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Elon Musk confirmó este miércoles su voluntad de participar en la política británica, posando con el líder ultra Nigel Farage y su nuevo tesorero del Reform UK, el multimillonario Nick Candy. El telón de fondo, en Mar-a-Lago, era un retrato de Donald Trump ... con un jersey que parecía de cricket. Regresando a casa, Farage dijo a la prensa que el hombre más rico del mundo considera dar una donación a su partido.
Errol Musk, padre del genio de la ingeniería innovadora, había calentado el asunto desde Pretoria expresando su deseo de que su hijo ayudase a derrocar al primer ministro, Keir Starmer, que se define como socialista. La vía eran unos cien millones de euros para el partido que creó Farage tras liderar el movimiento popular que impulsó el Brexit.
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Farage ya prometía en las elecciones de julio que iba a provocar una rebelión política como nunca se ha visto, pero los pasos de su revolución contemplan, o contemplaban, el debilitamiento del Partido Conservador, tras su grave derrota en las últimas elecciones. Cuando el partido 'tory' quedase mutilado por la fuga de electores y diputados a los bancos del Reform, llegaría la hora fatal de Starmer.
Las conspiraciones de ultramar quizás tengan consecuencias, pero los británicos han sido absorbidos estos días por las del siglo XVI, con el plebeyo evangelista Thomas Cornwell retando a la aristocracia del ambiguo Enrique octavo. La fallecida Hilary Mantel ha dejado a esta generación, en sus libros y las dos series de la BBC (Wolf Hall), una ficción del poder que fomenta la sabiduría.
El director ejecutivo de la Comisión Electoral, Vijay Rangarajan, ha considerado que la promesa pública de Musk era el momento adecuado para explicar en una entrevista con el diario 'The Guardian' los planes que tiene su ente público, vigilante de la limpieza de las elecciones en el Reino Unido. Quiere añadir nuevas normas sobre las donaciones que reciben los partidos.
Rangarajan ha adelantado que una de las reformas necesarias es limitar las donaciones a las de personas o empresas que han obtenido sus recursos en el territorio británico. Los beneficios antes de impuestos de X (antiguo Twitter) en el Reino Unido en las últimas cuentas publicadas, las de 2022, son poco más de 10 millones de euros, que quedan muy lejos del sueño de los cien millones.
Las normas de la Comisión Electoral sobre el gasto de los partidos y de los candidatos en las campañas son detalladas y ya habían prohibido para evitar préstamos o donaciones que sobrepasen los 6 millones si las personas no están registradas como votantes en el censo electoral. La Comisión, que habría hablado ya con el Gobierno sobre el cambio, quiere extender la restricción a las empresas, que también tendrán que ser locales.
El conservador Andrew Griffith ha irrumpido astutamente en la corte de Musk, pidiéndole desde Londres que dé esos 100 millones a los 'tories', porque comparten con él el rechazo «al virus mental del woke».
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