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El primer ministro británico, Rishi Sunak, ha afirmando que «Irlanda del Norte ocupa una posición especial porque tiene acceso al mercado británico y al de la UE, lo que la convierte en un lugar increíblemente atractivo para la inversión». El líder conservador, que votó por ... el Brexit, ha sido criticado porque esa era la posición del Reino Unido antes de marcharse de la Unión Europea.
Pero las contradicciones detectadas por los frustrados partidarios de la permanencia en la UE no marchitan los laureles que ha recibido de la prensa y de los expertos por lograr un acuerdo inesperado, por las cesiones de la Comisión Europea. Sunak resaltó la importancia de su exitosa negociación en Belfast y en un encuentro con el grupo parlamentario conservador.
Los comentaristas británicos se muestran sorprendidos porque la negociación de Sunak haya logrado que la Comisión alterase tres áreas del Protocolo original, que el negociador, Maros Sefcovic, y otros dirigentes comunitarios habían calificado como no negociable. Los cambios significativos en el tratado original son la creación de un canal verde para mercancías, el régimen del IVA y el «freno de Stormont».
Este último ofrece a la Asamblea de Belfast el poder de bloquear nuevos reglamentos comunitarios mediante una votación. A ese 'freno' le seguiría un complejo proceso de diálogo entre Londres y Bruselas, la decisión de un panel de arbitraje y la influencia indirecta del Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Ese enrevesado proceso preocupa a los unionistas.
El Partido Democrático Unionista (DUP) ha advertido que analizará el texto legal del Acuerdo Marco Windsor, presentado el lunes, antes de expresar su posición. Que no se haya eliminado la ley comunitaria de la actividad comercial en la región es otro obstáculo que señalan unionistas recalcitrantes, a los que no parece importarles la pérdida de acceso al mercado común con tal de librarse del Protocolo.
Sunak se ha ofrecido a explicar los detalles a los dirigentes del DUP, pero sus palabras sugieren que está dispuesto a culminar el proceso legislativo del acuerdo aunque el partido unionista lo rechace. Las vicisitudes del Protocolo no provocan en Westminster el sentimiento de gravedad que causaba la guerra terrorista en la provincia, que se zanjó en una negociación con múltiples cesiones de las partes.
Según la agencia Bloomberg, la Comisión Europea contempla un periodo de varios meses hasta que el acuerdo sea añadido al texto del Tratado que selló la retirada del Reino Unido de la Unión Europea. La estrategia de Sunak de mantener secreto el proceso de negociación ha tenido éxito. Ahora ofrece «tiempo y espacio» para el análisis de lo logrado, aceptando el riesgo de que unionistas y 'brexiters radicales' formulen demandas de cambios que ni Londres ni Bruselas quieren aceptar.
En una reunión vespertina los diputados conservadores recibieron a Sunak con palmadas en sus mesas en signo de felicitación por lo logrado. Su éxito ha debilitado a la oposición. El laborista Keir Starmer ofreció de manera truculenta el voto de sus diputados, si los rebeldes 'tories' ponían en peligro el avance hacia una relación con la UE más armoniosa. Queda ahora como un líder político que promete votar 'sí' a algo que no conoce.
Pero David Henig, director en el Reino Unido del Centro Europeo de Economía Política Internacional, señala que el acuerdo no es el fin de la historia. «Surgirán nuevas fricciones, objeciones y riesgos, especialmente cuando diverjan las leyes europeas y británicas». Según él, el largo plazo será una «intrincada aventura conjunta».
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