Mitsotakis busca la reelección en Grecia pese a la abstención y la ira por el accidente ferroviario

En el Intercity que chocó contra un convoy de mercancías a unos 380 kilómetros de Atenas viajaban sobre todo estudiantes -más de la mitad de los fallecidos no había cumplido aún la treintena- y eso se reflejó en las decenas de protestas que salpicaron el país durante días para denunciar un suceso que, a ojos de muchos, incluidos profesionales del sector, se podía haber evitado si la infraestructura hubiera estado en mejores condiciones.

Era previsible que el accidente entrara en campaña a través de la oposición, con una izquierda fragmentada en cuatro siglas, pero a ella se han unido las familias de las víctimas del siniestro que en la recta final para las elecciones, el pasado martes, presentaron una denuncia contra Mitsotakis, miembros de su equipo de gobierno -incluido el exministro de Transporte, Kostas Karamanlis, que ya dimitió- y altos mandos de la Organización Helénica de Ferrocarriles (OSE) y de la compañía Hellenic Train. «Hoy es un día importante, más que los comicios del domingo», aseguró Christos Konstantinidis en representación de este colectivo que quiere llevar a los responsables de la tragedia a «rendir cuentas a la Justicia».

Las disculpas del primer ministro, que atribuyó el siniestro a un «error humano», no han sido suficientes para los familiares, que exigen una investigación judicial de la red ferroviaria que se remonte al menos hasta 2008 para recabar las verdaderas causas y responsables del suceso. «Lamento que este asunto se instrumentalice a pocos días de las elecciones», respondió Mitsotakis en la cadena privada Ant1, consciente de que los sondeos están hasta ahora de su parte. Según la última encuesta, elaborada antes de que se conociera la denuncia, Nueva Democracia, el partido que preside, obtendría el 33,6% de los votos frente al 26,9% que sumaría la izquierdista Syriza -que gobernó hasta 2019 con Alexis Tsipras al frente- y el 9,1% que conseguiría la formación socialista Pasok.

Lo que parece bastante probable es que la cita electoral vaya a tener una segunda vuelta (el 2 de junio) ya que para evitarla se necesita que el partido ganador sume la mitad más uno de los 300 escaños en la primera ronda. Grecia es, además, uno de los países de la UE con mayor abstención, una opción que arrastra sobre todo a los más jóvenes y el domingo están llamados unos 430.000 a depositar su papeleta por primera vez. En los anteriores comicios nacionales, sólo uno de cada cuatro griegos de 17 a 24 años acudió a las urnas. «No es de extrañar que prefieran beberse un mojito más que ir a votar», advierte Maria Karaklioumi, analista política de la encuestadora RASS sobre un país envejecido donde las nuevas generaciones han crecido en una triple crisis económica, sanitaria y medioambiental. Estos días se les intenta conquistar con promesas electorales como un cheque de 150 euros para la mayoría de edad y un aumento del salario mínimo.

La mejora de la situación financiera de Grecia, que vivió casi una década, entre 2010 y 2018, intervenida por la 'troika', y la reducción del paro en casi siete puntos (hasta el 10,9%, por debajo del de España) a lo largo de esta legislatura benefician a Mitsotakis, de 55 años. Y eso que la deuda externa y la inflación lastran esos réditos al estar disparadas.

El otro problema que carga el primer ministro griego en su mochila es el escándalo de las escuchas ilegales que estalló a mitad de su mandato y que apuntó al aparato de seguridad del Estado como responsable del espionaje a Nikos Androulakis, líder del Pasok, el tercer partido del país, y a otros políticos, periodistas y militares. El accidente ferroviario empaña asimismo los logros económicos del mandatario, que atrasó las elecciones casi mes y medio -estaban previstas para el 9 de abril- en un intento de rebajar la tensión generada por un suceso que, en vista de los sondeos, no ha pasado factura a Mitsotakis. El coste real se conocerá el domingo.