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Este mismo sábado, el Facebook ruso -Vkontakte- censuró todas sus publicaciones sobre Wagner y prohibió difundir información sobre la compañía de mercenarios. Era una medida inútil. En Telegram, Eugeny Prigohzin desafiaba al propio Putin y se mostraba en Rostov como un líder militar. Por la ... tarde las empleó para anunciar que paraba su avance y evitar así un baño de sangre. La figura de este expresidiario convertido en jefe militar con el único bagaje de haber sido el chef del presidente ruso no sería la misma sin las redes sociales. Desde que comenzó la invasión de Ucrania, Prigozhin ha pasado de ser un oligarca oscuro a convertirse en el caudillo de un movimiento militar ultranacionalista. La duda es saber hasta dónde está dispuesto a llegar. Porque Prigozhin ha sido el único líder ruso capaz de decir que hay que parar la invasión de Ucrania mientras participaba con sus hombres en la toma de ciudades como Bajmut.
Según ha comentado el propio Prigozhin en sus redes, en Bajmut decidió que su misión vital había cambiado. «Tengo ambiciones personales muy serias, excesivas. Quiero vivir en un país que se llame Gran Rusia y que dicte condiciones al mundo y no fluya río abajo hacia un abismo oscuro. Hasta que tomamos Bajmut no tenía ambiciones. Pero me di cuenta de que tenía que salvar el Ejército ruso, salvar su honor». Esta frase del propio Prigozhin colgada en su Telegram ayuda a entender qué está sucediendo ahora.
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Rafael M. Mañueco
Bajmut ha sido una de las batallas más sangrientas e inútiles de la guerra de Ucrania, tanto para Kiev como para Moscú. En esa ciudad, bautizada como 'La picadora de carne', se produjo un enfrentamiento de meses hasta que, en mayo, los mercenarios de Wagner consiguieron conquistar sus principales edificios administrativos. Para entonces, ya estaban convertidos en ruinas. Prigozhin utilizó entonces sus redes como el más agresivo influencer para denunciar dos situaciones que han sido determinantes en su trayectoria reciente.
En la primera, se grabó en vídeo ante decenas de cadáveres de sus mercenarios y culpó al ministro de Defensa, Sergei Shoigu, y a su jefe de Estado Mayor, Gerasimov, de no enviarles suficientes municiones para tomar la ciudad. A los pocos días, el Gobierno de Putin autorizó que se le hiciese llegar más armamento. Envalentonado con esta victoria política, Prigozhin volvió a cargar en sus vídeos contra los jefes militares rusos. Pero entonces se produjo un incidente que elevó su rabia.
El dueño de Wagner denunció que mientras se marchaban de Bajmut para entregar la ciudad al Ejército regular ruso, los propios militares de Moscú habían minado el camino por el que sus soldados debían partir para matarlos. Prigozhin culpó a sus enemigos en el Ministerio de Defensa e inició una cruzada contra el Gobierno de Putin cuya culminación es la marcha hacia la capital rusa.
En esa cruzada, Prigozhin se ha mostrado como una figura sinuosa y extraña. Porque defiende a la Gran Rusia mientras se muestra partidario de la retirada de Ucrania y no duda en afirmar que ya han perdido esa batalla. En Occidente, los militares son conscientes de que su actitud es escasamente profesional y tiene como objetivo su encumbramiento personal más que acelerar una victoria rusa. Cuando el alto mando ruso le negó sus municiones tomó la decisión más inteligente, puesto que el Ejército debía preparar sus reservas para la contraofensiva ucraniana y no malgastarlas en una batalla que le interesaba a Prigozhin para aumentar el culto a su personalidad, han señalado expertos occidentales.
Además, las exhibiciones del jefe de Wagner han sacado a la luz algo de lo que Rusia no ha querido hablar. La presencia de estos soldados de fortuna en países africanos para apoyar a dictadores locales y a sus minas de oro o diamantes, además de las explotaciones petrolíferas. En en ese terreno en el que Prigozhin está acaparando una fortuna cuyo tamaño se desconoce. El discurso contra la corrupción que desgrana en sus redes choca con sus prácticas en África.
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Ante el poder que está acumulando, el ministro de Defensa hizo público un decreto hace escasas semanas en el que obligaba a Wagner ha integrarse en el Ejército regular. Prigozhin se negó. «Prefiero morir como un héroe que vivir como un maricón», escribió en Telegram. El enfrentamiento con el Ejército regular entró en un punto sin retorno. Desafiante, el antiguo expresidiario preguntó si iban a admitir en las filas del Ejército también a los 20.000 miembros de Wagner que habían muerto en Ucrania, muchos de ellos sacados de las cárceles.
En esas fechas, posó en sus redes sociales con Victor But, 'El mercader de la muerte'. But había sido un exespía que había vendido armas a todos los terroristas del mundo y cumplía condena en Estados Unidos. En diciembre del año pasado fue liberado y devuelto a Rusia, en un intercambio de prisioneros con la jugadora de baloncesto americana Britney Grinner, encarcelada por Moscú por posesión de drogas. But es un héroe en Rusia y Prigozhin quiso fotografiarse a su lado. Su culto a la personalidad le obligaba a aparecer al lado de esas figuras violentas, siniestras y dominantes que él se empeña en imitar.
Cuando el viernes inició la revuelta contra Putin ya estaba aupado como un héroe de la guerra, como un padre benefactor preocupado por sus mercenarios, como un nacionalista que sueña con la Gran Rusia, como un luchador contra la corrupción. No es casual que los mercenarios de Wagner fueran recibidos en Rostov, la primera gran ciudad que ocuparon, como unos salvadores. La incógnita es saber cómo gestionará a partir de ahora el nuevo poder que ha adquirido al demostrar que es capaz de desestabilizar Rusia y ponerla al bordel del colapso cuando le dé la gana.
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