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Portugal vive en pleno vértigo político tras la dimisión el martes de su primer ministro, António Costa, al verse envuelto en una investigación por corrupción y tráfico de influencias en negocios relacionados con la producción de litio e hidrógeno. El presidente de la República, Marcelo ... Rebelo de Sousa, mantiene hoy reuniones con los partidos políticos y mañana con el Consejo de Estado para decidir el escenario inmediato. Todo apunta a que convocará elecciones, aunque quizá lo haga en unas semanas una vez aprobados los Presupuestos Generales de 2024. La oposición conservadora exige comicios inmediatos ante el deterioro de la imagen del Gobierno. Y el Partido Socialista, cuyo secretario general sigue siendo Costa, no ha descartado sustituirle al frente del Ejecutivo por otro dirigente de la formación de izquierdas. Todo está ahora en manos de Rebelo de Sousa.
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Miguel Ángel Alfonso
Hay una antigua declaración del presidente del país que puede ser clave. Costa es primer ministro desde 2015. La actual era su tercera legislatura tras la victoria por mayoría absoluta en las elecciones de 2022. Aquella cita electoral se precipitó porque no había podido sacar adelante los presupuestos. La austeridad de algunas medidas le había enfrentado con los otros partidos de izquierda que le apoyaban. Cuando Costa arrasó en las urnas, el presidente de la República le lanzó una advertencia: el triunfo era suyo, de su figura. Y si pretendía irse –como entonces se rumoreaba– a mitad de su mandato para asumir un cargo europeo, convocaría unos nuevos comicios. «No será fácil que el rostro que venció pueda ser sustituido a mitad del camino», avisó Rebelo de Sousa.
El escándalo desatado este pasado martes le ha cambiado el ritmo a la política portuguesa. Fueron detenidos el jefe de Gabinete de Costa, Vítor Escária, y Diego Lacerda, empresario vinculado al primer ministro. La dimisión de Costa cierra una etapa de éxito económico. Logró reducir el déficit y la deuda, y llevó a Portugal a su periodo de progreso más prolongado. Gestionó con éxito el tránsito entre la austeridad y el crecimiento. La inflación, sin embargo, frenó el efecto de la subida salarial, de la que al final sólo se vieron beneficiados los sueldos más bajos. Los otros partidos de izquierda le dieron la espalda.
Y ahora la mayor parte de la oposición se decanta por la convocatoria de elecciones. «La degradación del Gobierno impone que no se pierda más tiempo y que se devuelva la palabra al pueblo», apremió el presidente del partido socialdemócrata (PSD), Luís Montenegro, que lidera el ala conservadora.
Por parte de la formación ultraderechista Chega se pronunció André Ventura. También cree que «es el momento en el que los portugueses sean llamados nuevamente a las urnas para decidir si quieren mantener este Gobierno o renovarlo». El líder de la tercera fuerza en el Parlamento luso ve en las elecciones «la única solución posible en este contexto» y defiende que cualquier otra opción «sería una prolongación innecesaria de la agonizante situación» de los socialistas en el Ejecutivo.
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J. Gómez Peña
También abogó por ir a las urnas Iniciativa Liberal: «No creo que haya otra solución en este momento que no sea la disolución de la Asamblea de la República y las elecciones para que los portugueses puedan pronunciarse», señaló su líder, Rui Rocha. Incluso la portavoz del Bloque de Izquierda, Mariana Mortágua, se sumó a esa corriente pese a haber sido socios de Costa: «En democracia las crisis políticas de esta naturaleza se resuelven convocando elecciones».
El Partido Comunista Portugués (PCP), en cambio, puso en duda el beneficio de la urgencia electoral. «El país no necesitaba elecciones, sino soluciones», señaló su secretario general, Paulo Raimundo, que, en cualquier caso, dejó claro que los miembros de su formación están «preparados» para enfrentarse a los comicios si finalmente se convocan.
También la representante del animalista PAN, Inês Sousa Real, mostró «preocupación» ante la posibilidad de que el país vuelva a las urnas en pleno debate del Presupuesto del Estado y esperará a que el presidente explique las «soluciones» que tiene en mente.
Los socialistas de Costa no se pronunciaron ni a favor ni en contra de las elecciones. Su presidente, Carlos César, destacó que el primer ministro había tenido un comportamiento «ejemplar» al dimitir cuando supo que estaba siendo investigado. César está como todos a la espera de la decisión del presidente de la República, pero no descarta la opción de sustituir a Costa al frente el Gobierno por otro dirigente socialista. De hecho, ya suenan dos nombres: Augusto Santos Silva, presidente de la Asamblea de la República, y Mário Centeno, gobernador del Banco de Portugal.
Hay un precedente. En 2004, Durao Barroso dimitió como primer ministro y el entonces presidente de la República, Jorge Sampaio, descartó convocar elecciones y puso en el cargo a otro miembro del partido socialdemócrata, Pedro Santana Lopes. Pese a ese antecedente, la opción de llamar a los ciudadanos a las urnas parece la más probable. La convocatoria puede ser inmediata o atrasarse unas semanas hasta que sean aprobados los Presupuestos Generales del Estado para 2024.
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