La polémica concesión de la ciudadanía francesa al creador de Telegram salpica a Macron

El presidente de la mensajería de telefonía móvil fue detenido el pasado sábado en París, tras aterrizar en el aeropuerto de Bourget procedente de Azerbaiyán. Cuatro días después, la justicia francesa lo imputó por varios delitos relacionados con la impunidad en Telegram y la falta de colaboración con la justicia de su plataforma en casos pedofilia, tráfico de drogas y otro tipo de actividades delictivas. Lo dejó en libertad bajo un estricto control judicial que le impide irse de Francia.

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Este mediático caso amenaza ahora con salpicar a Macron por sus vínculos con Durov. Según el diario Le Monde, el polémico empresario franco-ruso, de 39 años, pidió que lo naturalizaran en Francia durante una reunión con el presidente francés en 2018. Es decir, un año después de que los servicios de inteligencia galos ya hubieran espiado el teléfono del creador de Telegram en el marco de una investigación sobre el Estado Islámico. Macron y Durov se reunieron en «varias ocasiones», informó esta semana The Wall Street Journal. Desde el Elíseo, han confirmado esta información, pero han dicho que en realidad solo hubo «uno o dos encuentros».

En uno de ellos, que se celebraron fuera de la agenda oficial del jefe del Estado —algo habitual en reuniones de este tipo con empresarios—, el mandatario intentó convencerlo para que instalara en Francia la sede de Telegram, una de las aplicaciones que más utiliza Macron para hablar con representantes o cuadros de su partido. La decisión de darle la nacionalidad «formó parte de una estrategia totalmente asumida de permitir a mujeres y hombres, ya sean artistas, deportistas o empresarios» que se conviertan en franceses «cuando crean la riqueza o la innovación», explicó desde Belgrado el presidente, quien impulsó la nacionalización del empresario ruso. El Ministerio de Asuntos Exteriores había expresado sus reticencias respecto a ese proceso.

Macron negó, asimismo, en esa comparecencia que hubiera previsto reunirse con Durov a finales de agosto. Cuando lo arrestaron el día 24, el fundador de la aplicación dijo a los agentes que había venido a París debido a una cena en el Elíseo. «No tenía previsto ver al señor Durov ni ese fin de semana ni los días siguientes», respondió el jefe del Estado. Prácticamente una semana después de su sorprendente detención, perduran varios interrogantes sobre este caso. Uno de ellos es por qué el empresario tomó el riesgo de viajar a la capital francesa cuando pesaba sobre él una orden de arresto desde julio. Quizás ignoraba esa demanda judicial.