biden. En su primer cara a cara en persona desde que este llegó a la Casa Blanca en enero de 2021, ambos dirigentes dieron una tregua a sus maltrechas relaciones bilaterales, pero las espadas siguen en alto por la «guerra de los microchips» y la amenaza china sobre Taiwán.
Tras perpetuarse en el poder durante el XX Congreso del Partido Comunista celebrado en octubre, la posición de Xi Jinping también se ha visto debilitada por las históricas protestas en China contra las restricciones del Covid 0, que llegaron a pedir su dimisión y cuestionaron su régimen autoritario. En plena explosión de contagios en su país, y con la comunidad internacional temiendo de nuevo un repunte de la pandemia por su reapertura de fronteras, a Xi tampoco le interesa un panorama internacional tan revuelto que afecte a la recuperación de su economía, muy dañada por estes tres años de cierres y confinamientos.
Demostración de unidad entre ambos países o intento de China por apaciguar el conflicto, el resultado de esta cumbre virtual con Putin se verá durante las próximas semanas, si sigue o no la lluvia de misiles y drones sobre Ucrania y si Xi Jinping viaja a Moscú en primavera con una propuesta de paz bajo el brazo.
Desde que estalló la guerra de Ucrania a finales de febrero y se vio castigada por las sanciones de Occidente, Rusia se ha erigido en uno de los principales proveedores de petróleo de China, por encima de Arabia Saudí, y de gas, con 13.800 millones de metros cúbicos hasta noviembre. Como le recordó Putin a Xi Jinping en su videoconferencia, los envíos diarios habían sido en diciembre un 18 por ciento superiores a lo previsto y Rusia era ya el segundo suministrador de gas y el cuarto de gas natural licuado. Hasta diciembre, las exportaciones energéticas rusas a China habían crecido un 10 por ciento en volumen y un 64 por ciento en valor. Tan estrecha cooperación energética fue definida por Xi Jinping como «el ancla» de las relaciones entre China y Rusia.
«En un entorno internacional cambiante y turbulento, es importante que China y Rusia mantengan su aspiración original de cooperar, mejorando su coordinación estratégica y convirtiéndose tanto en socios globales como en una oportunidad de desarrollo para el otro, haciendo todo lo posible para llevar el máximo beneficio a los dos pueblos y estabilidad al mundo».
Esas fueron las primeras disquisiciones que la reunión entre Xi Jinping y Vladímir Putin provocó en la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China,Hua Chunying. «El mundo está ante un dilema histórico: puede optar por volver a una mentalidad de Guerra Fría, impulsando el antagonismo y la división para forzar el enfrentamiento en bloques, o actuar en pro del bien común, propiciando la igualdad, el respeto, y una cooperación beneficiosa para todos», añadió en referencia a la creciente polarización global, en la que el eje anglosajón lidera la respuesta del mundo occidental y China hace piña con los países en vías de desarrollo, sobre todo aquellos enfrentados con Estados Unidos: desde la propia Rusia o Irán, hasta Venezuela, Cuba o Afganistán.
George W. Bush consideraría ese un nuevo 'eje del mal', pero lo cierto es que se trata de un nuevo orden mundial en el que la economía triunfa sobre la ideología, siguiendo el precepto chino de no interferir en los asuntos internos de los países. «China está lista para unir fuerzas con Rusia y con otros países progresistas del mundo que se oponen a la hegemonía y rechazan el unilateralismo, el proteccionismo y el 'bullying', protegiendo firmemente la soberanía nacional, la seguridad, y el desarrollo de la Justicia internacional», sentenció Hua, antes de reiterar que China se mantendrá imparcial en el conflicto que enfrenta a Rusia yUcrania.
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