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El naufragio el pasado domingo a unos 150 metros de las costas calabresas, en el sur de Italia, de una embarcación cargada con unos 200 inmigrantes, que deja 64 muertos y decenas de desaparecidos, puede marcar el fin de la 'luna de miel' que estaba ... viviendo el Gobierno de derechas de Giorgia Meloni en estos primeros cuatro meses en el poder. A las dudas de si hubiera sido posible auxiliar al viejo pesquero antes del hundimiento, una hipótesis descartada por las autoridades de Roma debido al mal tiempo, se une la falta de empatía ante la tragedia mostrada por el ministro del Interior, Matteo Piantedosi.
El antiguo jefe de gabinete de Matteo Salvini, líder de la Liga, uno de los partidos que forman parte de la coalición conservadora, calificó de «irresponsables» a los padres que habían embarcado a sus hijos en este pesquero zarpado cuatro días antes desde Turquía, obviando que en buena parte se trataba de familias provenientes de Afganistán e Irán que escapaban de la guerra y de la persecución.
En el pasado Piantedosi ya había estado en el centro de la polémica cuando utilizó la expresión «carga residual» para referirse a las personas que habían sido rescatadas por las naves de las ONG y que todavía no habían podido desembarcar. Precisamente el ministro del Interior es el artífice del duro protocolo aplicado por el Ejecutivo de Roma a los barcos humanitarios que dificulta las operaciones de socorro a inmigrantes en el Mediterráneo: les impone multas de hasta 50.000 euros y dos meses de incautación del buque en caso de incumplimiento.
Piantedosi apeló a la investigación abierta por la Fiscalía para defenderse de las acusaciones de que los equipos de rescate no actuaron a tiempo para evitar la tragedia. Aunque las primeras informaciones de la barca llegaron a las 22.30 horas del sábado, no se hizo nada hasta las 4.10 del domingo, cuando intervinieron primero la Guardia de Finanzas y los Carabinieri, con menor capacidad para realizar un rescate que la Guardia Costera, que no se movilizó hasta después de las 4.30. «Hay una investigación sobre el naufragio y sobre eventuales lagunas en las operaciones de socorro, en la que debemos tener confianza. Tengo una gran consideración del trabajo que hacen nuestros socorristas y no tengo motivos para pensar que puedan haberse cometido errores u omisiones», consideró Piantedosi.
La Guardia Costera, por su parte, se defendió con un comunicado en el que aseguró que las primeras informaciones sobre la nave, recogidas por un avión de Frontex, señalaban que navegaba sin problemas y que solo se intervino cuando se lanzó la alarma desde la costa de que había peligro de naufragio, sin que llegaran peticiones de ayuda por parte de los pasajeros o los tripulantes de la embarcación.
La crisis provocada por el hundimiento ha coincidido con la elección de Elly Schlein como nueva líder del Partido Democrático, la principal fuerza progresista italiana, quien haciendo gala de la oposición dura que prometió hacer al Gobierno, señaló que esta tragedia «pesa sobre las conciencias de quienes han aprobado un decreto que obstaculiza los salvamentos en el mar».
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