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Ucrania ha asestado la mañana de este martes el mayor golpe contra la jefatura del ejército ruso desde el inicio de la guerra hace casi tres años. A cientos de kilómetros del frente, en el sureste de Moscú, ha acabado con la vida del máximo ... responsable de la división de armas químicas de las fuerzas armadas, el teniente general Ígor Kirílov, y de su asistente en un atentado perpetrado con una bomba escondida en un patinete eléctrico aparcado en plena calle. No hubo casi tiempo para las especulaciones sobre el crimen porque el Servicio de Seguridad de Kiev, el SBU, reivindicó apenas tres horas después su autoría, convencido de que el comandante cuyo cuerpo aún yacía sobre la nieve manchada de sangre era «un objetivo absolutamente legítimo». Tampoco tardó la respuesta de Rusia que, a través de diferentes voces, prometió venganza.
La explosión se produjo en la avenida Riazanski, junto a un bloque de apartamentos y una cafetería, cuando todavía no había amanecido en la capital. Eran las seis de la mañana y Kirílov, de 54 años, se dirigía al coche oficial. El teniente general tenía ayer un encuentro con periodistas. No llegó porque al salir del edificio estalló un artefacto que, según el diario ruso 'Kommersant', «estaba pegado con cinta aislante al mango» de un patinete estacionado en la entrada del inmueble. Las primeras investigaciones calculan que llevaba entre 100 y 500 gramos de TNT, suficiente para reventar las ventanas del edificio, provocar una enorme columna de humo negro y matar al jefe de las tropas de protección nuclear, biológica y química de Rusia. «Un crimen sin precedentes en Moscú», describió el rotativo, afín al Kremlin.
El SBU ucraniano no había apuntado nunca tan alto o, al menos, no había logrado rematar una «operación especial» -como denominó a este atentado- de tal calado en territorio ruso. Kirílov, que había asumido el mando de la división de armas químicas del ejército en 2017, ocho años después de integrarse en las tropas, no destacaba como uno de los grandes jefes de las fuerzas armadas involucrados en la actual guerra, pero sí era una cara conocida pues habló durante las sesiones informativas sobre los laboratorios de armamento biológico en el territorio invadido, que Moscú atribuía a Washington. De hecho, su rostro figuraba en una página web no oficial conocida como 'Myrotvorets' (Pacificador) que se dedica a señalar a los supuestos enemigos de Kiev. Ahora la fotografía del teniente general aparece bajo unas letras rojas con el mensaje «liquidado».
«Era un criminal de guerra y un objetivo absolutamente legítimo porque ordenó emplear armas químicas prohibidas contra los soldados», ha asegurado el SBU, que califica el castigo contra estas personas de «inevitable». Kirílov, un «general intrépido» que trabajó «sin miedo» hasta el final, según la diplomacia rusa, llevaba meses en el punto de mira. Él mismo, admitía este martes Serguéi Sitnikov, gobernador de la región de Kostroma y amigo personal suyo, le había contado que sabía que estaba amenazado.
El Reino Unido sancionó al comandante en octubre por haber ayudado supuestamente al envío de este tipo de armamento «bárbaro» -el Kremlin niega poseer actualmente arsenal alguno- al territorio invadido y la Fiscalía del Estado ucraniano, según medios de este país, le había acusado el pasado lunes por el presunto uso de sustancias tóxicas como la cloropicrina, que desorientan a las tropas para que no puedan defenderse de los ataques. Un día después ha sido asesinado.
El Comité de Investigación de Rusia, encargado de las causas más delicadas, ha abierto de inmediato el proceso para aclarar «todas las circunstancias» de lo ocurrido aunque el diario 'Kommersant' indica que la presencia de cámaras en la zona del atentado y la geolocalización de los teléfonos presentes en el lugar del crimen -se sospecha que la bomba fue activada mediante una llamada- ayudarán a esclarecer el caso.
La investigación criminal abierta contempla tres supuestos del Código Penal: asesinato, terrorismo y tráfico ilegal de armas y municiones. Konstantin Kosashev, vicepresidente del Consejo de la Federación de Rusia, ha advertido a los autores del atentado que «serán castigados, sin ninguna duda y sin piedad». El vicepresidente del Consejo de Seguridad del país, Dmitri Medvédev, ha ido más allá y señala a los responsables «intelectuales, que están en Kiev, son sus dirigentes políticos y militares». «Al darse cuenta de la inevitabilidad de su derrota militar, Ucrania lanza ataques cobardes y despreciables en ciudades pacíficas», ha ahondado el expresidente ruso, consciente de que el asesinato de dos miembros del ejército, y uno de ellos de alto rango, en pleno Moscú puede socavar la moral de las fuerzas armadas y, sobre todo, de la población local tras casi tres años de guerra.
No ha habido reacción de Vladímir Putin, aunque algunos sugirien que la muerte de Kirílov y su asistente ha revelado un deficiente protocolo de seguridad para los altos mandos del ejército, o al menos para algunos de ellos. El jefe del Kremlin ofrecerá el jueves su balance anual televisado. El día antes del atentado sacaba pecho de que Rusia tenía la «iniciativa» en el frente en Ucrania y de la toma de nuevas localidades en regiones como Donetsk.
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