Macron retoma los contactos con la oposición en busca de un primer ministro que evite otra moción de censura

Macron se reunió esta vez con una comitiva de los verdes, otra de los comunistas y también con los centristas de Liot. El viernes pasado ya había hecho lo mismo con representantes de la coalición macronista (Renaissance, MoDem y Horizons), la derecha tradicional de Los Republicanos (LR) y del Partido Socialista (PS). Entonces, Olivier Faure, líder de los socialistas, le pidió que invitara a las otras formaciones del Frente Popular, y eso hizo el presidente.

Además de los verdes y los comunistas, el jefe del Estado convocó a la Francia Insumisa -la principal fuerza en número de diputados en la coalición de izquierdas-, pero el partido de Jean-Luc Mélenchon rechazó la invitación. Lo hizo con el argumento de que el presidente debe dejar de tergiversar y proponer a un primer ministro del Frente Popular, al tratarse del bloque que quedó primero en las elecciones anticipadas del 7 de julio. A diferencia del pasado verano, la izquierda afronta más dividida este nuevo proceso de consultas y Macron intenta aprovecharlo, aunque no está nada claro que lo consiga.

El presidente «ha propuesto una nueva metodología» para formar el próximo Gobierno, explicó la secretaria general de los verdes, Marine Tondelier. Esta consistirá en «una reunión de las distintas fuerzas políticas para conversar sobre una plataforma programática», indicó. El objetivo de este encuentro no es componer un Ejecutivo «de gran coalición», sino llegar a un acuerdo en torno al programa con los socialistas y LR y así evitar que el próximo primer ministro -probablemente con un perfil de centro-derecha (François Bayrou) o derechas (Catherine Vautrin o Sébastien Lecornu)- sea censurado desde principios del año que viene.

Tras la moción de censura de la semana pasada, la casi totalidad de los partidos, incluida la Agrupación Nacional (extrema derecha) de Le Pen, pretende mostrar una actitud dialogante. No quieren que los franceses los haga responsables de la ingobernabilidad del país, que la mayoría de la población atribuye a Macron. El escepticismo predomina, sin embargo, respecto a la reunión «programática» entre las distintas formaciones, cuya celebración está prevista para esta semana, incluso este mismo martes.

De hecho, abundan los puntos de fricción entre la derecha, los macronistas y el centro-izquierda (socialistas y verdes). Por un lado, las políticas fiscales y cómo mejorar el poder adquisitivo de los franceses al mismo tiempo que el país debe elaborar unos presupuestos para el año que viene que frenen el déficit público excesivo, de más del 6%. Por otro, la impopular subida de la edad mínima de jubilación de 62 a 64 años (con 43 cotizados para recibir una pensión completa) aprobada en 2023 y que el Frente Popular quiere derogar.

«La derecha no puede llegar a ningún acuerdo con la izquierda», que «pactó con los insumisos» y votó «una moción de censura irresponsable», advirtió el ministro del Interior, el conservador Bruno Retailleau. El acuerdo se augura complejo y eso puede retrasar el nombramiento de Macron. El presidente se ha ganado a pulso su reputación de lento ante este tipo de situaciones.