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El nuevo Gobierno de Portugal estará marcado por el peso político de sus miembros -diez hombres y siete mujeres- cuyos nombres fueron comunicados por el primer ministro, el socialdemócrata Luís Montenegro, al presidente, Marcelo Rebelo de Sousa, este jueves por la tarde. Entre los elegidos ... destacan Paulo Rangel, eurodiputado que será el titular de Asuntos Exteriores, y Joaquim Miranda Sarmiento, que asumirá la cartera de Finanzas. Ambos forman parte del PSD, el partido de Montenegro, de quienes son hombres de confianza, y ejercerán también como ministros de Estado, lo que da idea de la importancia que la economía y las relaciones internacionales tendrán en el futuro gabinete.
Montenegro reserva un ministerio para Nuno Melo, líder del minoritario Centro Democrático y Social-Partido Popular (CDS-PP) que se encargará de Defensa, pero deja sin asiento en el nuevo gabinete al Partido Popular Monárquico, el tercer pilar de la coalición Alianza Democrática con la que acudió y ganó las elecciones. También se queda fuera Chega pese a las presiones de su jefe, André Ventura, al primer ministro, que cumple así la promesa que realizó antes de los comicios de no incluir a la ultraderecha en su equipo de gobierno.
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La lista con los nombres del futuro Ejecutivo luso se conoció un día después de la elección del presidente del Parlamento. Hicieron falta cuatro votaciones y un acuerdo a última hora entre conservadores y socialistas para pactar una inédita presidencia rotatoria de la Cámara. Hasta 2026 la dirigirá el socialdemócrata José Pedro Aguiar-Branco y luego le sucederá el diputado de la izquierda Francisco Assis. La extrema derecha, Chega, renunció a apoyar al candidato propuesto por Montenegro porque ha sido vetada en la formación de Gobierno. Su líder, André Ventura, anuncia una revancha. Aunque ya hay presidente del Parlamento, este parche no mitiga apenas la inestabilidad portuguesa.
António Costa, socialista y anterior primer ministro, ya había advertido de que «el nuevo Gobierno tiene muchos problemas que resolver». Más allá de la carestía de la vivienda, de los bajos salarios y pensiones, de las protestas en los sectores de educación, salud y seguridad, Portugal afronta un ciclo político que parece destinado al caos. Los últimos comicios dieron 80 diputados a la alianza del Partido Social Demócrata (PSD) de Montenegro y 78 al Partido Socialista (PS) de Pedro Nuno Santos. Ese empate técnico vino acompañado por la eclosión de un partido ultra, Chega, que con 50 escaños ha puesto en entredicho el bipartidismo y ha atraído el voto del descontento social con la clase política, protagonista de sucesivos escándalos de corrupción.
Desde el primer momento, Nuno Santos asumió su derrota electoral y dijo que iba a ser la oposición para no bloquear el funcionamiento de las instituciones y no convertir a la extrema derecha en el apoyo necesario para el Ejecutivo conservador. Eso sí, dejó claro que los socialistas no aprobarán en 2025 los Presupuestos Generales. Uno de sus diputados, Francisco César, descartó en el diario 'Público' ese futuro apoyo con una frase elocuente: «Ni aunque Cristo descienda a la Tierra». El actual primer ministro del país, Montenegro, camina sobre el alambre. Para sacar adelante sus iniciativas necesita una muleta. O se la presta el PS o la ultraderecha.
La elección del presidente del Parlamento fue el primer síntoma de la inestabilidad que espera. El acuerdo entre el PSD y el PS puso fin al bloqueo en las tres primeras votaciones provocado por Chega. El diputado del PSD y exministro de Defensa José Pedro Aguiar-Branco sumó 160 votos, por encima de los 116 necesarios, y de los 50 logrados por el candidato de Chega, Rui Paulo Sousa, en esta primera sesión de la legislatura.
«Si alguna cosa nos ha enseñado esto es que no se puede desistir de la democracia», declaró Aguiar-Branco ya como nuevo presidente de la Asamblea. Cumplirá su mandato hasta septiembre de 2026, para después dar el relevo al diputado socialista Francisco Assis. Aunque con este panorama político, los analistas no se atreven a pronosticar cómo estará el país dentro de dos años. El Gobierno de Montenegro camina a tientas sobre un campo minado.
Assis, el candidato de los socialistas, recordó que «los partidos democráticos tienen la obligación de encontrar soluciones» y que no hay que confundir un «conflicto serio y civilizado» con una «guerra civil», como busca, dijo, Chega, que aspira a ser «oposición del Gobierno y del régimen democrático».
En cuanto a su hipotética presidencia de la cámara dentro de dos años, Assis fue cauto, ya que prefiere no estar «encadenado» a una decisión tan a largo plazo. Nadie sabe si la legislatura durará tanto. «Probablemente estaré aquí; no sé cuál será la situación política del país», declaró.
La presidencia rotatoria del Parlamento es una especie de pacto entre caballeros. El reglamento interno de la cámara no contempla una solución de este tipo, por lo que, según el acuerdo, el candidato del PSD deberá renunciar voluntariamente dentro de dos años. Entonces se celebrará una nueva votación y, si los conservadores cumplen su palabra, saldrá elegido Assis.
Fuera de ese acuerdo se ha quedado Chega. Su líder, André Ventura, acusa a Montenegro de alcanzar un «acuerdo con la izquierda» a pesar de que el Parlamento cuenta con una mayoría de formaciones de derecha. «El PSD ha escogido compañía, ahora tiene que gobernar con ella (...) Es simbólico que el PSD busque con los socialistas los acuerdos de gobernación», avisó.
«Chega liderará la oposición. Parece evidente que sólo habrá un partido en la oposición y ese es Chega», anunció Ventura, que no quiso decir si su partido apoyará en 2025 los presupuestos que entonces presente Montenegro. Al primer ministro le ha quedado claro desde el principio que con este puzzle político su cargo al frente del país tiene una fecha de caducidad que depende tanto de la izquierda como de la extrema derecha.
Chega, un partido que se presenta como antisistema, no votó al candidato conservador a la presidencia del Parlamento porque Montenegro le ha excluido de la composición de su Gobierno. El rescate socialista permite iniciar la vida de la cámara pero queda patente la inestabilidad de la legislatura.
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