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Europa lleva tiempo en guardia por la escalada de la violencia contra políticos, especialmente en Alemania, que soporta una oleada de agresiones a representantes de diversos partidos, la última este mismo sábado contra un miembro de la ultraderechista AfD en Dresde. En 2023 hubo casi 2.800 casos (verbales y físicas) en este país, un 53% más que un año antes. Pero fue a mediados de mayo, a horas del inicio de la campaña para los comicios de este domingo, cuando saltaron todas las alarmas a raíz del intento de magnicidio del primer ministro de Eslovaquia, Robert Fico, a manos de un septuagenario harto de las decisiones de su Gobierno. El atacante de Frederiksen, sin embargo, no parece encajar con ese perfil de ciudadano hastiado de la clase dirigente ya que, según declaró este sábado durante el interrogatorio en el tribunal de Frederiksberg, es un gran admirador de la líder socialdemócrata y está avergonzado por el incidente. «Espero poder encontrarme con ella nuevamente para poder enmendarme», dijo el acusado, que permanecerá en prisión preventiva hasta el 20 de junio ante el riesgo de fuga.

El agresor, un polaco que ni habla ni entiende el danés, fue arrestado instantes después del suceso. Los hechos ocurrieron a plena luz del día, cerca de las seis de la tarde, en Kultorvet, una plaza ubicada en el casco antiguo de Copenhague donde numerosas personas fueron testigos del ataque. El sospechoso caminaba en dirección contraria a la de Frederiksen, de 46 años, y cuando llegó a su altura le propinó «un golpe con el puño cerrado en la parte superior del brazo derecho» que le hizo tambalearse, relata el diario local 'Ekstra Bladet'. La primera ministra se dirigió a una cafetería cercana donde le esperaba un amigo, mientras que su atacante trató de huir pero fue inmovilizado por varias personas en el suelo. La investigación de lo ocurrido recoge que el hombre, que se declaró inocente, se encontraba en estado de embriaguez cuando empujó a la mandataria y probablemente también bajo el efecto de alguna droga. El ataque no habría sido planeado, ni tendría motivaciones políticas.

El entorno de Frederiksen, que en 2019 se convirtió en la primera ministra danesa más joven de la historia y en 2022 resultó reelegida, reconoce que está «alterada» por el incidente aunque ella no se ha pronunciado de forma pública. Sí lo han hecho numerosos miembros de su Ejecutivo, que tacharon la agresión de «reprobable». «Algo así no debe ocurrir en nuestro hermoso, seguro y libre país», defendió el titular de Medio Ambiente, Magnus Heunicke. Los líderes de los Estados vecinos, Finlandia y Suecia, así como de otras naciones, desde Francia a México, mostraron asimismo su solidaridad con la política socialdemócrata, cuyo partido aspira a vencer este domingo en las elecciones y conservar sus tres eurodiputados.

Desde Bruselas, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, habló de «vil acto». «La violencia no tiene cabida en política», advirtió su homóloga en el Parlamento, Roberta Metsola. El presidente de España, Pedro Sánchez, dio su «apoyo» a la primera ministra danesa y aseguró que su agresión es también «un ataque contra todos los que creemos en una Europa de libertad, tolerancia y paz».