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Emmanuel Macron ha decido mantener a la primera ministra Élisabeth Borne al frente de un Gobierno que, sin embargo, sufrirá «ajustes» al verse debilitado por las protestas contra la reforma de las pensiones y los recientes disturbios tras la muerte de un menor por disparos ... de la Policía en Nanterre.
El jefe de Estado quiso poner fin a los rumores de una salida inminente de Borne, quien se especulaba que pudiera ser sustituida por el ministro del Interior, Gérald Darmanin. No será así, al menos de momento, para disgusto de la oposición, desde cuyas filas reclaman constantemente la dimisión de la mandataria.
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«Para que nada cambie, no tiene que cambiar nada. La continuidad de Borne en Matignon (sede del primer ministro) refleja la dramática desconexión del presidente de la República, que ha perdido todo contacto con el pueblo y condena al país a la impotencia y al inmovilismo», según la líder ultraderechista, Marine Le Pen. «Emmanuel Macron mantiene a Emmanuel Macron», reaccionó con ironía, por su parte, Alexis Corbière, diputado del partido izquierdista La Francia Insumisa. Corbière considera «lógico» que el presidente confirme a Borne, ya que ésta «hace exactamente lo que le pide» y sería «injusto» que fuera al final castigada por ello.
Borne mantendrá el bastón de mando, pero varios de sus ministros deberán abandonar el barco. La prensa gala hace quinielas y afirma que el titular de Educación, Pap Ndiaye, considerado poco político, podría ser remplazado, al igual que el de Sanidad, François Braun, médico de urgencias de profesión. También especula sobre la salida de la secretaria de Estado de Economía Social y Solidaridad, Marlène Schiappa, debilitada por su gestión de los fondos Marianne contra la radicalización islamista y que dio mucho que hablar tras posar en abril con vestidos ajustados para la revista de adultos 'Playboy'.
Se espera que «al final de la semana» Macron se dirija a los franceses para tratar de relanzar su presidencia. Todavía no sabe si será con un discurso o con una entrevista en televisión ni cuál será la fecha elegida.
El pasado abril, Macron se marcó un plazo de cien días para calmar los ánimos en Francia y relanzar su presidencia, tras tres meses de protestas contra la reforma de las pensiones. «El objetivo de los cien días se mantenido y ha vuelto la calma», tras los disturbios por la muerte de Nahel, dijeron fuentes del Elíseo a la prensa francesa. El Gobierno temía que hubiera un nuevo brote de violencia urbana coincidiendo con las celebraciones del 14 de julio, día de la fiesta nacional, pero eso finalmente no ocurrió. Tras el cambio del Ejecutivo y la declaración de Macron, la Administración deberá preparar el arranque del nuevo curso político en septiembre, que confía que sea más calmado.
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