Secciones
Servicios
Destacamos
A Giorgio Napolitano los italianos le deben mucho. El expresidente de la República italiana, fallecido en la noche de este viernes en un hospital de Roma a los 98 años de edad, será recordado como el último bastión de las instituciones en uno de los ... períodos políticos y económicos más difíciles de la historia reciente del país. Veterano militante comunista, este napolitano de trato amable y gran prestigio tanto dentro como fuera de su nación fue la primera persona en ser reelegida como jefe del Estado en Italia. Tras su primer mandato de siete años, comenzado en 2006, la incapacidad de los partidos para elegir a su sucesor provocó que en 2013 aceptara a regañadientes prolongar su estancia en el Palacio del Quirinal, sede de la Presidencia de la República.
Lo hizo, eso sí, tras dedicar un histórico discurso a las fuerzas políticas en el Parlamento en el que no tuvo empacho en tirarles públicamente de las orejas. En enero de 2015, la cierta estabilidad institucional que había recuperado el país permitió finalmente que Napolitano pudiera jubilarse, siendo sucedido en la jefatura del Estado por Sergio Mattarella, al que también le tocó luego aceptar un segundo mandato en 2022. Precisamente, Mattarella lamentó su fallecimiento con un mensaje en el que destacó cómo su antecesor «interpretó significativas batallas por el desarrollo social, la paz y el progreso de Italia y de Europa». También destacó su labor para reforzar «las instituciones comunitarias para lograr una Europa cada vez más unida». La capilla ardiente será instalada este sábado en el aula de la Cámara Alta, al haber sido el fallecido senador vitalicio.
Noticia relacionada
En los ocho años y medio durante los que ocupó el más alto cargo institucional de Italia, a Napolitano le tocó resolver numerosas crisis políticas e incluso intervenir para evitar el colapso político e institucional del país. La situación más grave la afrontó en noviembre de 2011, cuando Italia estaba al borde de la bancarrota debido a la crisis financiera y la escasa credibilidad internacional que suscitaba su Gobierno, liderado entonces por Silvio Berlusconi. Con gran habilidad diplomática y mano izquierda, Napolitano se sacó de la manga un Ejecutivo de unidad nacional a cuyo frente puso a un técnico respetado, Mario Monti, a quien correspondió la impopular tarea de recortar el gasto público para sanear las cuentas.
No fue ese el único Gabinete 'cocinado' por el jefe del Estado, que vivió el auge del populismo representado por el Movimiento 5 Estrellas (M5E) y se ganó el respeto incluso de los conservadores pese a su pasado comunista. Aunque los partidos de derecha no le apoyaron en la votación que propició su primer mandato, no tuvieron reparos en reconocer sus capacidades como mediador y figura 'super partes' y le apoyaron en su reelección. Hasta Berlusconi, al que había descabalgado del poder en 2011, se rindió a las habilidades del 'Rey Giorgio', como le llamaban algunos medios italianos. Su fallecimiento propició una cascada de mensajes de pésame tanto de políticos y figuras destacadas de Italia como del extranjero. El Papa Francisco, que se encuentra de visita en Marsella, lo consideró «un hombre de Estado» con «grandes dotes intelectuales y sincera pasión por la vida política italiana, además de vivo interés por la suerte de las naciones».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.