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La estabilidad en el Egeo se juega en las urnas colocadas estos días en las dos orillas del mar. Las elecciones generales griegas de este domingo se celebran una semana después de la primera vuelta de las presidenciales turcas, que tendrán su segundo turno el ... próximo 28. La coincidencia de los comicios en ambos países abre una ventana de oportunidad para establecer una nueva etapa en la difícil relación bilateral, lastrada por disputas territoriales, energéticas y migratorias. Aunque el rápido envío de ayuda humanitaria helena a Turquía tras el terremoto del pasado febrero permitió rebajar las tensiones, en Atenas se recuerda con preocupación la amenaza que dejó hace unos meses Recep Tayyip Erdogan, favorito para lograr la victoria en la segunda vuelta y mantenerse en el poder en Ankara frente al otro aspirante, el opositor Kemal Kilicdaroglu.
«Grecia, mira la historia. Si vas demasiado lejos, pagarás un alto precio. La ocupación de las islas del Egeo no nos obliga a nada. Cuando llegue la hora, haremos lo que sea necesario. Podemos llegar de sorpresa una noche». Aquellas palabras del líder turco, pronunciadas el pasado septiembre en un acto militar celebrado en la ciudad de Samsun, dan sobrados motivos a los griegos que recelan del expansionismo de las autoridades de Ankara. En sus veinte años en el poder, Erdogan ha espoleado la nostalgia de los tiempos del Imperio Otomano y la aspiración de convertir a Turquía en la potencia hegemónica en la región, a expensas de amenazar los intereses de una Grecia cada vez más incómoda con su poderoso vecino.
El primer ministro heleno, Kyriakos Mitsotakis, líder del partido de centroderecha Nueva Democracia y favorito para lograr la victoria este domingo, se ha mostrado dispuesto a tender «una mano amiga» al ganador de los comicios turcos en caso de lograr él la reelección. «Espero que el próximo Gobierno reconsidere su posición hacia Occidente. No sólo hacia Grecia, sino hacia Europa, la OTAN y Estados Unidos», dijo Mitsotakis en una entrevista con AP, en la que destacó que Atenas apuesta al mismo tiempo por ejercer una política disuasoria al «seguir reforzando nuestras capacidades de defensa». La creciente amenaza turca ha llevado a Grecia a dedicar en los últimos años un porcentaje cada vez mayor de su PIB al gasto militar, hasta llegar al 3,54% en 2022, el más alto entre todos los miembros de la OTAN. Turquía, que también forma parte de la Alianza Atlántica, se quedó en el 1,37%.
«Querría no dedicar más del 2% a defensa (nivel mínimo sugerido por la OTAN), pero por desgracia vivimos en una zona precaria, junto a un país mucho más grande que nosotros y que se comporta de modo agresivo», señaló Mitsotakis. «Si el Gobierno turco, un día sí y otro no, amenaza con invadir por la noche nuestras islas, es obvio que esto no favorece la creación de un clima de confianza». Desde el otro lado del Egeo le respondió un Erdogan que parece dispuesto a hacer borrón y cuenta nueva, reconociendo que las tensiones de los últimos años «han dañado de forma significativa a los dos países y no deberían continuar». En una entrevista con el diario heleno 'Kathimerini', el líder turco se mostró confiado en que los comicios en ambas naciones «marquen el inicio de una nueva era».
Pese a la aparente voluntad de aparcar las diferencias de Mitsotakis y Erdogan, favoritos para la reelección en sus respectivos países, no se acaba de fiar de sus palabras Panayotis Tsakonas, profesor de Relaciones Internacionales y Seguridad en la Universidad de Atenas e investigador de la Fundación Helénica para la Política Exterior y Europea (Eliamep). «Ha habido una clara mejoría tras el terremoto, pero hace falta mucho más para conseguir unas relaciones seguras entre Grecia y Turquía. Erdogan tiene buenas razones para seguir tratando al bloque occidental, en el que incluye a Grecia, con su lógica de transacción. Trata y presiona para conseguir concesiones», explica Tsakonas. El líder turco ha dado en el pasado muestras de que no le tiembla el pulso a la hora de utilizar a los migrantes y refugiados como un «arma política» para desestabilizar a Grecia y al resto de la UE, además de disputar con Atenas la soberanía de un yacimiento de gas en el Mediterráneo Oriental.
3,54%
del PIB griego en 2022 correspondía al gasto militar, una cuantía que ha elevado en los últimos años. Se trata del mayor porcentaje entre los países de la OTAN.
«Para Grecia es vital que las relaciones con Turquía pasen por la Unión Europea. Es su mejor baza para imponer condiciones a Ankara. Además, debemos desarrollar una política militar disuasoria pero al menor nivel posible, para evitar una escalada», considera el experto de la Universidad de Atenas. A su juicio, la fuerte crisis económica que sufre Turquía puede impulsar a Erdogan a llamar a las puertas de Bruselas para lograr una «relación especial» con los Veintisiete, lo que ofrecería a Grecia una oportunidad para marcar a nivel europeo unas condiciones que permitan mejorar las relaciones bilaterales con Ankara.
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